01/05/25. Mi papá solía contarme de niña, que él, mi tío y sus panas incursionaban en la aventura de buscar palos de verada en el monte para ensamblarse ellos mismos sus papagayos en La Victoria. Eran muy pobres, y la imaginación era el mejor juguete de los chamos. Se armaban tremendas trifulcas cuando un papagayo rompía el otro con una hojilla. Los papagayos se hacían con lo que tenían a mano: no eran juguetes ostentosos. Con poco, eran felices.
...aprendan a confeccionar y volar sus propios papagayos. La ternura de nuestros juguetes tradicionales es un arma poderosa contra la alienación de la tecnología.
Vuelos en nuestra memoria
Estas anécdotas son parte del imaginario de nuestros barrios y comunidades populares, tanto en la ciudad como en el campo. El papagayo es un juguete que ha resistido los embates del tiempo y la modernización del entretenimiento infantil. Sobre la base de la premisa de que los juegos tradicionales venezolanos son un arma cultural para preservar la memoria e identidad venezolana, así como una ocasión para unir las familias, el Gobierno del Distrito Capital celebró por cuarto año consecutivo el Festival del Papagayo.

Las 24 parroquias se lanzaron con sus muchachos a surcar los cielos caraqueños en el parque del oeste Alí Primera desde muy tempranito. Pero estos guerreros de las nubes empezaron la odisea celeste días atrás desde sus comunidades.
Sebastián tiene once años, y pertenece a la parroquia 23 de Enero. Se alzó con el primer lugar de la contienda, y se ganó tremendo viaje para Margarita con todos los gastos pagos para él y su familia: "Yo armé mi propio papagayo. Jugué por treinta minutos. Estoy muy contento".
Conocimos al señor Anderson Marcano, del colectivo Sembrando Alegría, en la parroquia Macarao, quienes no sólo se alzaron con el primer premio en representación de su comunidad, sino que aprovecharon previamente esta experiencia para impartir un taller de elaboración de papagayos y cometas con los niños de la zona. Lo más particular, fue que el taller fue elaborado y dictado por su hijo de doce años.
"La comisión de cultura, deportes y recreación del Concejo Municipal nos invitó. Nosotros hicimos la captación de los niños de Macarao, en la sede del Centro de Formación Integral Sembrando Alegría. A los niños que acudieron, nosotros les dictamos un taller. Pero el taller fue dictado por uno de los niños, que tenía más experiencia. A la larga, fue justamente este niño profesor quien ganó la competencia. Los niños hicieron paso por paso su papagayo: el primer paso, fue la selección de las veradas. ¡Un día antes, fuimos a la montaña! En Macarao, tenemos la montaña de Los Mujica, que se comunica directamente con San Pedro y El Jarillo. Allá recolectamos las veradas, y fue una experiencia espectacular con los muchachos. Al siguiente día, impartimos el taller, y ellos hicieron sus papagayos con sus propias manos. Es importantísimo que nos sumemos al rescate de las tradiciones. Nuestros niños están entregados a las redes, los teléfonos y la tecnología. Mientras hagamos este tipo de saneamiento mental, tendremos niños más sanos y quizás mejores talentos humanos para desarrollar cualquier actividad".

Ower tiene doce años y es hijo del señor Anderson, y nos habló con mucha propiedad sobre su papel como tallerista de papagayos en su comunidad. Ower asegura que ya tiene experiencia en el tema. Además de haber impartido clases a los niños de su comunidad, se ganó también su viaje para Margarita: "Me gustó demasiado. Quiero que se repita esta experiencia. A los niños les digo que hagan su papagayo fino, para que se ganen su premio también".
Emancipar los cielos
Gracias a esta iniciativa del Gobierno del Distrito Capital, seis mil personas pudieron pasar un sábado diferente en el parque del oeste Alí Primera. En la grama veíamos a las mamás y abuelas tumbadas haciendo picnics, mientras los chamos y las chamas se batían a duelo por la supremacía en las nubes. ¡Incluso vimos a algunos papás que les quitaban los papagayos a sus retoños para jugar!
En representación del Gobierno Bolivariano, la doctora Cecilia Requena nos compartió el balance de esta actividad. "Esta es una actividad familiar. Nosotros buscamos a través del turismo rescatar los valores la identidad de la ciudad a través de la cultura, el patrimonio y los juegos tradicionales. El papagayo es parte de nuestras tradiciones caraqueñas. Tú te vas al barrio, y en estos momentos hay una cantidad de chamos volando en su platabanda sus cometas. Ya tenemos cuatro años consecutivos celebrando este encuentro familiar, gracias a nuestro Jefe de Gobierno y nuestra Almiranta Carmen Meléndez. Aquí premiamos la creatividad, así como la agilidad de las niñas y niños con sus papagayos. Tuvimos una participación de aproximadamente seis mil personas. Según nuestro registro, cuatro mil doscientos son niños. Este año, entregamos por primera vez, en conjunto con Venetur premiaciones para la isla de Margarita. Los niños se van de viaje con su familia, y este evento busca precisamente rescatar las tradiciones. También los vamos a llevar al Waraira y al balneario restaurado de Los Caracas, que está muy hermoso, gracias a Venetur y el Ministerio del Turismo. Para nosotros es una gran satisfacción poder compartir la alegría de los niños con un juguete que han hecho ellos mismos con mucha emoción. Les hacemos llegar el material a las comunidades, y ellos se vienen al parque con sus papagayos hechos a mano. Así, nuestros niños no sólo ponen a volar su creatividad con los colores de sus juguetes: también ellos hacen volar sus sueños con la magia de este juguete tan especial. Inspirarse, y regalarse un día como este, no tiene precio. Los invito a la 5a edición del Festival el año que viene. Capaz y nos vamos esta vez para Los Roques".

La señora Karina Martínez, de la parroquia Sucre, estaba disfrutando muy sabroso con su familia en tremendo picnic. "Este evento estuvo buenísimo. Ya son cuatro años que viene la Alcaldía de Caracas para que participen nuestros niños, y una zona de recreación para el bienestar de nuestro futuro".
Cabe señalar, que este festival también incentivó las iniciativas socioproductivas del pueblo. A la salida del parque, el profesor de arte de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL), Agustín Hernández, ofreció una gran variedad de papagayos y cometas confeccionados por él mismo a apenas un dólar, para que nadie se quedara sin jugar. "Este festival es para recoger la tradición. El trompo, la perinola, las metras, el gurrufío son nuestros juguetes tradicionales. Yo soy margariteño, y al papagayo allá lo llamamos 'volador'".
Tradición mata Tiktok
Ante un cielo pintado de miles de navecitas artesanales, nos despedimos del parque Alí Primera con el corazón arrugado. No nos queda sino invitar a las familias a que se sienten con sus niñas y niños para que aprendan a confeccionar y volar sus propios papagayos. La ternura de nuestros juguetes tradicionales es un arma poderosa contra la alienación de la tecnología.

POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
FOTOGRAFÍA MILENI NODA •@milenisimaa