Cuando te liberes a vos mismo
Empleando metáforas,
Piensa en los otros
“Los que han perdido el derecho a la palabra”.
Mahmoud Darwish
23/12/25. El secuestro de la imagen por parte de la hegemonía mediática versus la solidaridad como política, pudiera haber sido el título de esta entrada sobre la exposición fotográfica arriba señalada que ofrenda para conciencia de todas y todos, el trabajo de Fátima Hassouna (palestina asesinada en Gaza, 1999-2025) y de Mauricio Morales, colombiano que ha venido desarrollando su trabajo como tal registrando la ocupación israelí en Cisjordiana. Lo pienso mientras avanzo literalmente por el subsuelo, es decir, en el Metro de Caracas, hacia el oeste.
Muchas gracias a ella, a Fátima, a Mauricio, y a un sinnúmero de valientes periodistas que siguen levantando los testimonios entre misiles, escombros y mentiras, gracias también a todas y todos los que combaten día a día la mentira...
Lo hago sin detenerme, pensando en las imágenes que han captado o intentado captar tales artistas, porque eso es quien busca compartir un padecer al hacerlo desde el corazón, no pudiese recibir ningún otro nombre: eso es, un artista, en el sentido de que busca una transparencia sagrada, alzando la verdad más allá del plano de “lo real” cotidiano.
Y lo hace siempre con el esfuerzo de quien conjuga moralidad, belleza y convicción política, si entendemos por esta la condición del estar y avanzar juntos, a pesar de las diferencias que podamos tener.
Ahora bien, decir “belleza” aquí puede traer conflictos si la tarea consiste en fijar el sufrimiento humano. El debate es entonces tan complejo como indudablemente necesario.
Retratar el mundo, asumir las consecuencias de quienes evidentemente desconocen la soberanía y autodeterminación de los pueblos, no es tarea fácil, enfrentar los vicios y desmanes geopolíticos imperiales afinando el lente, sosteniéndolo como un arma en la contienda por la verdad, por la voz de quienes no pueden hablar, se torna un principio insoslayable especialmente en nuestro tiempo, cuando todo tiene un precio y una existencia fugaz en la sociedad del espectáculo.
Somos seres que nos consumimos entre sí, de esto no debe caber la menor duda, digerimos la burla, el cinismo y la propia intimidad exhibida con el soundtrack de millones de personas extinguiéndose por conflictos que ni ellos mismos causaron.
Pero ante esto surge la advertencia, el arte como resistencia: la palabra, la imagen, el registro que sigue insistiendo en develar la hipocresía de quienes dicen luchar por la libertad y los derechos humanos, de quienes jamás podrán sostener su propio rostro porque sencillamente no lo poseen, o bien sólo es una débil máscara que no puede llegar a ser tal, porque este es precisamente la única presencia-verdad de quien se dice humano.
Es tal razón como razón sensible efectiva y vital, la que los reporteros de guerra, que al fin y al cabo eso son, nos invitan a conocer borrando toda frontera entre quien allí ha quedado registrado, sea lugar, mujer, hombre, niña, niño, ciudad, país… y quien observa la escena como un protagonista más.
Sin duda, esto y otros aspectos vitales de nuestra contemporaneidad que no alcanzo a decir, ha quedado demostrado en tan valiosa exposición, sobre todo cuando sabemos cuántos periodistas como Fátima se siguen inmolando para que conozcamos lo que realmente sucede en territorios como Gaza…
Muchas gracias a ella, a Fátima, a Mauricio, y a un sinnúmero de valientes periodistas que siguen levantando los testimonios entre misiles, escombros y mentiras, gracias también a todas y todos los que combaten día a día la mentira, gracias a la Embajada de Colombia y al personal del museo que han hecho posible esta muestra, y gracias también al pueblo de Gaza por la gran lección de resistencia y autonomía que nos siguen dando.
Ante el horror de la guerra, es nuestro deseo que esta cese inmediatamente y se consolide el fin de las ocupaciones ¡Amén!
POR BENJAMÍN EDUARDO MARTÍNEZ HERNÁNDEZ • @pasajero_2
FOTOGRAFÍAS MILENI NODA •@milenisimaa