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Carlos Cova: La historia de Caracas comenzó a exigirnos ser contada

Uno de los miembros fundadores de esta revista nos cuenta su experiencia estando al frente de este proceso creativo. Además nos da su mirada de lo que es Épale CCS hoy.

03/10/25. Hay personas que con una conversa improvisada en cualquier esquina, te enseñan de lenguaje y comunicación con cada palabra, idea y conexión que hace sentido hasta en la vida cotidiana. Cuando hay una apropiación de lo dicho, no hay palabras de más, no hay nada que estorbe ni que redunde, sólo hay un tejido de signos y símbolos que crean ideas para darle vida a las palabras. Para mí, un verdadero tejedor es Carlos Cova.

 

 

...una experiencia que revitalizó mi fe en los proyectos colectivos... Se avivó también mi amor por la ciudad, homenajeada permanente de la revista: su habla, su tradición, sus hitos, su historia. 

 

 

Lo conocí estando al frente de esta revista cuando aún era impresa, y tiempito después le propuse escribir algunos artículos en la sección Soberanías Sexuales, yo atravesaba un puerperio que casi me lleva a la depresión y esa columna fue uno de los espacios que conseguí para sanar, es decir, escribir para Épale en este momento me salvó. Siempre oculté identidad con un seudónimo para describir los hechos, pero un día Carlos me preguntó, como buen editor, si era yo quien estaba atravesando mis historias contadas y le confesé que sí.

 

 

Carlos Cova es publicista, escritor y editor; en un artículo escrito por Marlon Zambrano lo describe como "observador de la ciudad, cronista de sus estampas y fotógrafo". Quisimos entrevistarlo, esta vez, a propósito del decimotercer aniversario de la revista Épale CCS porque fue, durante siete años y más, constructor de este proyecto colectivo.

 

 

Uno de los fundadores de Épale CCS, hoy nos cuenta su mirada de lo que es hoy este medio de comunicación caraqueño.

 

 

¿Cuánto tiempo estuviste al frente de la revista? y ¿qué fue lo que más te gustó?

 

 

Soy miembro fundador de Épale CCS. Participé en la creación de la revista, en el proceso de racionalización y definición de su estructura, iniciado varios meses antes de la salida a la calle de su primer número (en octubre de 2012). Me retiré en septiembre de 2019. O sea, siete años largos.

 

 

Se trató de una experiencia que revitalizó mi fe en los proyectos colectivos, en la posibilidad de sostener con mística e ilusión un propósito editorial. Se avivó también mi amor por la ciudad, homenajeada permanente de la revista: su habla, su tradición, sus hitos, su historia. La historia de Caracas comenzó a “exigirnos” ser contada y nosotros nos fuimos dejando llevar. Desde luego, el nivel del trabajo que conseguimos nos reafirmó en nuestras convicciones revolucionarias y en la tarea de mostrarlas o descubrirlas en la esencia de lo caraqueño. El hacernos eco de estas reivindicaciones, entre ellas las referidas particularmente a la mujer venezolana ‒Épale CCS nació con un claro perfil feminista‒ nos hizo sentir útiles en la tarea de comunicar contenidos necesarios y de calidad.

 

 

Participó de su concepto, incluso desde antes de salir al ruedo el primer ejemplar.

 

 

Ahora que es digital ¿qué debería cambiar para seguir siendo una ventana del pueblo caraqueño?

 


Cuando la guerra económica comenzó a apretar, nos vimos obligados a alternar la edición impresa con la edición digital. Indudablemente, esto afectó su esencia, dado que fue concebida como una revista impresa. Esto quiere decir que mucho de su contenido, la forma en que este se generaba de una semana a otra, se forjaba en nuestras mentes ya proyectado sobre una página de papel, lo cual, si bien parece irrelevante, en nuestro caso, comunicadores prendados de una tradición hemerográfica como la venezolana, fungía como estímulo: queríamos no sólo generar el contenido sino verlo impreso, saberlo en las manos de otros lectores, valorado en su materialidad (no pocos lectores llegaron a coleccionar sus innumerables ediciones). Durante esa fase de transición, en la cual la revista se imprimía una semana sí y una semana no, mantuvo su diseño y se distribuyó en formato PDF. Quien contara con una pantalla digital podía seguirla “hojeando” y leyendo a la manera clásica, página por página.

