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Caminándola con calma

04/09/25.

 

Barinas

 

Desde adentro del río, con el agua al cuello, lenta la corriente, turbio el pergamino, el caminante preguntó. Desde fuera, el fotógrafo Félix Gerardi, de ahora en adelante él, respondió; su voz, que se la hubiese llevado quien se lleva las voces de aquellos que miran a las ciudades mirar, se territorializó, como dicen los sociólogos; se posó en los charcos de Caracas, ahora con movimiento, se sostiene en La piel de la Pachamama y en algunas fachadas de San Agustín, pero del norte. Es una voz ronca. 

 

 

Así, científicamente hablando, si usted no sabe lo que es cortisol, pudiera, sólo pudiera, dejar de leer esto y ponerse a ver TikTok. Y si junta en una frase cortisol oxidante, estrés, arrecheritas, enojos, barrancos, precipicios, loterías... motos, autobuses, matraqueo, huecos y vidriotempladoinstaladoundólar, entonces, al asunto del agua helada hay que montarla en la olla, sin presiones. Sin líos. 

 

 

Cuando uno, con el perdón de las terapistas de aquellos lenguajes, va para Naguanagua, por ejemplo, desde la terminal de La Bandera, en la autopista Valle-Coche, se ve una estructura rara. Muy rara. Contenedores pintados y rampas al cielo, talleres, formación, juventud, anfiteatros y joropo, en vivo, tipo vente tú. Seguridad, estacionamiento, más contenedores. Alguna vez la lavadora, un escaparate con espejo y el sofá estuvieron ahí, en uno de esos contenedores. Y la olla de presión, que ella tanto me la pidió. Cosas de los puertos y las partidas.

 

 

 

 

 

A Tiuna el fuerte, que es como se llama esa estructura rara, Rosny Francisco Reina llega, sonrisa mediante. Activo. Pocas palabras nocturnas y a calentar el cuerpo. “¡Uh, ah!”. Otra vez. Muchas veces. En el “uh”, con las piernas flexionadas, el cuerpo giraba hacia la izquierda; “ah”, y la columna se tuerce hacia la derecha. La respiración, “el control remoto de nuestras emociones”, se hace presente en la nariz, en el cuerpo, en el atardecer, en el hielo.

 

 

Es un tobo grande, portátil. Él, semidesnudo, como casi todos bajo la ropa, a decir de Marialcira, mete el pie de la pierna derecha primero, las manos bajo las axilas, la izquierda después; se agacha y el agua, a la temperatura indicada para congelarse, le llega hasta el cuello. Desde afuera, nadie preguntó.

 

 

 

 

Silencio

 

 

Cuando la bici-cultora, y cantora, Amaranta, habló de él, dijo que “su poder creativo, tan fuerte y amplio, refleja a su pueblo”. Él, sin reflejos, estaba hundido ahí. Un fractal por dentro. Más silencio.

 

 

Con los dedos, porque ahora se hace así, la cámara del celular hace un primerísimo primer plano del rostro de él. Ojos cerrados, respiración suave, sanación en el camino, que escogió desde hace un tiempo, quizá desde aquella vez en ese río barinés. O antes, cuando estuvo montado en una rama de un árbol esperando al político aquel para la foto necesaria. O después, cuando los charquitos de Caracas entraron en la Galería de Arte Nacional. 

 

 

El temblor

 

 

“Mi nombre es Rosny Francisco Reina. Soy de aquí, de la comunidad Valle-Coche, tengo 42 años y entré en este mundo del bienestar a través de una invitación a una sesión…”.

 

 

Para la gente de esta comunidad, un “parecochero” tiene, en eso que llaman imaginario colectivo, un dejo de tensión, un momento difícil en el que por esta zona de inundaciones y de linderos en los que la palabra no basta, la libertad no se negocia. Se tiene y punto. Con la sonrisa vibrante, para nada congelada, el joven Rosny continúa: “…porque, en aquel tiempo, pasaba por un momento depresivo. Esto fue lo que me ayudó a salir de ese estado. Quedé tan conectado con la terapia porque el hielo me ayudó a encontrarme con mi propio ser, a través de un estado de incomodidad tan brutal, hermano, porque no es fácil. Eso es lo divertido”.

 

 

 

 

Periodismo científico

 

-¿Por qué hacer esto? 

 

Sin perder la sonrisa, Rosny se pone “serio”: “Tiene tantos beneficios… te voy a responder de manera científica: te libera del cortisol oxidante”.

 

Así, científicamente hablando, si usted no sabe lo que es cortisol, pudiera, sólo pudiera, dejar de leer esto y ponerse a ver TikTok. Y si junta en una frase cortisol oxidante, estrés, arrecheritas, enojos, barrancos, precipicios, loterías, los empaques de leche Los Andes a dos dólares en la avenida Baralt, salpicados por la lluvia, derechitos, sin que se lea “Prohibida la venta al público” en letras rojas; templos (o iglesias, o cines que ya no son), casinos, motos, autobuses, matraqueo, huecos y vidriotempladoinstaladoundólar, entonces, al asunto del agua helada hay que montarla en la olla, sin presiones. Sin líos. 

 

 

Él, antes de mojarse, hacía fotos. Después, también. Como en el vuelo en parapente, pero sin la poética del humo de Machado, Wilfredo: un poeta que cree que jugando con los juguetes de Mario Calderón, etcétera; finalmente, él sale de esa ponchera, con el perdón del tobo, luego de meter el rostro, que por lo general no se le veía con la cámara réflex, que llaman. El éxtasis, si es que se puede llamar así, en estos tiempos en los que se duda de dudar; dudamos si callamos, o si hablamos. En el hielo no hay ninguna duda: el rostro de él, y el éxtasis, repito, si es que se puede llamar así, como al final de aquel vuelo en parapente, apareció en el rostro mojado. Un buen lente, quizá, hubiese identificado alguna lagrimita. 

 

Rosny me pregunta qué tal. Pregúntenle a él. Yo le pregunto, a Rosny, que qué pasa si me preguntan. “Dale mis redes sociales”.

 

Si va: @upalirespira

 

 

 

 


 

POR GUSTAVO MÉRIDA • @gusmerida1 

 

FOTOGRAFÍAS FÉLIX GERARDI • @fotogerardi

#Caminándola #TiunaElFuerte #RosnyReina #Terapia

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