19/09/24. Lo de danza fue según algunos cronistas, una contracción de contradanza, y me vino al recuerdo una composición de nuestro querido Rodrigo Riera que publicamos en los tiempos de Mavesa, Danza, Contradanza y Vals fue la obra de nuestro querido “Chueco”, y hoy nos ayuda a titular. Superado el mordiscón al sentimiento, entremos en materia. Luego de las simpáticas “Picardías femeninas del danzón” de sus hermosos ardides de abanicos y pañuelos, quedó pendiente un pequeño enredo musicológico. De las indagaciones en el documental Danzón, Baile Inmortal, que describió el origen y desarrollo del arte bailable de origen cubano, creado por el compositor matancero Miguel Failde y Pérez en 1879, nacido de la danza criolla afroantillana y su influencia española, por lo que según ellos todo habría llegado de España.
La contradanza es la predecesora de la danza, el danzón, el danzonete, el mambo y el chachachá, así como de la canción ''habanera”.
La contradanza fue muy popular en España y su fama se extendió a través de la América hispana durante el siglo XVIII. De acuerdo con el musicólogo Peter Manuel, puede que sea imposible resolver el enigma del origen de esta, y en cualquier caso cambia lo sugerido hasta ahora e incluye una disidencia de la tesis de Alejo Carpentier, de la country dance inglesa, que habría pasado por los bailes de salón franceses en París, y llegar a Haití, de donde llegaría a La Habana como contradanza, a raíz de unos conflictos sociales con esclavos haitianos. La reseña de Carpentier es precisa: “La noche del 14 de agosto de 1791 se produjo en Santo Domingo un gravísimo acontecimiento. Suenan los tambores vodu en Bois Caïman… Ocho días después volaba sobre las montañas la voz ronca de los grandes caracoles. Los esclavos desaparecían en las selvas después de haber envenenado los aljibes. En 1793, la Convención Nacional Francesa abolía la esclavitud en las colonias”.
Abreviando podemos señalar que los blancos ya no se harían respetar por sus antiguos esclavos y con las primeras degollinas vino la desbandada general. Unos se fueron a Nueva Orleans en barcos de tránsito y los más se fueron en goletas a Santiago de Cuba donde llegaron en la ruina con los últimos esclavos negros fieles y poco a poco se fueron instalando con sus costumbres culturales que incluyeron la música, que habría de incidir en los bailes de entonces, los minués que sólo eran bailados por la aristocracia cubana, y los negros cambiaron esa dimensión. Hasta que el primero de enero de 1879, en un club de Matanzas, otros dicen que en el Liceo, Miguel Failde presenta su nueva obra, un poco más divertida que las anteriores, A las alturas de Simpson .
La tesis más simplista es la de José Arteaga: “A la vuelta de algunos días, el tema es un éxito y Failde decide ponerle a su creación el nombre de un baile tradicional alemán llamado danzón”. Si el capricho de Manuel Failde fuera cierto, vendría a resolver toda la presunción lingüística de la contradanza, como versión española o hispanoamericana de la 'contredansa' francesa, la cual fue un popular en estilo internacional de música y danza en el siglo XVIII, derivado. . de la country dance inglesa y adoptado en la corte de Francia.
A pesar de su nombre, que sugiere una danza a contramano, se trataría de una mala traducción del inglés al francés de country dance que significa 'música folclórica', y que en Inglaterra era bailada sólo por mujeres. Lo que vendría a resolverse, tal como ha sido señalado de forma humorística por el musicólogo cubano Natalio Galán al llamar a este género: “anglofrancohispanoafrocubano”.
Lo único cierto es que “La contradanza fue llevada a América”, viniera de donde viniera, en Cuba, se convirtió en un género importante durante el siglo XIX, y fue la primera música escrita que estuvo basada en ritmos subsaharianos, así como la primera danza cubana que adquirió fama internacional. La contradanza es la predecesora de la danza, el danzón, el danzonete, el mambo y el chachachá, así como de la canción ''habanera”.
¡Llévatela Carpentier!
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