01/09/25. La violencia de género es un problema multifacético que afecta a mujeres de todas las edades. Sin embargo, a menudo las conversaciones y campañas se centran en mujeres jóvenes y de mediana edad, dejando en la sombra a un grupo especialmente vulnerable: las mujeres mayores. Este sector de la población, lejos de ser inmune, enfrenta formas de maltrato que, por su naturaleza sutil y el aislamiento social, son difíciles de detectar y reportar.
La lucha contra la violencia de género debe ser una lucha intergeneracional. Sólo así podremos garantizar que la seguridad, la dignidad y el bienestar sean un derecho para todas las mujeres, sin importar su edad.
Múltiples caras de la violencia
La violencia contra las mujeres mayores no se limita a la agresión física. A menudo, se manifiesta de maneras más insidiosas, entrelazadas con la dependencia emocional y económica. La violencia psicológica es común, con insultos, amenazas y el desprecio constante por su valor y dignidad. La violencia económica es otra forma prevalente, donde el agresor que puede ser un cónyuge, un hijo o un cuidador ejerce control sobre sus finanzas, privándola de acceso a su propio dinero, propiedades o pensiones. Esto crea una dependencia que dificulta la capacidad de la víctima para escapar de la situación.
La violencia sexual, aunque menos reconocida en este grupo etario, también existe. En estos casos, la agresión a menudo se comete por la pareja de la víctima o incluso por sus propios hijos. Por último, la violencia por negligencia es una de las más comunes y perjudiciales. En esta forma de maltrato, la mujer es privada de las necesidades básicas, como alimentos, medicamentos o atención médica. Esta negligencia no sólo afecta su calidad de vida, sino que también pone en riesgo su salud y seguridad.
Barreras para la denuncia
Las mujeres mayores enfrentan una serie de obstáculos únicos al intentar denunciar la violencia. Una de las principales barreras es el aislamiento social. Muchas viven solas, o con el agresor, y tienen una red social limitada. Esto reduce las oportunidades de pedir ayuda y la visibilidad de su situación.
El sentimiento de vergüenza y la creencia de que la violencia es un asunto privado también juegan un papel importante. Las víctimas pueden sentir que están traicionando a sus familiares al denunciar, especialmente si el agresor es un hijo o un nieto. Adicionalmente, el miedo a la dependencia es una preocupación significativa. Temen que, si denuncian a su cuidador o a su pareja, se quedarán sin nadie que las apoye. Este miedo es especialmente intenso en mujeres que dependen de sus familiares para las actividades diarias.
La importancia de la visibilización
Para abordar eficazmente esta problemática, es crucial visibilizar la violencia que sufren las mujeres mayores. Se necesitan campañas de sensibilización que se dirijan a la población en general, a profesionales de la salud y a los servicios sociales para que aprendan a reconocer los signos de maltrato. Es esencial que se promuevan los derechos de las personas mayores y se les dé a conocer los recursos y líneas de ayuda disponibles.
La lucha contra la violencia de género debe ser una lucha intergeneracional. Sólo así podremos garantizar que la seguridad, la dignidad y el bienestar sean un derecho para todas las mujeres, sin importar su edad. Es hora de dejar de lado los estereotipos que asocian la vejez con la pasividad y reconocer que las mujeres mayores merecen la misma atención y protección que cualquier otra víctima de violencia.
Organizaciones que brindan apoyo a las mujeres en casos de violencia de género:
Instituto Nacional de la Mujer (INAMUJER)
División de Atención a la Violencia contra la Mujer y la Familia del CICPC
Asociación Civil Tinta Violeta
AVESA (Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa)
POR KEYLA RAMÍREZ • @envejecer_siendo
ILUSTRACIÓN JADE MACEDO • @jademusara