04/06/25. Después de leer 'Testigos', un relato breve de Eduardo Galeano incluido en su libro Bocas del tiempo, quedé profundamente impactada por la poderosa imagen de aquellas diminutas algas, silenciosas protagonistas de nuestra existencia. En un tiempo remoto, cuando el mundo aún “carecía de color”, ellas emergieron en vibrantes tonalidades azules, creando —casi divinalmente— la vida a partir de la inmensidad del agua, como si en ese instante el universo recibiese la chispa primordial de la creación de nuestro planeta tierra.
Ellas poblaron la Tierra hace millones de años, coexistiendo con criaturas asombrosas... Su silenciosa presencia nos recuerda la belleza oculta en lo sencillo.
“Pero otras algas azules prefirieron permanecer inalteradas. Así continúan, observando desde un pasado ancestral el mundo que hoy nos envuelve. Nadie sabe realmente qué piensan ni cuál es el mensaje que intentan transmitir”, dice el evocador verso que nos invita a reflexionar sobre la existencia y la aniquilación de la vida en nuestro mundo.
¿Es posible comprender el pensamiento y las decisiones de un ente tan vital, enigmático y magnánimo como estas diminutas algas marinas? Ellas poblaron la Tierra hace millones de años, coexistiendo con criaturas asombrosas, entre las cuales se encuentra la especie humana. Su silenciosa presencia nos recuerda la belleza oculta en lo sencillo.
Resulta cómico y aterrador imaginar que ellas sean las protagonista, tras siglos de observar el devenir del mundo. Desde eras inmemoriales hasta el presente ellas existen, ignorarlas es lo que hacemos, no hemos compendido que estas algas pueden expresar su opinión ahora. ¿Tomarán alguna decisión ante la depredación y el desorden que imponemos? ¿Actuarán en respuesta a lo presenciado? Quizás, en una película de ciencia ficción titulada La venganza de las algas azules, toda la humanidad se estremecería al conocer su opinión frente a la devastación causada por nuestra especie.
Sin embargo ellas decidieron optar por el silencio, con tal actitud nos revelan que ignorarlas es reflejo de nuestra propia ceguera. Ellas no se comunican con palabras; silenciosas, se extienden sobre cada superficie húmeda, reproduciéndose sin cesar, contaminando las aguas al consumir el oxígeno indispensable para la vida. ¿Será que, en un acto de rebeldía, han decidido invertir su función originaria?
Estudios científicos han determinado que las llamadas “algas azules” son, en realidad, bacterias. No es que pretendan usurpar el rol de las algas primigenias, ni quieran camuflarse para desviar nuestra atención de su poder transformador. ¿Serán acaso las villanas? Fueron los primeros seres en responsabilizarse de la fotosíntesis en nuestro planeta y, pese a seguir cumpliendo ese rol esencial, se ha descubierto que constituyen “una amenaza inusual”. Ojalá la inteligencia –o, mejor dicho, la sabiduría– de quienes gobiernan el mundo evite declararles la guerra y opten por comprender la lección profunda que ellas nos enseñan.
POR NEBAI ZAVALA • @nz_creando
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta
