29/08/25. Vicente Battista ha escrito cuentos, novelas, ensayos, guiones para teatro y cine, entre otros. En la Feria Internacional del Libro de Venezuela 2025 lo anunciaron como ganador del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos en su edición número 21 por su obra más reciente.
Cada historia de alguna manera exige su modo de narración, la llamada distopía es un modo de la literatura fantástica que, mal que nos pese, en un futuro no tan lejano dejará de ser literatura fantástica para convertirse en literatura realista.
Se trata de El simulacro de los espejos, donde términos como “El Lugar”, “Las Escogidas”, “Los Escogidos”, representan a un conjunto de símbolos y metáforas en los que percibimos olvido y carencia de razón en cuanto a la propia existencia. Una obra que invita a reflexionar sobre la pérdida de identidad en un contexto en el que la humanidad parece abrirle camino a un sistema donde la memoria y la historia no tienen importancia.

El autor estuvo en Venezuela para recibir uno de los galardones más significativos de la literatura latinoamericana. En Caracas compartió con la escena cultural del país y dejó su impronta.
Desde Épale CCS intercambié con el creador de una larga lista de textos como El libro de todos los engaños (1984), Sucesos argentinos (1995), El final de la calle (1992), Walsh, 1957: acerca de Operación Masacre (2019), entre otros.
Después de varios años sin publicar, y siendo que, entre sus publicaciones, predomina el género policial, ¿por qué regresó con una novela distópica que interpela al lector, e invita a una reflexión profunda de nuestra sociedad?
Incluso en aquellas novelas que escribí y no se encuadran en la categoría de policial, hablo de El libro de todos los engaños, Gutiérrez a secas y El crepúsculo de los espejos, encontraremos cierto tono policial: un enigma a resolver, la búsqueda de un libro imposible o el lugar donde habitan los correctores.
Soy un apasionado lector del género policial, acaso por eso intento imprimir cierto suspenso en mis textos. Algo que se advierte en El simulacro de los espejos, una novela distópica, como bien decís, que, por supuesto, interpela al lector, deja que él sea quien, en definitiva, cierre o intente cerrar esa historia. Siempre intento que el lector no sea un mero espectador, sino un participante del relato, algo que intento llevar a cabo en todos mis cuentos y novelas, más allá de la circunstancia del género.
En su novela usa términos como "El Lugar", "Escogidos", "Escogidas". Palabras digamos "genéricas" que representan la pérdida de identidad. ¿Es El simulacro de los espejos una novela que aborda esa realidad intrínseca a un sistema que nos prefiere distanciados de nuestra memoria histórica?
Efectivamente, es lo que me propuse. Los Escogidos y Las Escogidas que ingresan a El Lugar fatalmente pierden su identidad, aunque eso no parece preocuparles, tampoco les inquieta haber abandonado todo lo que se relaciona con el exterior, El Afuera, como le dicen.
En síntesis, carecen de memoria histórica: quienes habitan "El Lugar" no tienen pasado, han perdido su propia memoria. Sin duda, muchos de los regímenes que hoy imperan en numerosos sitios del planeta tienen, entre sus diversas consignas, borrar la memoria histórica de los pueblos, se trata de un modo efectivo de dominar a sus habitantes.

Para ello te hacen creer que, gracias a las redes sociales, al WhatsApp, y a otros muchos elementos de parecido calibre, estás más comunicado que nunca. Es una reverenda mentira. En la actualidad, el diálogo se reduce a unas pocas palabras sintetizadas en una columna o grabadas también de manera sintética.
Sin duda, la tecnología tiene sus aportes positivos. Como dirían nuestros abuelos, no podemos negarnos al paso del progreso, pero cuidado con esos pasos: en lugar de charlar cara a cara, mirándonos a los ojos, hoy lo hacemos mirando la pantallita del celular, eludimos el contacto físico, cada vez nos alejamos más de las caricias.
Suelo pensar que, en los antiguos fogones, donde los hombres y las mujeres se reunían alrededor del fuego para contar sus cuitas, no había maravillas tecnológicas, pero estoy seguro de que estaban más comunicados.
En su novela hay símbolos y metáforas que, dentro de un relato de ficción, describen un sistema de dominio... ¿qué parte de nuestra realidad quiso describir en El simulacro de los espejos y por qué es necesario mostrarla mediante un género como la distopía?
Cada historia de alguna manera exige su modo de narración, la llamada distopía es un modo de la literatura fantástica que, mal que nos pese, en un futuro no tan lejano dejará de ser literatura fantástica para convertirse en literatura realista.
Aún estamos lejos de los viajes a Marte que proponía Bradbury, pero muchas de las fantasías imposibles que planteaba Verne hoy se han hecho posibles y las aceptamos naturalmente.

Teniendo en cuenta el auge de los algoritmos relacionados con la pérdida de identidad, ¿es su novela un recordatorio sobre lo que nos puede arrebatar, el uso de las redes sociales, inteligencia artificial y otras tecnologías de forma irresponsable?
Sin duda, en el capítulo 36, casi al final de la novela, se hace mención a la inteligencia artificial y a los algoritmos. El capítulo cierra de este modo: “El menor de los cuatrillizos Malerba se volvió a sentar, agachó la cabeza y preguntó, resignado: ¿Soñaremos con ovejas eléctricas?”
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No es necesario explicar que se refiere a ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, la formidable novela de Philip Dick, quien en 1968 presagió lo sucedería medio siglo después.
El título y el epígrafe de Borges sugieren que la realidad en la novela es una simulación. ¿Estamos ya en ese punto en el que desconocemos la delgada línea entre lo real de lo artificial como ocurre con los personajes que llama "Escogidos" y "Escogidas"?
Según se mire, toda literatura es simulación. Por supuesto, tanto los Escogidos como las Escogidas son criaturas de ficción, lo que no impide que se los confunda con seres reales. Gregorio Samsa, el personaje de La Metamorfosis, de Kafka, una mañana se despierta convertido en un insecto, desde el momento en que los lectores lo acepten y continúen con la novela, Samsa se convertirá en un sujeto real.

¿Por qué debemos llegar a ser como Octavio Premisse?
Eso depende de cada cual. Octavio es una anomalía en El Lugar, eso se aclara en las primeras páginas de la novela. Nunca se sabe por qué ingresa a El Lugar, pero desde el momento en que entra se convierte en la criatura que llevará el relato, su mirada es esencial, jamás abandona la narración.
Es preocupante como las juventudes alrededor del mundo siguen tendencias y modas impulsadas por influencers y algoritmos, renegando de su historia, sus memorias. ¿Por qué es necesario que estas generaciones lean El simulacro de los espejos y aborden mediante debates estas problemáticas?
Pecaría de presumido si pensara que mi novela pretende abrir debates con los jóvenes de estos días; sólo me contentaría con que la leyeran, no tengo idea de qué podría suceder después de esa lectura.
Ganar un premio tan prestigioso como el Rómulo Gallegos es un hito. ¿Qué significado tiene para usted este galardón desde el punto de vista literario, pero también al reconocimiento de obras con un contenido que propicia el debate?
El Simulacro de los Espejos fue elegida entre las 472 novelas que concursaron, que un jurado de indiscutible calidad y probado prestigio le haya otorgado el premio por unanimidad, que ese premio sea el Rómulo Gallegos, sin duda me provoca una alegría infinita. Espero que esa alegría de algún modo se repita en aquellos lectores que se interesen por El Lugar y por lo que sucede con los Escogidos y las Escogidas que ahí habitan.

¿Qué papel cree que juega Venezuela en la actualidad geopolítica regional y global, y con qué se queda de la experiencia de transformación socio política venezolana?
Recuerdo que, en el peor momento económico de la Revolución Cubana, el Período Especial, se lo denominó, el gobierno revolucionario se vio en la necesidad de reducir su presupuesto, sólo lo aumentó en dos ítems: Salud y Cultura, porque apostaba y apuesta por un pueblo sano y culto.
Si bien Venezuela no padece el Período Especial que soportó Cuba, sufre el acoso permanente de los Estados Unidos de Norteamérica. El bloqueo comercial al que la someten los jerarcas del norte es la definitiva prueba de ello. Sin embargo, el actual gobierno sigue apostando fuerte por la cultura en todas sus manifestaciones.
La vigencia del Premio Rómulo Gallegos es una clara muestra de ello. En esta última convocatoria, desde el exterior se alzaron voces en contra del premio, aseguraban que no había que presentarse porque estaba instaurado por una dictadura. Esos chirridos sirvieron de poco: en esta oportunidad hubo cerca de quinientos escritores y escritoras que enviaron sus novelas. La cifra fue elocuente: duplicó el número de novelas presentadas en convocatorias anteriores. Las banderas que levantó el comandante Chávez siguen flameando y eso es lo que de verdad importa.

POR SARAH ESPINOZA MÁRQUEZ • @sarah.spnz
FOTOGRAFÍAS CORTESÍA MONICA SANCHEZ