02/03/2023. Que este 5 de marzo haya transcurrido diez años desde que su voz se petrificó en el imaginario de los venezolanos, no quiere decir que olvidemos desplazarnos a través de la fronda de su glosa para orientarnos en la cotidianidad de un país en resistencia.
Hugo Chávez (Sabaneta de Barinas, 28 de julio de 1954 — Caracas, 5 de marzo de 2013) llegó como una tromba y arrasó con lo normado, transformó la realidad de Venezuela desde el hecho político, y hasta reconfiguró el habla fungiendo de traductor de situaciones muchas veces incomprensibles, o incluso, reinventando las cosas a través de su lengua con poderes de varita mágica.
Neologismos, palabras en desuso o del castellano arcaico, términos herméticos y frases desenterradas de la más profunda sabiduría popular, fueron algunas de las operaciones mágicas que Hugo Chávez logró exponer en su cruzada de lingüista, sin academicismos ni presuntuosa erudición, sino con la firme tarea de construir un nuevo imaginario para la comprensión de acontecimientos tan extravagantes como el golpe de estado de la cámara empresarial de 2002, o la actitud de los dirigentes de oposición llamando a una invasión extranjera.
Esto y más quiso explicarlo el comandante una y otra vez, y para ello se cubrió con el ropaje del mejor comunicador de todos los tiempos. Pedagogo mediático, genio de las arengas, que de no haber triunfado en la política, habría logrado figurar como estrella en el convulso territorio de la cultura pop gracias a su deslenguada pasión, y cualidades de showman.
En él se aplica lo que Ivonne Bordelois describe en su libro La palabra amenazada. “Las lenguas no sólo se ‘emplean’, no son sólo valores de comunicación, expresión personal o uso colectivo: contienen la experiencia de los pueblos y nos la transmiten, pero sólo en la medida en que estemos dispuestos a reconocer su capacidad de poder hablarnos”.
Y no solo blandió la espada de la palabra a su antojo, sino que también la esquivó cuando se volteó en su contra, como la reconversión de la lapidaria expresión “¡Patria, socialismo o muerte, venceremos!” por “¡Patria o vida!” en la fase en que la guadaña del cáncer se le acercaba estrepitosamente. Igual, supo resemantizar las expresiones racistas y clasistas que un sector de la sociedad burguesa intentó disparar en contra suya y de sus seguidores, como “tierrúos”, “hordas”, “camaradas”, “combatientes”, “compatriotas” que terminaron siendo parte de una identidad grupal, la de los chavistas.
Múltiples diccionarios, formales y espontáneos, dan cuenta de una floritura verbal que hacen de Hugo Chávez un iluminado filólogo ceñido con devoción al libro del Génesis, donde las palabras no reflejan a las cosas, sino que las anteceden, bajo la premisa de que Dios nombra primero a la luz para que ésta exista, y es la palabra lo que termina con el caos.
No es difícil, por lo tanto, explicar el último medio siglo de historia patria solo con el glosario de expresiones que Chávez dejó para la posteridad en su empeño fundacional, evocando a un Aureliano Buendía, quien para describir a la naciente Macondo le va asignando nombre a las cosas que están allí sin nombre propio.
Arañero: El mismo Chávez recordó que ese era el apelativo que se aplicaba a su oficio de infante, cuando se dedicaba a vender dulces con forma de araña en los espacios públicos de su lejana Barinas para redondear el ingreso familiar en medio de la pobreza del campo venezolano. El termino pasó a ser un adjetivo que identifica al pobre pero honrado, al niño avispado que no pierde la chispa en su rutina de supervivencia. El diccionario de la RAE se lo asigna al dicho de un pájaro que no se amansa.
Bicha: La manera más dinamica que encontró Chávez para despojar de dogmatismos la redacción de la nueva carta fundamental de la república, la Constitución, texto que popularizó entre los descamisados para su uso en defensa de las leyes.
