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Rabipelado… un hermano que nos enseña a vivir

De su preservación depende nuestra sobrevivencia

02/05/25. Pensé que ya no vivía, se quedó quieto ahí, en medio de la vereda. La gata salió disparada, y lo dejó, pensé que tal vez un zarpazo fulminante había acabado con su vida. Días atrás la había llevado a la cama, lo aferraba a su boca, auténtica presa, trofeo tal vez a punto de ser compartido con su humano, un servidor, como sabemos, de los gatos.

 

 

...me acerqué aquella noche a él, lo creí muerto, intenté moverlo y nada, me alejé un poco y salió corriendo. El rabipelado, con su astucia, me enseñó, una vez más, una de sus estrategias para seguir existiendo.

 

 

¿Qué es esto? Preguntó papá, –pensé que era una rata- agregó, pero no era así. Un rabipelado, gran parecido, normalmente omnívoros, inofensivos, léase bien, inofensivos, no suelen ser carnívoros. Busco bien, sí, pueden comer gallinas, animales pequeños, pero la mayoría, según, comen frutas…

 

 

Como todos, absolutamente todos los animales, demuestran su lugar en la gran cadena trófica, es decir, cada uno tiene su lugar en la retroalimentación, en la subsistencia toda de cierto equilibro que ejemplifica la naturaleza, sólo que, nosotros, inmersos en esta dinámica destructiva propia del modo de vida de la maximización tanatológica del capital, lo olvidamos, lo obviamos, y empezamos a exterminar a cualquier especie que encontramos en el camino, y el camino, así, no lo olvidemos por favor, se borra.

 

 

Didelphis marsupialis, su nombre científico, sí, es un marsupial, así como los canguros, por ejemplo, poseen un saquito donde las crías terminan de desarrollarse hasta valerse por sí mismos.

 

 

¿Son “peligrosos”? Lo primero que debo advertir antes de responder es que no hay nada más peligroso para el hombre que el hombre mismo. De ahí, ningún animal, más allá de él, lo sea. Los rabipelados, también llamados, zarigüeyas, son unos de los animales más inofensivos y asustadizos que puedan existir sobre la tierra… es casi imposible que, por ejemplo, muerdan al ser humano.

 

 

Participan, sin embargo, como ya hemos señalado, en el equilibrio de la naturaleza, se comen sí, a otros animalitos mucho más pequeños, insectos, por ejemplo, cuya sobrepoblación sí que afecta nuestra salud.

 

 

Entonces, ¿por qué cazarlos? ¿Por qué pegarles un tiro, una piedra, como me he enterado en varias comunidades?

 

 

Solemos olvidar en demasía que la ciudad es siempre una invasión al hábitat de numerosas especies, y aquellas donde, gracias a Dios, existen todavía árboles frutales, el mango por ejemplo, atraen a los animales que luchan por sobrevivir, como los murciélagos y estos rabipelados, curiosos, simpáticos, ajá, sí, es verdad, tan simpáticos estos últimos que aunque usted no lo crea son mascotas en algunos hogares de Venezuela y otros países tropicales…

 

 

Entonces, por favor, hagámonos eco: no los mates, recuerda que ellos, como los tuqueques que pueden estar cantando en tu casa, son vitales, esenciales, para nuestra propia existencia. Cuidémoslos, porque bastante daño ya le hemos hecho a la naturaleza como para seguir exterminándolos. Porque sí, estos animalitos, como los morrocoyes y muchas otras especies, corren el riesgo de extinguirse, y aunque sólo vivan en promedio dos años, en ese período mucho hacen por nosotros.

 

 

Y así, me acerqué aquella noche a él, lo creí muerto, intenté moverlo y nada, me alejé un poco y salió corriendo. El rabipelado, con su astucia, me enseñó, una vez más, una de sus estrategias para seguir existiendo.

 

 


 

POR BENJAMÍN MARTÍNEZ • @pasajero_2

 

ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ

#Rabipelado #Fauna #Ciudad #Ecología

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