 

 

Todo este rodeo sirve para decir que, a mi modo de ver, fue un gran error prescindir de la versión en PDF de Épale CCS. Al eliminar el concepto de “impreso”, este perdió su naturaleza. Nunca será lo mismo “navegar” una página web. Es decir, el atributo de revista se extravió en ese momento, disuelto en la forma, decididamente más caótica, en que se lee el contenido de Internet.

 

 

No es, pues, que haya cambiado o que deba cambiar su contenido para que la publicación consiga mantener su lealtad entre los lectores. Si hay un reto, ese debe ser rescatar su configuración de revista, como tantas que hoy circulan en los medios digitales. Presumo que, dado que la pantalla masificada (el celular) ya es un logro, el trabajo debería estar en idear una forma de hacer llegar esa versión en PDF, o el formato que resulte más avanzado, a los teléfonos de los caraqueños. Y, de modo complementario, que sus hacedores, los editores de la revista, potencien su interés específico, traducido en vistosas y creativas fórmulas editoriales, con secciones claramente definidas, que evolucionen, que descifren necesidades de los lectores, que otorguen, en definitiva, personalidad a la publicación.

 

 

Considera que "fue un gran error prescindir de la versión en PDF".

 

 

¿Volverías?

 


Extraño esa mística repartida entre los integrantes de un colectivo que creen en lo que hacen, que nunca reducen su emoción original, que se sienten orgullosos del producto que generan. En aquella etapa había un momento mágico, podríamos decir, en la dinámica de la revista: la reunión de pauta. Era el instante en que la voz de todos los miembros del equipo competía por convertirse en idea, mediante un intercambio emocionalmente muy nutritivo. El más mínimo aporte derivaba en una incitación para explorar tópicos inéditos. Si un tema resultaba poco interesante le buscábamos la vuelta, hurgando en sus resquicios desconocidos o incómodos.

 

 

Aquellas dinámicas trascendían lo laboral y se convertían en un incentivo vital. El punto es que aquello que conseguimos con la revista lo hicimos entre todos, partiendo de cero, asumiendo un reto aún más interesante por lo novedoso. La respuesta, entonces, es: volvería en esos mismos términos.

 

 

Algo que decir a quienes nos siguen leyendo...

 

 


Les pediría lo mismo que buscaba durante mi labor en la vieja Épale CCS, generando contenidos atractivos sobre la ciudad: que quieran a Caracas. Nuestra capital es un entorno fascinante tanto por lo que muestra como por lo que esconde. No es fortuita en mí esa fascinación. Por un tiempo creí, como sucede con ciertos amores no correspondidos, que estaba enamorado solo. Y el caso es que durante mucho tiempo Caracas fue una ciudad malquerida. Lo que recibimos de ella es lo que le damos. Se trata, por tanto, de un amor exigente, que espera reciprocidad. No son tiempos para el amor incondicional…

 

 

Danos tus deseos para este nuevo año de creación y resistencia.

 

 


Hablarle de resistencia a un caraqueño de estos tiempos resulta quizá ocioso. En un mundo que comprobamos globalizado en sus amenazas, todos los temas son pertinentes. Nunca como ahora los enemigos del mundo muestran sus intenciones de manera tan obvia. Aunque el ejemplo pueda resultar algo superficial sirve para comprender el punto: las guerras de hoy se dan entre los buenos y los malos. Sabemos que los malos son, por obra u omisión, quienes ejecutan el genocidio de Gaza, quienes comercian con armas, quienes azuzan guerras, quienes niegan el cambio climático y nada corrigen de las circunstancias que lo aceleran, etcétera. La tarea de un medio como Épale CCS puede estar en descifrar, a través de su contenido, las formas en que se nos mete, a los venezolanos y al mundo entero, en una mala película de Hollywood. Y, por supuesto, las formas que aplicarían para abandonar esa precaria función de cine.

 

 

 

La revista Épale CCS cumple trece años, escrita por un equipo que cree en la creación colectiva y en la memoria oral del pueblo caraqueño.

 

 


 

POR NIEDLINGER BRICEÑO PERDOMO • @linger352

 

FOTOGRAFÍA ARCHIVO ÉPALE CCS / CORTESÍA

 

ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta

#CarlosCova #ÉpaleCCS #13Aniversario

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