27/07/2023. Preocupado porque presiento que el drama de Felipe Pirela se me ha internalizado y pareciera estarme generando situaciones extrañas, (por ejemplo, un mes sin Internet es como para pensarlo), creo que voy a botar tierrita y, ¡no juego más! Yo no es crea mucho en “pavas”, pero de que vuelan, vuelan, así sea bajito. Si nos ponemos racionales y analizamos en frío que eso de ponerse uno a 'jurungarle' la vida, en realidad la muerte a un ser humano (acosado por la suegra nefasta y la esposa marioneta, y revisar la mar de injusticias hasta su asesinato mismo), por prensa escrita y radio, no es como para que la mansedumbre y el afecto nos engalanen, por más que las jornadas sean edulcoradas por racimos de boleros malignos, y hasta benignos también.
En estos días, escribía de lo más tranquilo con mis lentes de ver al lado de la laptop, y de pronto, sin motivo aparente oigo un ‘pik’, y al voltear los veo rodar en cámara lenta, como en una película de terror, en la que una bruja ‘pelúa’ y su discípula demoníaca, le lanzan un maleficio al escritor, y las malas intenciones las absorbe el espejuelo, -atravesado como un héroe medioeval-, partiendo su materia, -cual armadura y escudo-, en sacrificio inusual.
No sé si fue el mismo día de un puyazo en la espalda que duró casi un minuto, pero ya la vaina se estaba poniendo pelizorrera, lo que dicho en modo diccionario popular traduce: Escabroso, sospechoso, incierto y/o peligroso. La convicción de buscar un brujo consciente se hizo presente, para echarse unos ramazos y repeler los malos augurios de los cuchillos en cruz, pero mejor pensé en hacerme una limpieza en el mar y el río de Choroní, gracias a la gentil invitación de Esther y Daniela, esposa e hija de mi difunto amigo Daniel González, el último prócer del cacao, que además fue parte importante del movimiento artístico-político El Techo de La Ballena.
Así querido Felipe, no sabes cuánto lo siento, pero mis culillos supersticiosos me llevan a abortar esta serie en el mejor estilo de las radionovelas, pero hermano, esa gente cuando quiere joder, jode, y éste que está aquí huye por la derecha. Ni siquiera es por el tema del despecho, que ya me resbala, cuando se llega a setenta, el despecho es un despojo que se ha venido cayendo a lo largo del camino, hasta casi desaparecer, y las astillas que quedan son como los dientes de leche, y ya ni duelen. ¡Jajaja!
¡Ave María Purísima!
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ • 0424-2826098