15/09/25. En un mundo donde las redes sociales nos bombardean con imágenes de cuerpos esculturales y rostros sin imperfecciones, surge un nuevo término para describir una creciente preocupación: la midorexia. Aunque la palabra evoca la crisis de la mediana edad, este fenómeno no se limita a las generaciones mayores. Cada vez más, adolescentes y adultos jóvenes, influenciados por la presión social y las tendencias digitales, sienten una ansiedad desmedida por el envejecimiento, un proceso que es natural e inevitable.
La clave para combatir la midorexia y el miedo al envejecimiento reside en la autoaceptación. Es fundamental que los jóvenes y adultos de hoy entiendan que su valor no está en la cantidad de seguidores que tienen, ni como lucen físicamente, sino en su carácter, su talento y las conexiones que construyen.
La batalla entre las arrugas y los filtros
La midorexia, una combinación de mid-life (mitad de la vida) y orexis (apetito o deseo en griego), es un trastorno psicológico que se traduce en el pánico a envejecer y, por ende, al aumento de operaciones estéticas, pero también al uso descontrolado de cosméticos antienvejecimiento. Porque sí, todo lo que implique hacerse viejo (a) “hay que erradicarlo”.
Esto genera una obsesión por prevenir los primeros signos del tiempo, como las líneas de expresión incipientes, las canas o, en el caso de los hombres, la caída del cabello.
En personas entre veinte y treinta años, la intención de frenar el paso del tiempo se manifiesta de forma particular. La piel lisa, el cabello brillante y los cuerpos tonificados que ven en Instagram y TikTok son percibidos como lo aspiracional.
La incongruencia es evidente: a la vez que celebran lo auténtico y diverso, la generación Z recurre a filtros y aplicaciones de edición para "corregir" sus imperfecciones, creando una realidad virtual que distorsiona y enajena. Esta búsqueda de la perfección sin fisuras puede derivar en una baja autoestima, insatisfacción corporal y, en casos extremos, trastornos alimentarios o la necesidad de someterse a cirugías a edades cada vez más tempranas.
Envejecer con dignidad: una conversación que debe plantearse
El envejecimiento no es sinónimo de decrepitud. Es un proceso de madurez, sabiduría y acumulación de experiencias. Las arrugas son el mapa de una vida vivida; las canas, un signo de los años recorridos. La sociedad nos ha enseñado a temer a estos cambios, a ocultarlos y a combatirlos, en lugar de aceptarlos y celebrarlos.
En vez de rechazar la vejez, hay que aceptarla como una etapa más de la vida. Implica cuidar de uno mismo (a), tanto física como mentalmente, pero sin la presión de parecer de veinte años para siempre. Se trata de encontrar la belleza en la naturalidad, de valorar la experiencia por encima de la apariencia.
La importancia de la autoaceptación
La clave para combatir la midorexia y el miedo al envejecimiento reside en la autoaceptación. Es fundamental que los jóvenes y adultos de hoy entiendan que su valor no está en la cantidad de seguidores que tienen, ni como lucen físicamente, sino en su carácter, su talento y las conexiones que construyen.
Es tiempo de redefinir lo que significa envejecer. No es un declive, sino una evolución. No es una pérdida, sino una ganancia. Un proceso inevitable que no tiene por qué ser temido, sino vivido con plenitud.
POR KEYLA RAMÍREZ • @envejecer_siendo
ILUSTRACIÓN JADE MACEDO • @jademusaranha