• Inicio
  • Cuentos
  • Minimanual
  • Agenda Cultural
  • Música
    • Boleros que curan el alma
    • Bitácora sonora
    • Música en acción
  • Caracas
    • Almanimal
    • Caminándola
    • Ciudad
    • En foco
    • Laguna de babel
    • La vida es juego
    • Pichones de Sibarita
    • Trama cotidiana
    • Trota CCS
  • Soberanías Sexuales
  • Miradas
    • Bajo la lupa
    • Crónicas gráficas del patrimonio
    • Envejecer y seguir siendo
    • Falsas Memorias
    • Miradas
    • Séptima morada
    • Visiones Liberadoras
  • Entrevistas
    • Antroponautas
    • Entrevistas
  • Mitos
  • Literato
    • Mejor ni te cuento
    • Préstamo circulante
    • Son tres párrafos
  • La Revista
    • Somos
    • Columnistas
Puedes buscar por Título de la noticia
Inserte el Título

Alberto Villalón y el polémico padre Borges

18/07/25. A 960 kilómetros de La Habana, Santiago de Cuba era el reino de la serenata, la bohemia, la música y el mejor ron cubano. Allí nació y creció la trova cubana, que trajo consigo, el primer bolero, Tristeza, de los dedos y voz del cantante y guitarrista José Vivanco Sánchez Hechavarría, Don Pepe Sánchez, que además era sastre y maestro de guitarra.

 

 

Villalón tuvo una formación musical irregular. Al contrario de lo que se cree, pocas composiciones nacieron de su autoría. Él prefería interpretar versos ajenos. Así llegó a los versos del polémico padre Borges...

 

 

Los trovadores más importantes fueron Sindo Garay, Rosendo Ruiz, Alberto Villalón, Manuel Corona, y el menos conocido, Patricio Ballagas, aunque ya lo hemos citado como profesor de guitarra de María Teresa Vera. Eran bohemios y serenateros.

 

 

De los cuatro grandes trovadores cubanos, Villalón fue el único que no era de pocos recursos, de Sindo Garay, ya lo hemos contado todo, de Manuel Corona, no sé si contamos de su muerte, en un triste burdel en Marianao, ya lo de Rosendo Ruiz, a quien llegaremos pronto. Pero en todos, había un lugar común, Santiago de Cuba, y con ella, Don Pepe Sánchez, maestro de Sindo y Villalón, quien perteneció a una familia acomodada; su padre era dueño de cafetales y fincas en las inmediaciones de Santiago.

 

 

De niño Alberto se maravilló con los grupos de son. Y su hermana América, a solicitud del padre de ambos, lo inició en el piano, teoría y solfeo, pero él, prefirió la guitarra, y se preparó con el maestro Pepe Sánchez. Más allá del tutelaje de Sánchez, y al igual que la mayoría de los grandes trovadores cubanos, Villalón tuvo una formación musical irregular. Al contrario de lo que se cree, pocas composiciones nacieron de su autoría. Él prefería interpretar versos ajenos. Así llegó a los versos del polémico padre Borges, o del poeta colombiano Julio Flórez, unos dicen que fue el cura, y otros que fue el poeta colombiano.

 

 

Julio Flórez, no era un poeta cualquiera, fue el séptimo de los diez hijos del médico liberal Policarpo María Flórez, presidente del Estado Soberano de Boyacá en 1871, y de Dolores Roa de Flórez, dama perteneciente al partido conservador colombiano. Educado bajo estricto control religioso en colegios de Chiquinquirá, nacionalmente conocida como la Villa de los Milagros, y sede de la Orden Dominicana de sacerdotes católicos que administran la fe de los creyentes en el poder sobrenatural de la Virgen del Rosario, Patrona de Colombia. Así que no podría ser casual, que fuera el autor de La Boda negra.

 

 

Esta conmovedora historia fue contada por el barbero Guillermo Muñiz, amigo de Francisco. El fígaro, al parecer, compartido con Julio Flórez, presunto autor de la composición, aunque el jesuita Carlos Borges afirma haber escrito el tétrico poema en 1885.

 

 

Crónicas de la época hablan de la vida tenebrosa de Borges, también víctima de un amor trunco. Su novia fue enviada a un convento con tal de separarlos y entonces el venezolano quiso hacerse cura, pero era muy vagabundo. Luego de tomar los hábitos lo designaron como capellán en un colegio de monjas, donde enamoró a la más bella y… días después renunció a su condición de sacerdote. Se entregó a la bebida y a escribir poemas eróticos. Se empató con otra monja, y lo echaron de la iglesia, pidió perdón a un obispo en plena calle, pero volvió a las andadas, y lo volvieron a botar, y una vez más lo volvieron a perdonar. Se llamaba Carlos Emilio de los Desamparados Borges Requena, y nació en Caracas el 22 de noviembre de 1867 y murió en Maracay, estado Aragua, el 21 de octubre de 1932.

 

 

Poeta, orador y ensayista. Los estudios de primaria los realiza en Caracas, en el Colegio Santa María. Después de estudiar unos cursos en la Facultad de Derecho, ingresa, a los veintitrés años, en el Seminario Jesuita de Caracas y, el 10 de marzo de 1894, es ordenado sacerdote. Seis años después, en 1900, se graduó de Doctor en Teología en la Universidad Central de Venezuela.

 

 

El poema en cuestión era de una letra de lo más macabra: “Oye la historia que contome un día/ el viejo enterrador de la comarca: era un amante que por suerte impía/ su dulce bien le arrebató la parca/ Todas las noches iba al cementerio/ a visitar la tumba de su hermosa/ la gente murmuraba con misterio/ es un muerto escapado de la fosa/ En una horrenda noche hizo pedazos/ el mármol de la tumbada brazos/ cavó la tierra y se llevó en sus sus brazos/ el rígido esqueleto de su amada/ Y allá en la triste habitación sombría/ de un cirio fúnebre a la llama incierta/ sentado a su lado la osamenta fría/ y sostuvo sus bodas con la muerta”.

 

 

Maria Cristina Solaeche, hija por cierto de mi profesor Carlos Solaeche, lo perfila con mucha certeza: "Borges publica, a lo largo de su vida, un único libro de poemas, que titula sencillamente Poemario, de apenas sesenta y cuatro páginas, siempre en un continuo vaivén entre el amor divino y el amor carnal, entre el altar y el lecho. Un ser humano paradójico y extravagante. La crítica literaria ha destacado su oratoria y, por el contrario, ha olvidado, la mayoría de las veces, al poeta.

 

 

Poesía enmarcada en el modernismo venezolano como uno de sus mejores representantes, el poeta Carlos Borges, con su paisaje interior, trasciende el austo moralismo, en un trasiego hacia una «elocuencia poética» que ensancha su poder insinuante, la belleza sensorial donde puede refugiarse él, quien describe sentimientos muy personales reflejos del estado del ánimo. Escoge cuidadosamente sus palabras produciendo hermosos efectos de musicalidad. Recupera versos del arte mayor, escasamente utilizados, endecasílabos y alejandrinos, en versificación regular o en versos sueltos o blancos que se ajustan a la métrica pero que no tienen rima, estableciéndose esta apenas entre el verso final de la estrofa y la rima interna, con el uso abundante de recursos expresivos, figuras literarias, adjetivación ornamental y palabras cultas y sugerentes.

 

 

Una poesía que, como afirma Salvador Garmendia, nos abre la puerta del erotismo en la poesía venezolana, un erotismo ineluctable en todos sus poemas amatorios. Como dice Antonio Arráiz: «Y los que oían o leían sus poemas sentíanse estremecidos por una inexperimentada fruición, semejante a la que produce la mezcla de lo dulce y de lo ácido en una fruta tropical, por aquella mezcla de pecado y de piedad, de sensual delectación y de ardiente misticismo, que revelaba en su autor la dualidad del poeta pagano, enamorado de la vida, y del poeta cristiano, con las miradas fijas en el más allá».

