20/06/25. Quizás sea la ausencia la única devoción admitida por esta hipócrita sociedad, me refiero a la condición universal que permea en su instancia primera, el ser padre. No lo soy, no tengo derecho a hablar, podrán decir algunos, pero escucho y veo la manera cómo el machismo patriarcal falocéntrico ha determinado históricamente el lugar, múltiple y devastador de la mujer-madre, incluso las que no lo son biológicamente.
...alguien se empeña en regalarle a papá, a última hora, la mejor oferta del mercado, día de la no exigencia, como si siempre ha cumplido con su deber, como si no fuera natural que cumpla con lo que es: quien ha dado vida debe, en consecuencia, responder.
Las mujeres, en ejercicio de sororidad permanente, son nuestras prometeas, las que innegablemente llevan el fuego de todo nuestro cobijo, alguien pudiera decir que se trata de algo que les viene en su existir atado genéticamente, de la misma manera en que podemos observar cómo una gata cuida con celo, con determinación, con fuerza, con todo lo que puede, a sus gaticos, o una gallina a sus pollitos, etcétera.
Los ejemplos son muchos, madre es la que cuida, la que pare, la que cría, madre es abuela, permutación amorosa del propio devenir histórico de la especie, del mundo.
Alguien alguna vez hizo de tal expresión la razón mercantil, fortaleciendo el dominio de la desigualdad, estableciendo el día de la madre, día en que se llenan las tiendas de electrodomésticos, los restaurantes, las tiendas de ropa, las perfumerías, los cementerios…
Pero no podía quedarse atrás el Día del Niño, así, todavía en masculino, ni mucho menos el Día de la Secretaria, ni el de la mujer, no, este sí que no… faltaba algo más, otra pieza para el rompecabezas: el Día del Padre.
Lo dicen las estadísticas, el papá no aparece, me dirá una madre, la verdad yo no lo celebro, no tuve padre, no tuve esa figura; en la escuela me decían: como tú no tienes papá, no vendrás a la actividad; un día me dieron un objeto de cristal, regalo del Día del Padre, lo lancé contra el suelo… todos estos testimonios son de mujeres, adultas, con tremenda consciencia de lo poco que significa el padre en una sociedad, debemos insistir, donde la mujer y la mujer madre es el motor principal de nuestra economía nacional y mundial, no podemos olvidarlo.
Pero alguien se empeña en regalarle a papá, a última hora, la mejor oferta del mercado, día de la no exigencia, como si siempre ha cumplido con su deber, como si no fuera natural que cumpla con lo que es: quien ha dado vida debe, en consecuencia, responder.
A los hombres se les hace más difícil, me dirá otra ella, sumida en la desigualdad de este mundo, se les hace más difícil comprender lo que tiene que hacer, agrega.
El mito del Día del Padre es otra de las muchas maneras de ocultar, de silenciar, la fuga permanente del deber y sus inherentes órdenes judiciales para que ese mismo padre responda, aunque sea económicamente…
El padre existe, eso es innegable, pero no porque tenga un precio. De la misma manera como ocurren con otras fechas celebratorias, Navidad por ejemplo, merece ser recordado.
POR BENJAMÍN EDUARDO MARTÍNEZ HERNÁNDEZ • @pasajero_2
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