04/12/25. La música de Rosalía ha superado las barreras convencionales desde sus inicios, pero con el lanzamiento de su cuarto álbum, Lux, y en particular con el sencillo Berghain, la artista catalana ha dado un salto cualitativo que desafía las etiquetas y nos obliga a reflexionar sobre el momento de la historia en el que estamos montados. 

El poder de Berghain reside, precisamente, en su capacidad para ser un punto de encuentro. Rosalía nos recuerda que la música y el arte tienen el poder de curar y unir...

La pieza, que ha sido aclamada por la crítica como la "canción del año", es un manifiesto estético y social que dialoga directamente con las contradicciones de nuestro tiempo: un arte cada vez más inclusivo y "woke" frente a una política global que vira hacia la derecha extrema.

Berghain se aleja de la estructura pop tradicional. Es una obra que comienza con versos en alemán ("Seine Angst ist meine Angst...": "Su miedo es mi miedo...") y que cuenta con la colaboración de la London Symphony Orchestra y la icónica Björk, quien desde noviembre anda celebrando sus sesenta años de vida.

Esta amalgama de sonidos (desde la música barroca hasta el techno, con reminiscencias del cante hondo y sonidos latinos) es, en sí misma, una declaración de principios: la instrumentación académica y de cámara se combina amablemente con la canción popular. 

Un crítico señaló que el tema empieza "en el siglo XVIII y termina en 2025". Rosalía utiliza su formación clásica y su raíz flamenca para crear un "arte total" wagneriano que busca la trascendencia y la comunión con lo divino, más allá de géneros y mercados.

Lux, en general, es una propuesta incluyente: el álbum define los tiempos que corren. La fusión de culturas y tradiciones no es un mero capricho estético, sino una celebración de la hibridez y la riqueza que significa la mezcla. En un mundo donde las fronteras (físicas y culturales) se cierran, la música de Rosalía las derriba. El uso de la simbología religiosa y la búsqueda de la redención espiritual a lo largo del disco contrastan con la realidad materialista y a menudo hostil del mundo exterior.

En la brecha sociopolítica es donde la reflexión adquiere su mayor peso. Mientras el arte consolida cada vez más el espíritu consciente, inclusivo, que aboga por la justicia social, la política en el mundo apunta hacia el fascismo. 

Esta brecha parece desalentadora: la búsqueda de la empatía y la conexión humana del arte, choca de frente con el ánimo explotador, racista y supremacista que permanece en la agenda global de los poderes reales y fácticos.

Berghain y Lux, sin embargo, nos invitan a un espacio de libertad y experimentación (la discoteca Berghain de Berlín es un símbolo de libertad sexual y artística), un refugio donde la individualidad y la diversidad son celebradas. 

La cultura, en este sentido, se erige como un contrapoder moral, un espejo que nos muestra un camino de comunión frente a la división que promueven ciertos discursos políticos.

El poder de Berghain reside, precisamente, en su capacidad para ser un punto de encuentro. Rosalía nos recuerda que la música y el arte tienen el poder de curar y unir, ofreciendo un bálsamo necesario ante una realidad política que, paradójicamente, parece empeñada en separarnos. 

POR MARLON ZAMBRANO • @zar_lon

ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta