04/09/25.
No está en las estrellas mantener
nuestro destino sino en nosotros mismos
William Shakespeare
Hace unas décadas Venezuela vivía un momento estelar en su teatro. Se habían conformado muchos grupos. Se presentaban muchas oportunidades para mostrar no sólo una puesta en escena, sino también el trabajo en equipo. Era una estructura para la reflexión, discusión, lecturas, posiciones políticas, estéticas; concepciones actorales, de puesta en escena y de la significación del teatro. Los teatreros vivían con optimismo ese presente y parecían dispararse al futuro.
“Yuma” ya no está. Pareciera haberse ido antes de tiempo, dado que ahora es cuando tenía para hacer y enseñar... Yuma sigue sorteando el viento en contra. Y esa estela que fue forjando durante años es ahora parte de un futuro que nos concierne.
El Taller Experimental de Teatro A Dios dedico este arroz, liderado por Eduardo Gil, era una de las referencias de aquel momento histórico. Era profundamente respetado, tanto por el público que fue formándose alrededor de esas proposiciones, como por la crítica y por los teatreros que estaban imbuidos en otras concepciones del teatro.
Yuma era una de las figuras centrales de ese grupo, con actuaciones memorables y una disciplina que se le veía en cada gesto, además de su talento y una vocación a todas luces inquebrantable.
Fuera de escena, este portentoso actor no tenía la apariencia de serlo, más bien lucía introspectivo, sin posturas de quien se las come todas. Más bien parecía que estuviese librando una lucha para vencer su timidez o tal vez luchando por permanecer verdaderamente despierto. Seguramente ambas cosas.
Esos cuentos sobre árboles flexibles capaces de aguantar las más feroces tempestades, se parecen a la imagen de Yuma caminando por una calle, participando en una asamblea, hasta en un saludo. Con una fortaleza que apuesta a vivir con la reciedumbre del roble y, al mismo tiempo, con la flexibilidad que le permitía enfrentar al viento sin hacerle resistencia inútil y poder seguir adelante.
Y aunque aquella prospección del teatro venezolano de hace décadas, que auguraba un futuro luminoso, no se cumplió, Yuma se mantuvo. Siguió haciendo lo suyo. Y se sumó a esa batalla que se acerca a ese teatro vivo y contundente que se está dando poco a poco, a pesar de la adversidad que arrojan sobre nuestro país. Es una tarea que debe hacerse día a día sin mecenazgos, arrimando el hombro.
Ahora Guillermo Díaz, “Yuma” ya no está. Pareciera haberse ido antes de tiempo, dado que ahora es cuando tenía para hacer y enseñar. Sin las patrañas del más allá, es claro que habita en nuestro devenir histórico, Yuma sigue sorteando el viento en contra. Y esa estela que fue forjando durante años es ahora parte de un futuro que nos concierne.
POR RODOLFO PORRAS • porras.rodolfo@gmail.com
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta