01/05/25. Antes de que la sangre llegue al río, déjenme contarles una historia.
Es hora de que naturalicemos honrar la sangre que proviene de nuestras entrañas. La menstruación es un óvulo que ha muerto y está cargado de información genética además de nutrientes que nos pueden ayudar a empoderarnos en lo físico y en lo espiritual.
Previo al peligro de cáncer de cuello uterino provocado por los tampones, antes de que las Always de Tess fueran blanqueadas con cloro, enfermando nuestras vaginas, antes de que nuestros fluidos menstruales fueran pintados de azul en los anuncios comerciales de televisión para que la audiencia no sintiera asco...
La sangre de la menstruación era sagrada.
Raíz
Nuestras ancestras indígenas acostumbraban a celebrarles a las niñas el tránsito hacia la edad adulta. Los wayuú, de hecho, guardan a las muchachas durante su primera regla, y ellas pasan una temporada encerradas en casa, para que la llegada de la madurez física se una al crecer del espíritu, dejando paulatinamente atrás la infancia.
Las naciones norteamericanas originarias consideraban a la regla, "el tiempo de la luna". Esto es: las mujeres estamos espiritualmente más vulnerables y abiertas a los influjos energéticos externos. Por eso, las mujeres honraban el ciclo sagrado de sus lunas, y se dedicaban a guardar silencio. Para sanar el sufrimiento de sus ancestras, las mujeres practicaban la "Siembra de la luna": llevaban su sangre al agua del río, del mar o a la tierra. Así, la naturaleza se encargaría de limpiar las lágrimas de las antepasadas, para que las niñas y mujeres del futuro de su linaje pudieran tener vidas más felices. De hecho, las mujeres de medicina indígena consideran que la menstruación es un oráculo muy poderoso: si te pones sangre de la regla en el tercer ojo, puedes desarrollar la visión del tercer ojo. Las mascarillas de sangre menstrual devuelven la lozanía de la piel, por tener muchos nutrientes ricos para el rostro. En Australia, los mal llamados "Australoides" usaban la sangre menstrual vieja para curar las heridas y ayudar en la cicatrización.
Tabú
Luego, este flujo medicinal sagrado, pasó a convertirse en pecado. En Egipto, usaban papiros para hacer tampones y las mujeres podían descansar en los días que estuvieran menstruando, siempre y cuando no fueran esclavas. La regla se consideraba un virus cualquiera, como la gripe. En Grecia, Hipócrates, que es considerado el primer médico de la humanidad, describió la menstruación como una enfermedad propia de los cuerpos “defectuosos” de las mujeres. Roma, en cambio veía la menstruación como una etapa peligrosamente poderosa para la mujer: Plinio el viejo decía que el líquido menstrual servía para hacer el bien o el mal. Por esta razón, las mujeres debían permanecer ocultas durante la regla. Una mujer con la regla, no podía salir a la calle durante su período, porque los romanos creían que eran brujas: que podían dañar los cultivos, avinagrar el vino e incluso provocar abortos.
Estas creencias permearon en el judaismo, el hinduismo y el cristianismo, al punto de provocar el rechazo a las mujeres. El Corán describe la menstruación como una molestia para la mujer y ha prohibido el coito durante este período.
“Te preguntan sobre la menstruación. Di: «Es molesta e impura. Absteneos, pues, de las mujeres durante la menstruación y no os acerquéis a ellas hasta que se hayan purificado. Y, una vez que estén purificadas, id a ellas tal como Dios os ha ordenado.» En verdad, Dios ama a quienes se vuelven a Él arrepentidos y ama a los que se purifican". (Corán, 2: 222)
Durante la Edad Media, las mujeres usaban toallas de tela, y se ataban flores y hierbas para disimular el olor de la sangre. Pero gracias al cristianismo, la menstruación era algo vergonzoso: casi que pecado.
En el Renacimiento, era prácticamente una afrenta que las mujeres sangraran. Por esta razón, debían quedar embarazadas todo el tiempo, so pena de ser la escoria.Esto ocasionó que muchas mujeres murieran muy jóvenes en los partos, o que fallecieran temprano, por desgastar sus organismos al parir tantas veces. Sólo las mujeres de abolengo y alcurnia tenían derecho de sangrar una vez al mes. Y las que lo hacían, no se ponían toallas, sino que dejaban que la sangre fluyera naturalmente en su ropa.
Actualidad
Fue apenas en 1900 que se empezaron a hacer investigaciones científicas acerca de los ciclos reproductivos de la mujer, y empezó a evolucionar un poco la tecnología, la medicina, y algunas concepciones sociales y culturales sobre nuestra sangre mensual.
Debido a las dos primeras guerras mundiales, el hecho de que las mujeres empezaran a asumir los trabajos de los hombres, comenzó a aceptarse un poco más en sociedad la menstruación. De hecho, las toallas sanitarias que conocemos hoy en día se desarrollaron gracias a que las enfermeras de guerra descubrieron el poder de absorción de la celulosa.
Los movimientos feministas a mitad del siglo XX empezaron entonces a hacer la labor de reivindicar la sangre menstrual, al punto de lograr que las mujeres pudieran desarrollar sus vidas normales a pesar de tener el ciclo menstrual.
La sangre es vida
Sin embargo, a estas alturas del siglo XXI nuestra sangre sagrada sigue siendo un tabú en muchas culturas e incluso en nuestra sociedad actual. Aún hay gente que ve con asco nuestro fluido mensual, e incluso hay hombres que rechazan a sus mujeres en la intimidad en esos días. En los puestos de trabajo, de hecho, no se considera válido que una mujer falte por malestares menstruales.
Es hora de que naturalicemos honrar la sangre que proviene de nuestras entrañas. La menstruación es un óvulo que ha muerto y está cargado de información genética además de nutrientes que nos pueden ayudar a empoderarnos en lo físico y en lo espiritual. Rescatemos la sabiduría de nuestras indígenas ancestrales, y le demos a nuestra luna el lugar de honor que merece.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta