19/07/25. Del mismo grupo de trovadores cubanos que surgieron en tiempos de Pepe Sánchez, el creador del primer bolero Tristezas, continuamos con Oscar Hernández Falcón, compositor y guitarrista cubano. Famoso por los boleros La Rosa Roja y Ella y yo. También la canción "Justicia de amor", que en el año 1955 fue galardonada con el primer premio en un concurso de la Canción Cubana. Hernández nació en La Habana el 15 de marzo de 1891 y falleció el 3 de marzo de 1967.
Según la mayoría de los cronistas, realizó estudios de música con Félix Guerrero (padre), y alcanzó el tercer año de violín. Participó, junto a Manuel Corona, Rosendo Ruiz Suárez, Sindo Garay, el dúo Floro y Miguel, María Teresa Vera, Rafael Zequeira, Ramoncito García y Miguel Doble, en diferentes escenarios donde se interpretaba la canción trovadoresca cubana.
En los manuales interpretativos del simbolismo de la flor, como por ejemplo, la página “El Jardín de Nod”, encontramos que: “Las flores, con su belleza efímera y su profundo simbolismo, han sido durante siglos fuente de inspiración y admiración. Entre todas, hay una que destaca por encarnar la esencia misma de la feminidad: la rosa. Esta flor magnífica, con sus pétalos suaves y delicados, ha sido venerada en diferentes culturas como un símbolo de amor, belleza y gracia”.
En “La Rosa Roja” de Oscar Hernández, se resumen en su letra, todas esas ideas, pero agregando las espinas, como signo inequívoco del dolor: “En la triste mañana de un día invernal/ una rosa roja yo vi en tu rosal. Yo quise ofrendarla cual prueba de amor/ y al ir a tocarla la rosa me hincó. /Brotó de mis dedos/ la sangre rojiza/ de un rojo tan vivo como el de la flor/ y dije enseguida: amor con herida, /qué dulce dolor/. Así fue mi primer y único amor/. Nació de una rosa/, perfume y espinas/, amor y dolor”.
Para variar, una de las versiones, sino la primera, como la de otros trovadores, fue interpretada por el conjunto de María Teresa Vera, es un bolero son con trompeta, bongó y la guitarra de Rafael Zequeira. La Rosa es una imagen reiterativa en la trova cubana, de hecho, el propio Pepe Sánchez compuso Rosa I, Rosa II y Rosa III, tenemos ésta de Hernández, y más adelante, veremos la criolla bolero “Una Rosa de Francia” de Rodrigo Prats y Llorens, que compuso a los 15 años.
Es interesante que, en su artículo Bolero, publicado en la página Agradecidas señas, Jan Gustafsson, profesor de estudios latinoamericanos de la Universidad de Copenhague, en una revisión de muchísimos boleros, abra con la canción La rosa roja de Oscar Hernández, compuesto en 1926, señalando que parece resumir lo esencial del género musical latinoamericano por excelencia, el bolero: “Así fue mi primer y único amor/ nació de una rosa/ perfume y espina/ amor y dolor”.
Para puntualizar que, “El amor es, en el bolero, un asunto serio, imperioso y doloroso. El amor es pasión y es condena, pero peor que sufrirlo es no haberlo vivido. La rima consonante amor-dolor –a la que se suma el asonante corazón y muchas más– es más que un simple recurso poético básico y, tal vez, cursi, es, más bien, la unidad semántico-lírica fundamental de un género musical y literario que abarca decenas de miles de canciones, y otras tantas de compositores e intérpretes, por no hablar de un público de millones de personas de un continente entero”.
El otro tema emblemático de Hernández es el bolero danzón “Ella y yo”, con letra de Ulrico Ablanedo vinculado también a las flores: “En el sendero de mi vida triste hallé una flor/ y apenas su perfume delicioso me embriagó;/ cuando empezaba a percibir su aroma se esfumó/ Así vive mi alma, triste y sola, así vive mi amor/”. Un poco más bucólico, pero hermosamente poético al fin.
Margarita Mateo Palmer, al referirse a “Ella y yo”, más conocido como “En el sendero de mi vida triste”, dice: “La típica comparación de la rosa con la amada, aparece ya desde la conocida Rosa número 2 del iniciador Pepe Sánchez, y alcanza en la siguiente creación de Oscar Hernández una cuidada expresión poética, lograda a pesar de lo manido del motivo: La inaprensible y delicada condición de la mujer amada permite la identificación con la flor [...].» Y refiriéndose a Rosa roja, la misma autora expresa: Uno de los motivos amorosos que cuenta con larga tradición en la canción trovadoresca es, no ya la inrastreable comparación de las flores con la mujer amada, sino la identificación —también antiquísima— de la propia condición amorosa con la flor, que adquiere extraordinaria fuerza -por mencionar un ejemplo de nuestras cercanas raíces culturales- en la lírica del Siglo de Oro español. Valga de ejemplo Rosa roja, de Oscar Hernández, autor en cuyas canciones esta asociación se reitera.
El amor, como sentimiento contradictorio, fuente a la vez de placer y dolor, se identifica aquí, como tantas otras veces, con la rara condición de la rosa; la capacidad punzante que se oculta tras su deslumbrante belleza. En la canción Ella y yo, del mismo autor, puede advertirse que la asociación de la flor con la mujer amada rebasa el sencillo afán de exaltación y conduce a una identificación de la belleza efímera de la rosa con la fugacidad de la relación amorosa”.
La versión de María Teresa y Lorenzo Hierrezuelo, acompañados por Nené Allué y su conjunto es bomba, pero no se pierdan la de Juan de Marcos González y The Afro-Cuban All Stars, en un magnífico y amistoso duelo de soneos entre el propio Juan Marcos y su vocalista Emilio Suarez. Interesante que en la banda participan sus hijas Gliceria González (vibráfono y teclado), Laura Lydia González (clarinete) y la madre de ellas Gliceria Abreu (percusión), me imagino que pareja de Juan. ¡No se la pierdan!