A la memoria de Pedro Delgado, cronista de Catia
05/12/2022. “¡Se murió el Bagre! ¡Se murió el Bagre! –resonaba como un pregón en las calles caraqueñas el 17 de diciembre de 1935, día en que falleció Juan Vicente Gómez, el hombre que gobernó a Venezuela con mano de hierro desde 1908 hasta 1935”.
“Ese diciembre las hallacas navideñas tuvieron sabor a esperanza, el niño Jesús trajo a los venezolanos el inesperado regalo de la libertad, un cohete estalló en el cielo como celebración por el ansiado fin de la dictadura y se brindó con el ponche casero a la salud del país y porque 1936 fuera el primer año de la nueva Venezuela y de la transición a la democracia”. (Tomado del blog Caracas Crónica ciudaddelostechosrojos.blogspot.com).
CIUDAD ANECDÓTICA
Caracas no tiene tamaño para tanto cuento. En cada rincón de esta pequeña ciudad abundan los relatos que construyen un tejido que constituye la memoria e identidad de nuestra comunidad, nuestro barrio, nuestras calles y nuestra capital. Lo anecdótico se convierte en el registro de la voz de un tiempo que se niega a morir en las palabras. De esta manera, Caracas tiene la particularidad de albergar toda clase de relatos que alimentan nuestro imaginario. Les comparto un par de minicrónicas cercanas.
Por la casa de mi madre pasa el río Guaire. A las orillas del río, una pareja de indigentes construyeron un ranchito y se adaptaron tanto a la comunidad, haciendo toda clase de trabajos pequeños en apoyo a la zona, que la comunidad decidió meterlos en el Clap. En otro lado de la ciudad, en la plaza Bolívar, podemos conocer al Chamán de la Montaña: un señor lleno de sabiduría y conocimientos que hace trabajo militante en torno a saberes ancestrales y medicina natural. Como él vive en la montaña cuando baja a Caracas, pasa la noche en los alrededores de la plaza, donde el personal de seguridad de la alcaldía le cuida el sueño. En Catia, Gabriel y su familia no solo remiendan zapatos, aceptan incluso comida como parte de pago, sino que además son los padrinos espiritistas de muchos vecinos en la zona, a quienes ayudan con su sabiduría y recomendaciones. Gabriel es también un guardián del bulevar junto con otros vendedores ambulantes que protegen a la comunidad de maleantes y equivocados.
Hay crónicas que pasaron a convertirse en mitos, como la historia del enano de la catedral: un espanto que se les aparecía a los borrachos que deambulaban por la catedral a altas horas de la noche y los asustaba convirtiéndose en un gigante. Hay una anécdota histórica en Petare, sobre la llegada de un ovni al que la comunidad terminó desvalijando, dejando a los ufólogos sin la posibilidad de poder guardar el recuerdo.
TROVADORES DEL ASFALTO
Así, en Caracas abundan los cronistas y los poetas. Algunos de los contadores de historias más notables de nuestra ciudad han sido José de Oviedo y Baños, Arístides Rojas, Carmen Clemente Travieso, Héctor Torres, Caremis, Óscar Yanes, el propio Aquiles Nazoa y muchos más asumieron la vocación de contempladores permanentes de la cotidianidad para inmortalizarla en sentidos escritos para deleite de muchos. En 1945, el Ayuntamiento de Caracas crea oficialmente la figura del Cronista de la Ciudad de Caracas. El primero en recibir ese honor fue Enrique Bernardo Núñez, quien mantuvo muy en alto el distintivo al igual que su sucesor Mario Briceño Iragorry. Estos en su prolongada gestión, sostuvieron la “Crónica de Caracas” en una verdadera época de oro. Le siguieron el famoso Guillermo Meneses y el prolífico Guillermo José Schael, quien sumó a su pasión caraqueña la perseverancia de su estirpe tudesca. El médico valenciano Juan Ernesto Montenegro, quinto cronista oficial de Caracas, cumplió una importante tarea al frente de la memoria de la capital y dio fuerte impulso a la revista Crónica de Caracas donde publicó documentos de elevado valor histórico.
Quienes son designados cronistas de Caracas ostentan un cargo vitalicio, en el que deben ser responsables de:
- Custodiar el archivo municipal.
- Efectuar investigaciones en dicho archivo.
- Hacer divulgaciones relacionadas con la historia de la ciudad.
Sin embargo, no hace falta recibir la distinción del gobierno local para ser cronista de la cotidianidad. Tenemos una gran variedad de contadores de historias que dedican su vida a inmortalizar la memoria de nuestras calles.
AGAPITO HERNÁNDEZ: CARACAS ES UN GRAN MUSEO
Agapito Hernández es un bastión de la resistencia en San Agustín. Su trabajo ha recabado un tesoro sobre la historia de esta comunidad. “Aunque hay muchos emblemas que han sido desplazados de la ciudad, yo sigo viendo a Caracas como un gran museo y muy emblemático. Está lleno de elementos históricos, pasajes, cuentos que cuando uno comienza a analizar detalladamente te das cuenta de que hay un estrecho vínculo de identidad con lo que fue esa Caracas del siglo XX. Tuve la oportunidad de compartir con muchos amigos que de una u otra forma nos hemos dedicado al trabajo de la investigación como Mario Sanoja, José Antonio Cedeño, Víctor González en La Pastora, José Meneses en El Junquito, Irma Godoy en El Valle, que me han llevado a entender más nuestro proceso evolutivo. Una anécdota que a mí me enternece: en el bautizo del libro sobre el joropo, que se hizo en la Galería del Sur en el centro, quien presentó el libro fue el profesor Mario Sanoja. Llegó una pareja que participó en el libro como narradores de su experiencia en el oriente del país. Se plantearon hacer una foto diciendo: “No me pierdo la oportunidad de tomarme una foto con el cronista oficial de Caracas y con el cronista popular de Caracas”. Yo hago crónica no por ganarme un espacio. Simplemente, la crónica forma parte de mi proyecto de vida”.
ÁNGELA SÁNCHEZ: DESPUÉS DE CARACAS, EL CIELO
Ángela Sánchez es una mujer que recopila las historias de la ciudad con sus escritos. Es cronista y promotora cultural, y está registrada en la Casa del Artista.
“Desde niña, me gustó escribir cuentos e historias de Caracas. Nací en la parroquia Catedral: la más antigua de Caracas. Más específicamente, en Caño Amarillo, en la casa número 51, que hoy en día es patrimonio. Mi padre fue dueño del bar-restaurante Caño Amarillo, desde 1930.
Percibo a Caracas como una capital señorial, cuna de nuestro Libertador. Papá decía que ‘Después de Caracas, el cielo’. Una anécdota, pasar año nuevo en la Plaza Bolívar y visitar en días de fiesta nacional la casa natal de Simón Bolívar”.
PEDRO DELGADO: PALABRAS DE A CENTAVO
“A casa de Rafael Paredes, en el cerro Santa Ana de La Guaira, fue a parar Juanita Delgado, mi madre, casi a finales de 1947. Con un muchacho de la mano y otro en su barriga llegó a pedirle posada a él y a Rosa, su mujer”
Recientemente, el cielo se vistió de gala al recibir en sus filas a uno de nuestros más nobles guerreros del asfalto: el cronista de Catia Pedro Delgado. Pedro fue un hombre menudo y tierno que tejió las palabras con poesía, delicadeza y humor. Habiendo vivido una vida intensa, tenía la experiencia suficiente para hablar con propiedad sobre su comunidad. Compartimos parte de su verbo.
“En la calle Panamérica, cuando ya me solté el moño, andaba huyéndole a la recluta y trabajaba de repartidor de un abasto en La Florida. Yo me venía los lunes que sabía que estaban las muchachas fresquecitas. Me tomaba mi cervecita y pasaba pa’ allá. Hola mi amor, ¿cuánto es? 12 bolívares el rato. Una vez una muchacha me quiso cobrar 15 y le pedí que me lo dejara en 12. Me contestó que no. Hasta que me abrió la puerta una mujer bien vestida y arreglada que me insistió en que pasara y me puso en el centro de un montón de mujeres y les dijo que eso no era así, que yo era un cliente y eso era un negocio para hablar, para negociar, para amar, no para correr a la gente”.
CONTAR A CARACAS
A los pies del Waraira, cada día sale una historia a la calle. Somos los testigos de la eternidad desde Petare y rumbo a La Pastora.
POR MARÍA EUGENIA COLOMINE • @mariacolomine
FOTOGRAFÍAS ALEXIS DENIZ • @denizfotografia