• Inicio
  • Cuentos
  • Minimanual
  • Agenda Cultural
  • Música
    • Boleros que curan el alma
    • Bitácora sonora
    • Música en acción
  • Caracas
    • Almanimal
    • Caminándola
    • Ciudad
    • En foco
    • Laguna de babel
    • La vida es juego
    • Pichones de Sibarita
    • Trama cotidiana
    • Trota CCS
  • Soberanías Sexuales
  • Miradas
    • Bajo la lupa
    • Crónicas gráficas del patrimonio
    • Envejecer y seguir siendo
    • Falsas Memorias
    • Miradas
    • Séptima morada
    • Visiones Liberadoras
  • Entrevistas
    • Antroponautas
    • Entrevistas
  • Mitos
  • Literato
    • Mejor ni te cuento
    • Préstamo circulante
    • Son tres párrafos
  • La Revista
    • Somos
    • Columnistas
Puedes buscar por Título de la noticia
Inserte el Título

Veinte años: María Teresa y Guillermina

29/05/25. Mi querido amigo Helio Orovio, autor del Diccionario de la música cubana, decía de María Teresa Vera que es una “voz imprescindible en la historia de la canción trovadoresca cubana”. No podía ser de otra manera, había nacido en Guanajay, Pinar del Río, el 6 de febrero de 1895, lo que le permitió compartir con los cuatro grandes de la trova cubana. Sindo Garay, que ya hemos historiado en entregas anteriores, Manuel Corona, Rosendo Ruíz y Alberto Villalón, por donde también andaban Miguel Companioni y Ángel Rafael Gómez Mayea, mejor conocido como Teofilito.

 

 

Lo único que me atrevo a decirle es que, desde hace muchos años, esa digna señora pone letras a mis mejores producciones, pero advirtiéndome constantemente que no quiere que se divulgue su nombre...

 

 

Pero es importante que contextualicemos: Su llegada a este mundo, como nieta de esclavos, fue el resultado de un amorío entre su madre, Rita Vera, una esclava liberta, y de un militar asturiano llamado Urbano González, acusado de conspirar contra el gobierno español. Según datos biográficos, se dijo que su progenitor había sido condenado a muerte por conspirador, y deportado a España; cuentan las buenas lenguas que cuando intentó regresar a la Isla para reconocer a su hija, le descubrieron una bronconeumonía fatal, en el trayecto murió, y su cadáver fue arrojado al mar.

 

 

El caso es que Rita Vera con la pequeña María Teresa, –que debió ser presentada con el apellido de su madre, por la tragedia del padre-, se trasladó a La Habana cuando la acaudalada familia Aramburu, para la que trabajaba como sirvienta, se mudó definitivamente a la zona de El Vedado. Este detalle es importante, porque como solía suceder la hija de la 'melega' jugaba con la niña de la casa, y surgió la linda amistad entre Guillermina Aramburu y María Teresa. A esa casa asistían grandes trovadores, entre ellos Manuel Corona, un bohemio incorregible, que la inicia en la guitarra, y le enseña su canción Mercedes, que a sus dieciséis años estrena en el teatro Politeama, de la manzana de Gómez, el 18 de mayo de 1911. Aunque ella había aprendido a tocar la guitarra con José, el negro, Díaz.

 

 

Ya siendo “Madre de la canción cubana”, le preguntó el poeta y curioso periodista Guillermo Villaronda en la entrevista que le hizo para la revista Bohemia en febrero de 1958, ¿a quién le había dedicado la habanera Veinte años? Para ubicarnos, vale decir que, en 1935, una época en que ella se hallaba sin trabajo, olvidada, en plena miseria, agobiada por el presentimiento de que, más temprano que tarde, tendría que salir a la calle a pedir limosnas para comer.

 

 

—Le seré sincera —respondió María Teresa. De ese número me corresponde sólo la mitad: la música. Sin darle un respiro, inquiere el entrevistador sobre el autor de la letra.

 

 

La trovadora, apunta Villaronda, «quedó como enredada en la incertidumbre. Se frotó las manos. Suspenso. Bajó y alzó la vista».

 

 

–“Yo de ninguna manera puedo pronunciar ante nadie el nombre de esa señora que pertenece a la alta sociedad, y que posee un corazón de poeta. Lo único que me atrevo a decirle es que, desde hace muchos años, esa digna señora pone letras a mis mejores producciones, pero advirtiéndome constantemente que no quiere que se divulgue su nombre”. Era su amiga de la infancia, Guillermina Aramburu, nombre que terminaría conociéndose con el tiempo.

 

 

En ese artículo Un pedazo del alma cubana de Ciro Bianchi Ross, nos ubica mejor: “Claro, el nombre de aquella mujer terminaría emergiendo a la luz. Se trataba de Guillermina Aramburu, hija de un destacado periodista, nacido en Guanajay, masón y hombre de ideas autonomistas, primero, y luego separatistas que colaboraron en numerosas publicaciones periódicas y durante veinte años tuvo a su cargo la columna Baturrillos en el Diario de la Marina. Joaquín Aramburu, prestaba servicio como cocinera, la madre de María Teresa, y allí la niña era vista como alguien de la familia, aprendió la futura compositora a leer ya escribir, y gracias a ellos pudo asistir a una escuela privada, (colegio de monjas, del que terminarían botando por cantar en lengua africana). Guillermina es la autora de las letras de No puedes comprender, Te acordarás de mí, Yo quiero que me quieras y Mi venganza, entre otras melodías.

 

 

El drama amoroso que nunca falta en el bolero, tenía que ser así, el caso fue que Guillermina estuvo felizmente casada por veinte años, hasta que el marido la dejó y se fue a México con su secretaria. Guillermina con esa sensibilidad poética, vivió su dolor y lo escribió, la Vera leyó los versos, y le pidió permiso para musicalizarlos. Pero su amiga se niega en principio.

 

 

Esta historia está buenísima, pero creo que toca el aviso “Continuará”. ¡De pana que me apasiona la vida de Teté!

 

 

 


 

POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez

 

ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ

#Boleros #Música #Cuba

Compartir

Noticias Relacionadas

San Antonio y su tamunangue

  • 02/12/2022

Palabras de mujer (1)

  • 12/01/2023

Elena Burke y la entrevista perdida

  • 09/05/2024

Una Rosa de Francia

  • 31/08/2023
Ta fino

Mancheta

Es inaceptable
Ubicación
  • Esquina de San Jacinto, Edificio Gradillas “C”, piso 1, Caracas 1010, Distrito Capital
  • 0212-3268703
Enlaces
  • Cuentos
  • Minimanual
  • Agenda Cultural
  • Boleros que curan el alma
  • Bitácora sonora
  • Música en acción
  • Ciudad
Enlaces
  • Soberanías Sexuales
  • Bajo la lupa
  • Antroponautas
  • Entrevistas
  • Mitos
  • Mejor ni te cuento
  • Préstamo circulante
Galería ¡CARACAS VIVA!
© 2022 ÉPALECCS | al ritmo de la ciudad