24/10/25. A menudo solemos pensar que algunos galardones exaltarán las bondades de la humanidad, una forma de resarcir los daños que ella misma se hace, una forma de pensar que podemos ser de alguna manera, buenos. Eso solía ocurrir con los premios Nobel, sobre todo los de literatura y los “de la paz”. Hasta que empezaron a salir nombres desconocidos en este lado del mundo, es decir, de América Latina donde un acentuado multilingüismo despega la creatividad, la expresividad y la solidaridad tanto como cualquier otra región del Sur Global. Esto quiere decir, sin más, que se trata de una imaginación ético-moral capaz de hacernos reconocer que somos sujetos histórico-políticos capaces de redimirse a sí mismo.
...este premio comenzó a desprestigiarse después que empezó a otorgársele a algunos personajes que es más que evidente su falta de compromiso por la humanidad y por respeto a esta...
En cierta forma pensaba que los premios a Mistral, García Márquez, Neruda, Asturias, Paz y hasta el propio Vargas Llosa –salvando las distancias ideológico-políticas-, podía dar cuenta de eso que somos como humanidad a este lado del mundo.
La cuestión se pone seria cuando se trata del Nobel de la Paz, un premio concedido como pretexto para que contribuya significativamente en hacer del mundo un lugar más habitable. La demostración de la concesión de este premio a personas como Pérez Esquivel (1980), Rigoberta Menchú (1992), enaltecían el espíritu que veíamos en sintonía con otros grandes del mismo sur global que hasta entonces lo habían recibido: Luther King (1964), Teresa de Calculta (1979), Desmond Tutu (1984), sin olvidar que un año después de Menchú lo haría el inmenso Mandela. No olvidemos por favor, el honorable rechazo del vietnamita Le Duc Tho, al enterarse que se le había concedido a él junto a Kissinger en 1973.
Es obvio que en cierta forma este premio comenzó a desprestigiarse después que empezó a otorgársele a algunos personajes que es más que evidente su falta de compromiso por la humanidad y por respeto a esta, al menos yo, no los citaré aquí.
Sirvan estas líneas para revisar las trayectorias biográficas de los galardonados y profundizar así nuestras convicciones ético-morales por una humanidad al servicio de sí misma y no en pos de su aniquilación.
Muchas Gracias.

POR BENJAMÍN EDUARDO MARTÍNEZ HERNÁNDEZ • @pasajero_2
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta