• Inicio
  • Cuentos
  • Minimanual
  • Agenda Cultural
  • Música
    • Boleros que curan el alma
    • Bitácora sonora
    • Música en acción
  • Caracas
    • Cuéntame Caracas
    • Almanimal
    • Caminándola
    • Ciudad
    • En foco
    • Laguna de babel
    • La vida es juego
    • Pichones de Sibarita
    • Trama cotidiana
    • Trota CCS
  • Soberanías Sexuales
  • Miradas
    • Bajo la lupa
    • Crónicas gráficas del patrimonio
    • Envejecer y seguir siendo
    • Falsas Memorias
    • Miradas
    • Séptima morada
    • Tetas por el cuidado de la vida
    • Visiones Liberadoras
  • Entrevistas
    • Antroponautas
    • Entrevistas
  • Mitos
  • Literato
    • Mejor ni te cuento
    • Préstamo circulante
    • Son tres párrafos
  • La Revista
    • Somos
    • Columnistas
Puedes buscar por Título de la noticia
Inserte el Título

Por si algo faltaba de Ernesto Lecuona

06/11/25. A veces me asaltan dudas, sobre extenderme mucho en mis investigaciones, y recuerdo que esta es una revista y no un libro, pero me anima a seguir con una tercera entrega por una llamada de mi gran amigo Chuchito Sanoja, encantado por hacer conocer a Ernesto Lecuona, en principio por atreverme a colocar un tema de casi catorce minutos para arrancar, pero ver y oír a Chucho Valdés, Michel Camilo y Gonzalo Rubalcaba, tres genios traviesos jugando con La Comparsa de este genio musical, bien valieron la pena. Claro, no he dicho, casi siempre hago coincidir estos textos de Épale Ccs con mi programa en Radio Nacional. Una arbitrariedad, según me decía mi hijo Marcel, quien considera que, en cualquier caso, esos temas largos se guardan para el final, pero me dio ánimo para aventurarme con esta tercera entrega.

 

 

La música popular de Lecuona es efectivamente eso. Una música que ha encontrado especial y contagiosa acogida en cada rincón del mundo. Ningún otro autor latino ha podido infundir a su música tal distinción...

 

 

Y sigo con la duda, porque al barajear el inicio del próximo programa, con María la O, esa zarzuela o sainete lírico en un único acto, cuya música fue compuesta por Lecuona con libreto de Gustavo Sánchez Galarraga, estrenada el 1 de marzo de 1930 en el teatro Payret de La Habana. Ahí sí como que claudiqué, porque arrancar un programa, a las siete de la noche de un sábado con una soprano, por muy buena que sea, y lo son todas las que escuché, ya era como demasiado. Por eso preferiré el sabroso tema Para Vigo me voy con Compay Segundo de Buena Vista Social Club, la propia versión en deliciosa rumba con Los Lecuona Cuban Boys, originalmente la "Palau Brothers Cuban Orchestra", que fue fundada por Lecuona, o con aire de mambo a lo Xavier Cugat, un músico y dibujante español, uno de los principales difusores de la música de Lecuona. De la Vieja Guardia Cubana, la Rumba Fox-Trot de la Orquesta Obregón con Pepito López. Una versión más jazzeadita que arranca con la flauta de Alexey León que como buen director inspira toda la trama con Afro Cuban Jazz Combo Sedajazz o en jazz clásico la Big Band de Glenn Miller y su Orquesta con Marion Hutton. Pasando por The Orchard Enterprises Nozinho Tropicana. La versión instrumental de la Orquesta Serenata Tropical de aquel inolvidable LP Rumbas solamente rumbas, el instrumental también de Michel Camilo. Y al cierre, porque cuando vine a ver me mandé un programa de versiones de un mismo tema, y cerrar con Latin Pete Terrace y una presentación en vivo con Estrellas de Buena Vista en La Puerta del Sol en España.

 

 

Pero no era mi programa A mi me pasa lo mismo que a usted el motivo de esta tercera entrega, se trataba de reseñar varios tópicos pendientes, en 1931 por ejemplo, la Metro Goldwyn Mayer le produce el musical The Cuban Love Song ―dirigido por W. S. Van Dyke e interpretado por Lawrence Tibbett, Lupe Vélez y Jimmy Durante―, en la que aparece Lecuona con la Orquesta de los Hermanos Palau. A los 36 años no sólo se considera el iniciador de la música afrocubana, es todo un consagrado con obras que no se duda pasaron a la posterioridad ―como La comparsa, que interpreta por vez primera a los diecisiete, y nadie ha podido superarlo— y montones de piezas y producciones teatrales que le han dado fama y dinero. Ese año también marca el fin del primer ciclo de películas con la música de George Gershwin —con resultados nada convincentes, como Delicious y Of Thee I Sing—, sin que al compositor estadounidense le quite el sueño que estas cuenten poco para su prestigio, porque para eso tiene la Rhapsody in Blue, el Concerto in F, An American in Paris y una cifra muy considerable de excelentes canciones y revistas musicales en los teatros.

 

 

Para no hablar de su nominación al Oscar, el primer cubano en hacerlo, con su tema Siempre en mi corazón, convertido en película, que le brindó nominaciones a la mejor canción y a la mejor partitura original, bajo la dirección de Jo Graham. Y años más tarde, sería invitado de honor al famoso Show de Ed Sullivan de la TV norteamericana.

 

 

Pero más allá de sus éxitos en Estados Unidos y Europa, en realidad en el mundo en general, y que alrededor de cincuenta largometrajes, entre latinoamericanos y estadounidenses, incluyen composiciones suyas, hay mucho Lecuona por descubrir. Desde sus primeros pasos en la profesión amenizando las tandas de películas mudas del cine Fedora, que se encontraba en Belascoaín y San Miguel; siendo apenas un adolescente, hasta sus aportes al mundo del teatro. Pasando por La Suite Andalucía, su obra cumbre para piano de 1933, tras los viajes de Lecuona a España, que incluyen: Córdoba, Andaluza, Alhambra, Gitanerías, Guadalquivir y la famosa Malagueña. Sin dejar por fuera, esa rumba tan sabrosa Para Vigo me voy, de la que tan extensamente redundamos en múltiples versiones.

 

 

Pero dejemos que sea Orlando Martínez, quien redondee el cierre, siendo autor de la primera biografía de Lecuona. La semblanza que rompería un silencio innecesario desde la muerte del compositor. En ella, además, se describe el teatro lírico de Lecuona, ese que él mismo denomina zarzuela grande cubana y que quedaría establecido, junto a las obras de Gonzalo Roig y Rodrigo Prats, según una estructura que se haría distintiva y definitoria: Un tipo de obra de verdadero argumento, con un contenido romántico, casi siempre situado en los días de la colonia. Conservó personajes cómicos del teatro vernáculo, como el gallego y el negrito, y subrayó o creó otros como el calesero, el negro esclavo, el galán, la damisela y, sobre todo, la mulata de gran belleza, cortejada por todos, flor del arrabal con un signo fatalista en el amor. La música que Lecuona puso en el teatro lírico cubano es representativa, ambiciosa, tan importante como el libreto y muy a menudo mucho más importante que el libreto mismo.

 

 

También particulariza Martínez las características propias de sus obras escénicas, a su juicio, no carentes de ciertos defectos muchas veces repetitivos en la mayoría de sus títulos: En la música teatral de Lecuona hay muchas de sus mejores inspiraciones, pero se observa la ausencia casi sistemática de pintura de caracteres. La partitura no define una definición psicológica y se concreta a una serie magnífica de números aislados, con escasa o ninguna conexión entre sí. Lecuona no explotó la unidad temática en su teatro, ni la continuidad musical (…). En lo que a técnica se refiere, el aporte más importante de Lecuona al género teatral es la fórmula definitiva de la romanza cubana, que, según él la concibió, consta generalmente de dos partes. La primera, por lo regular, hace las veces de introducción, con un cierto sentido de gran recitativo. La segunda parte es la romanza propiamente dicha, sobre un ritmo marcado y constante.

 

 

Para cerrar su libro Orlando Martínez ofrece dos opiniones de grandes figuras de nivel mundial y la suya propia que denotan su profunda admiración por este compositor a quien el mismo llamó “el alma de Cuba hecha armonía”.

 

 

En París, Joaquín Turina escribió: “Ernesto Lecuona no es de Cuba; es de toda América”. Varias décadas después Bill Seitung, de la RCA de New York dijo: “La música popular de Lecuona es efectivamente eso. Una música que ha encontrado especial y contagiosa acogida en cada rincón del mundo. Ningún otro autor latino ha podido infundir a su música tal distinción (…). La carrera de Lecuona ha enriquecido ambas Américas”.

 

 

Cuba le agradece a Ernesto Lecuona su existencia milagrosa. Porque Lecuona fue y será siempre, el alma de Cuba hecha armonía, vibrando a la sombra de su bandera y a los pies de su ideal.

 

 

¡Llévatela Justo!

 

 

 

 


POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez

 

 

ILUSTRACIÓN JUSTO BLANCO • @justoblancorui

 

 

#Música #Boleros #Lecuona

Compartir

Noticias Relacionadas

¡Zape gato!

  • 27/07/2023

De la mujer y el bolero

  • 02/02/2023

El disco "Sentimientos" de Emilia Morales (1)

  • 17/10/2024

Aniversarios y boleros

  • 06/07/2023
Ta fino

Mancheta

Es inaceptable
Ubicación
  • Esquina de San Jacinto, Edificio Gradillas “C”, piso 1, Caracas 1010, Distrito Capital
  • 0212-3268703
Enlaces
  • Cuentos
  • Minimanual
  • Agenda Cultural
  • Boleros que curan el alma
  • Bitácora sonora
  • Música en acción
  • Ciudad
Enlaces
  • Soberanías Sexuales
  • Bajo la lupa
  • Antroponautas
  • Entrevistas
  • Mitos
  • Mejor ni te cuento
  • Préstamo circulante
Galería ¡CARACAS VIVA!
© 2022 ÉPALECCS | al ritmo de la ciudad