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Vinotinto con alma llanera

18/09/25. Tras la hecatombe en Maturín y el fin del ciclo de humo y la fe ciega del Bocha, la Federación Venezolana de Fútbol (FVF) debería enterrar el cuento del proyecto de otro salvador extranjero que siempre termina en fracaso. Los únicos procesos que produjeron avances palpables en el fútbol y en resultados fueron los de Richard Páez Monzón y César Farías. No clasificaron a un Mundial, es cierto, pero el primero cambió la historia de derrotas y dio a Venezuela una identidad de juego. Esa manera de jugar de la Vinotinto de Páez con fútbol combinado, posesión, control del balón, desbordes e irreverencia que alcanzó su apoteosis en el Centenariazo con el 0-3 ante Uruguay se desnaturalizó tras su salida.

 

 

Del "Mano tengo fe", consigna publicitaria vacía para alimentar emociones, deberíamos pasar a la Vinotinto con fútbol, que impulse una idea de juego en todas las categorías para competir con identidad.

 

 

Desde entonces el ganar como sea, con el cuchillo entre los dientes sin importar la idea de juego, se convirtió en dogma. La consecuencia es que perdimos la identidad Vinotinto que alguna vez nos hizo soñar en grande y tampoco se obtuvo la bendita clasificación a la Copa Mundial, porque si no dominas la pelota no hay técnico bien intencionado o charlatán que valga en el banquillo.

 

 

En el fútbol siempre hay que recomenzar, es un pan que se hornea a diario. Brasil superó el Maracanazo, salió fortalecido y se convirtió en la mejor selección de la historia de los mundiales con cinco títulos. También debemos reponernos del Maturinazo. Lo primero es aceptar la realidad. No somos y tal vez nunca seremos una potencia en este deporte que tiene una Liga Futve poco competitiva en relación a Suramérica y que no produce talentos al por mayor como nuestros rivales en la Conmebol.

 

 

Pero ese tema de las estructuras daría para varios ensayos y el punto aquí es ¿qué hacer ahora con la Vinotinto? La solución la tiene la FVF. Pudiera tocar las puertas de Richard Páez y retomar un proyecto que quedó a medio camino o iniciar otro de cero sin ir al extranjero.

 

 

Y el Director Técnico más apropiado que tiene a la mano la FVF para asumir esa nueva responsabilidad desde las bases de las categorías menores es Oswaldo Vizcarrondo. Sabe lo que es defender la Vinotinto desde que era un niño, cuando fue convocado por Lino Alonso para la sub-17 de Lima. Formó parte de los ciclos de Richard y Farías, por lo que conoce a fondo lo que es jugar con irreverencia y los dientes apretados.

 

 

También ha vivido a fondo la realidad del fútbol nacional, conoce la idiosincrasia del jugador criollo para sacarle máximo provecho a sus cualidades. Le sobra experiencia en las eliminatorias suramericanas y nadie le puede echar cuentos de cómo se debe jugar cada lance. Se formó como entrenador en Francia y ya demostró en la selección sub-17 la riqueza conceptual que inculca a sus equipos. Nada de pelotazo ni de esperar al rival escondido en su terreno. Lo de Vizcarrondo es presión, reducción de espacios, sincronismos, control del balón y llegadas en bloque como exhibió su equipo en el Suramericano de Colombia.

 

 

Desde los días de Páez no se veía una selección que deleitara tanto en la cancha como esta sub-17 de Vizcarrondo que fue tercera en el Suramericano de Colombia y en noviembre jugará el Mundial de Catar. Decíamos que este nuevo proyecto debe tener un gen Vinotinto, por lo que los ayudantes de Vizcarrondo deberían ser jugadores que también brillaron en la selección nacional como Juan Arango, Nelson Carrero, José Manuel Rey, Rubert Morán y un largo etcétera. Del "Mano tengo fe", consigna publicitaria vacía para alimentar emociones, deberíamos pasar a la Vinotinto con fútbol, que impulse una idea de juego en todas las categorías para competir con identidad.

 

 

No sé si clasificaremos al Mundial de 2030, pero al menos se jugará con alma llanera.

 

 

 


POR GERARDO BLANCO •  gerarblanco65@gmail.com

 


ILUSTRACIÓN JUSTO BLANCO • @justoblancoru

 

 

#LaVinotinto #Fútbol #Vizcarrondo

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