 

 

Víctima de sus excesos, Borges sucumbe ante la tentación del poder político cuando Castro, ya presidente constitucional de Venezuela desde 1901, lo llama para incorporarlo a su gabinete, nombrándole su secretario privado. Para esos momentos, su vida disipada es tan manifiesta que lo conduce nuevamente a la suspensión sacerdotal.

 

 

Se enamora apasionadamente de una mujer de la que apenas se recuerda tan sólo el sobrenombre, «Lola», pero que será la protagonista central de la mayoría de sus temas de encendido apasionamiento. Desde 1902, es colaborador de la revista El Cojo Ilustrado y otras muchas revistas literarias, en las que queda, dispersa y desorganizada, gran parte de su producción intelectual de esta época, precisamente cuando publica sus mejores poemas y ensayos.

 

 

Con la llegada de Juan Vicente Gómez, al poder va preso por cuatro años, porque era del gobierno del depuesto Cipriano Castro.

 

 

Del presidio sale cargado de nefastas vivencias, y en 1912, decidió buscar y reencontrarse con su amor Lola. Pero ella falla y Carlos Borges busca desesperadamente consuelo en el alcohol. Su faceta mística sale otra vez en su rescate y vuelve, cual mansa oveja, al redil eclesiástico, abjurando públicamente de su pasada vida «libertina» en la ciudad de Barquisimeto, ciudad en la que ejercerá de profesor en el seminario, desde 1915 a 1919.

 

 

De nuevo se enamora, y al mismo tiempo que lanza ardientes sermones desde el púlpito de su iglesia en Barquisimeto, sus poemas se vuelven cada vez más sensuales. Viaja nuevamente; se cree que lo hace con su nueva enamorada, una actriz de teatro. Luego, por razones desconocidas, regresa de nuevo al refugio de la iglesia, esta vez para dedicarse al cuidado abnegado y con esmero de un asilo católico de enfermos mentales.

 

 

Durante la última etapa de su vida se reconcilia con el tirano Gómez, quien lo nombra capellán castrense en 1919, cargo que desempeñará hasta sus últimos días. Con su existencia, a ratos licenciosa, a ratos santificante, además de pertenecer al grupo de íntimos amigos del dictador, escribe loas de magnanimidad como expresión de gratitud al “Benemérito” y a la iglesia católica, que lo recibe nuevamente en su seno.

 

 

 

 


POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez

 

ILUSTRACIÓN JUSTO BLANCO • @justoblancorui

#Boleros #Música #SantiagodeCuba #AlbertoVillalón #LaBodaNegra

Compartir

Noticias Relacionadas

Imposible, el primer bolero de Agustín Lara

  • 18/01/2024

De la fulana carta a Omara Portuondo 2

  • 15/08/2024

Edgardo Poe en el Callejón

  • 27/06/2024

Te Vendes

  • 13/02/2025
Operación Caracas Sonríe

Respeto a las infancias

El femicidio de Inoska Peña
Ubicación
  • Esquina de San Jacinto, Edificio Gradillas “C”, piso 1, Caracas 1010, Distrito Capital
  • 0212-3268703
Enlaces
  • Cuentos
  • Minimanual
  • Agenda Cultural
  • Boleros que curan el alma
  • Bitácora sonora
  • Música en acción
  • Ciudad
Enlaces
  • Soberanías Sexuales
  • Bajo la lupa
  • Antroponautas
  • Entrevistas
  • Mitos
  • Mejor ni te cuento
  • Préstamo circulante
Galería ¡CARACAS VIVA!
© 2022 ÉPALECCS | al ritmo de la ciudad