01/05/25. Desde marzo, transitando por abril hasta llegar a mayo, nos encontramos en una encrucijada de tradiciones, celebraciones, conmemoraciones, momentos históricos y rituales. Esta realidad mágica, que nos define como habitantes del trópico y del Caribe, agrupa y a la vez diversifica, pintando nuestra identidad con vivos colores.
...en los cantos y en las manos de esas mujeres que fabrican flores de papel, de esas maestras, muñequeras, bailadoras, cuentacuentos y "payasas" (porque siempre derrochan alegría), es por donde llegamos al primero de mayo. Llegamos por las manos de las trabajadoras y trabajadores que diariamente laboran sin cesar.
Los cambios climáticos nos acompañan en esta transición entre estaciones, en una mezcla de sensaciones, sabores, olores y colores. Pasamos del calor intenso de la "pepa e' sol" a los días grises y lluviosos, con la humedad que "empegosta" nuestros cuerpos. En este cruce abrupto de sol y lluvia, avanzamos de la realidad a la teatralidad cotidiana con las celebraciones paganas de las fiestas dionisíacas. Estas nos ofrecen un festival internacional de teatro donde pudimos ver, oír y sentir a grupos y compañías internacionales presentando obras de la literatura clásica, creaciones colectivas y de autoría (como se dice para respetar los derechos de quienes actualmente innovan en las estéticas escénicas desde las artes vivas).
En esta encrucijada del tiempo que transcurre, que podemos medir por nuestras acciones y la conciencia de lo que hemos vivido, atravesamos también un abril cargado de historia y una Semana Santa religiosa monoteísta. Esta se yuxtapone a un festival de teatro con raíces en celebraciones politeístas y profundas intenciones políticas, ya que el teatro es crisol de emociones y relaciones humanas, un espejo donde nos vemos.
La historia, la política, la religión y el teatro, casi uno al lado del otro, nos muestran los caminos que se cruzan al pasar por un 19 de abril independentista. Este nos recuerda la cara de un 11, 12 y 13 de abril donde la realidad amaneció de golpe, y nos aferramos a los sueños y proyectos de nuestros antecesores de vivir en una patria libre y soberana. Esas esperanzas y luchas hoy se disuelven como la sal en el agua, y al tragarla, el yodo nos quema la garganta.
El trayecto nos acerca a un mayo de definiciones, de decisiones, de nuevos rumbos y del florecer de la cruz. Esta, en principio utilizada para asesinar al redentor, al mártir, al revolucionario, fue símbolo del dominio de los navegantes, comerciantes y colonizadores. Ahora, bendita, puede florecer como lo hacen los apamates, bucares y araguaneyes en esta época, llenando el suelo de flores como una alfombra de sueños, con pinceladas de poesía y esperanza que se disuelven y se escuchan a lo lejos en los cantos de las señoras en los velorios de cruz.
Las cosas más sencillas nos conducen a las más importantes, como siempre nos mostró Aquiles Nazoa. Por eso, en los cantos y en las manos de esas mujeres que fabrican flores de papel, de esas maestras, muñequeras, bailadoras, cuentacuentos y "payasas" (porque siempre derrochan alegría), es por donde llegamos al primero de mayo. Llegamos por las manos de las trabajadoras y trabajadores que diariamente laboran sin cesar.
POR NEBAI ZAVALA • @nz_creando
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta