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La Longina de Corona I

20/06/25. Como a Roma, todos los caminos conducen a María Teresa Vera, no por casualidad, buscando por Internet, tratando de averiguar ¿qué significa Longina?, y me entero que Domicia Longina fue una emperatriz romana, en el siglo I, por eso reitero que me fascina la vida de esta “niña cantadora a quien todos reclamaban en las fiestas entre amigos” a la dama de la trova cubana, como escribió Marta Valdés.

 

 

Corona fue: “Bohemio impenitente, noctámbulo y rebelde, nos dejó una obra donde vibra parte de nuestra identidad e idiosincrasia. De los creadores prominentes entre la trova tradicional, fue en realidad el que más composiciones grabó en discos fonográficos, aunque en vida no disfrutó de la fama alcanzada...

 

 

El cuento es que hoy vamos a hablar, de una de las canciones más bellas del mundo. “En el lenguaje misterioso de tus ojos, hay un tema que destaca: sensibilidad… En las sensuales líneas de tu cuerpo hermoso, las curvas que se admiran despiertan ilusión”. Cuentan los cronistas que era una mulata espectacular, y por supuesto todo ocurrió, en la humilde casa de nuestra adorada Teté. Hace unos años, en mi primer acercamiento a este memorable bolero, escribía: “Se dice que, en su propia vivienda, ubicada en el solar La Maravilla, organizaba tertulias los domingos, en la que eran invitados los principales músicos y poetas de la época, que habían emigrado desde el interior del país. Era de las pocas mujeres que cantaba y componía en aquel entonces, en esas mismas descargas, en las que surgieron canciones imprescindibles de la historia de la música cubana. No todo bolero es una historia romántica, pero cómo ayudan a los mortales que sufrimos y gozamos el amor. En el caso de Longina, su compositor Manuel Corona nos presta los versos para cantarle a un bello amor que nada tenga que pedirle a Longina O´Farrill, la musa de Manuel: “En el lenguaje misterioso de tus ojos, hay un tema que destaca: sensibilidad… En las sensuales líneas de tu cuerpo hermoso, las curvas que se admiran despiertan ilusión”. Corrijo, por supuesto que es una historia de amor, pero no de su compositor, aunque la duda quede, que la bella Longina no haya sucumbido a versos tan hermosos. Sin embargo, Ciro Bianchi Ross, en su texto Dos hombres y Longina, nos corta la nota, al develar que se trataría de un tema "por encargo”, del periodista Armando André.

 

 

Pero a la vuelta del tiempo, encuentro otras luces interesantísimas en El misterio de Longina por Eduardo Vázquez Pérez, como, por ejemplo, lo ya conocido que Longina O' Farrill y Manuel Corona, protagonistas de una historia, que trascendió en la música cubana, desde una descarga en un solar habanero, pero donde se pone buena la cosa, es cuando Vázquez nos cuenta: “Dos veces, la historia llamó a la vida de Longina O' Farrill. Fueron de naturaleza muy dispar, pero una llevó a la otra. En el entrecruzar de memorias, donde nada le es ajeno, surgió la historia, la leyenda y la canción. Cantando nanas a un centauro. De su primer contacto con la historia, la hermosa mulata Longina no tuvo idea hasta muchos años después. En los inicios del siglo XX, uno de los más importantes sastres de La Habana la contrató como nodriza de sus hijos. La madre de los pequeños era irlandesa, y hablaba a sus hijos en inglés. Fue con la niñera, que Nicanor y Cecilio comenzaron a conocer el español. Cuando fueron a Estados Unidos, también los acompañó Longina. Como el padre estaba casado, los pequeños fueron inscritos con los apellidos de la madre. El mayor, a quien decían Lamy, fue inscrito como Nicanor McPartland, pero la historia de Cuba lo conoce como Julio Antonio Mella.

 

 

En una biografía de Mella se dice que el sastre Nicanor Mella contrató “a la mulata Longina O’ Farrill, cuya extraordinaria belleza, había inspirado al compositor Manuel Corona una canción de amor que tituló Longina. (Christine Hattzky: Julio Antonio Mella, Editorial Oriente, 2008, p. 42).

 

 

Error mayúsculo. Cuando Manuel Corona compuso Longina, Mella tenía quince años y hacía rato, no necesitaba nodriza. La segunda visita de la historia a Longina O’ Farrill ya la conocen: cuando Manuel Corona le dedicó la canción que, desde entonces, no ha dejado de rendir corazones. Aunque de naturaleza independiente, ambos hechos terminaron relacionándose. Si no hubiera sido por la extraordinaria fama de la pieza musical, los biógrafos de Mella no hubieran dejado constancia del nombre de su manejadora o niñera, como entonces le llamaban. Incluso, propagando errores como los que mencionamos antes. Por esa razón, es obvio, que lo más ajustado a la realidad, es nuestro resumen de hace algunos años, de lo ocurrido en El Solar de las maravillas, que era esa extraordinaria peña de cantos, que se formaba en casa de María Teresa Vera.

 

 

A todas estas, vale perfilar a Manuel Corona, un bohemio puro de noble corazón, como dirían los versos de Guillermo Aguirre y Fierro, en el recordado Brindis del bohemio, pero dejemos que sea Luis Hernández Serrano, quien nos documente con su texto: “El trovador cubano que más piropeó a las mujeres”, en una versión reducida del artículo El juglar de la mujer cubana, del autor de este trabajo, Juventud Rebelde, a inicios de 2000. Arranca Hernández, dándole el crédito merecido a este personaje: “No se puede pensar, ni hablar, ni escribir de la trova tradicional sin referirse a Manuel Corona, quien forma parte del sostén musical y espiritual de la cultura cubana”. Y tomando en cuenta, el triste final del cantautor, glosa su interesante artículo con el bolero, Yo estoy desengañado, con letra de Luis Reyes, música de Severino Ramos y cantado por Orlando Contreras: “Desengañado, /de bares y cantinas, / de tanta hipocresía, / de tanta falsedad. / De los amigos que dicen ser amigos, / de las mujeres que mienten al besar”.

 

 

Para Hernández, Corona fue: “Bohemio impenitente, noctámbulo y rebelde, nos dejó una obra donde vibra parte de nuestra identidad e idiosincrasia. De los creadores prominentes entre la trova tradicional, fue en realidad el que más composiciones grabó en discos fonográficos, aunque en vida no disfrutó de la fama alcanzada después, por sus números en el pentagrama cubano y caribeño”.

 

 

En la próxima entrega terminaremos de perfilar a nuestro héroe musical, pero se asombrarán cuando nos encontremos con un personaje de novela, Armando André Alvarado, además del periodista que nombramos en nuestra primera historia, había sido comandante del Ejército Libertador, figura prominente del Partido Conservador en el poder.

 

 

Y aquella tarde, cuando llegó a casa de María Teresa, en plena tenida de bohemios, salvó la patria por la escasez de tragos que se avecinaba, y se presentó, como el propio Casanova, orgulloso de su doncella. “Como trofeo a exhibir, traía del brazo a Longina O' Farrill. Los tertulianos vieron los cielos abiertos, porque el ilustre visitante, amante de la música y mecenas de trovadores, contribuiría a eliminar la amenaza de sequía alcohólica”.

 

 

¡No se vayan, que esto se pone bueno!

 

 


POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez

 

ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ

 

#Música #Boleros #MaríaTeresaVera #ManuelCorona

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