Camarada: Aunque no es una expresión propia ni nueva, Chávez la usó para agremiar adecuadamente a sus simpatizantes y seguidores, rojos, de izquierda, socialistas o comunistas, todos inmersos en las prácticas revolucionarias.
Camastrón: Término que designa a un objeto inmenso e inservible, y que Chávez empleó para calificar al viejo avión oficial, transporte esperpéntico que luego de varias polémicas fue desincorporado de los bienes presidenciales.
Cuarta República: Una periodización histórica que dividía la historia del país, y con la que se establecía un antes y un después del trayecto republicano. Tras la muerte de la Cuarta República con la promulgacion de una nueva Constitución en 1999 después de un proceso constituyente, nacía la Quinta República con toda su carga originaria, su nueva simbología, sus nuevas prácticas, e incluso su propio sistema de socialización a partir de una novísima manera de encarar la gestión pública y de hacer gobierno.
Escuálido: Aunque el diccionario explica que la palabra hace alusión a una persona o animal que está muy flaco o delgado, o que es raquítico o poco desarrollado, no es difícil entender las razones que tuvo Chávez para asignársela a la oposición política que lo adversó y adversa desde el primer momento. Es una manera muy sencilla de entender la desproporción entre esa franja política y la inmensa mayoría del pueblo chavista con conciencia de clase y programa político de largo aliento.
Excluido: Chávez puso énfasis en ilustrarnos sobre el carácter político de esta expresión. No se trata solo de la separación física, sino también del desconsuelo espiritual y emocional de las grandes mayorías, que muchas veces raya en el desclasamiento. La exclusión (del pobre, el negro, zambo, mestizo, provinciano, barrial) era el gran mal social a resolver a través de ingentes programas sociales dirigidos a los sectores más desposeídos, lo cual se hizo objetivo inaplazable de la gestión de gobierno.
Exprópiese: Fue la forma airada que encontró Chávez para desnudar a los privilegiados, quienes eran dueños y señores absolutos de casonas y locales del casco histórico de la capital, pero igualmente de grandes extensiones de tierras ociosas, óptimas para la siembra, zonas residenciales exclusivas, cadenas de producción, rubros agrícolas monopolizados, etcétera.
Majunche: Expresión coloquial venezolana que hace alusión a la calidad inferior de algo, que es mediocre o que está deslucido, fue otro de los adjetivos con los que Chávez identificó a los opositores políticos sin programa de gobierno; a los más agresivos y destemplados rivales de su gestión, radicales que nunca encontraron razones de peso sino la mera descalificación del chavismo.
Moribunda: Quizás fue la expresión más contundente (luego del “por ahora”) con las que Chávez implotó los cimientos de la institucionalidad que moría en 1999. Fue durante la juramentación como primer mandatario nacional cuando definió a la Constitución de 1961 como "moribunda", anunciando su pronto fallecimiento.
Patria: Aunque la palabra define al país o lugar en el que se ha nacido o al que se pertenece por vínculos históricos o jurídicos, Chávez la acopió para aterrizar la noción de identidad nacional, y generar empatía con los valores autóctonos. Esta expresión nunca había sido aplicada con tanta asiduidad y especificidad, y su uso aún produce empatía automática entre chavistas y repulsión en opositores.
Pitiyanqui: Seguidor ciego del modelo politico, social, y cultural, norteamericanos, quien valora básicamente a lo de afuera por encima de los intereses patrios. Es una fase del “escualidismo” que Chávez objetivó y masacró verbalmente para que permaneciera apartado del opositor natural y legítimo. En resumen, explicó el comandante, el pitiyanqui es un esnobista que no reconoce ningún atributo en la venezolanidad.
Por ahora: Dos palabras, una expresión de alcance temporal que prácticamente lo inició todo y cimentó las bases de la esperanza. Cuando Chávez la empleó para llamar a sus seguidores a deponer las armas y las acciones hostiles de febrero de 1992, lanzó un guiño al futuro a través de una ecuación dubitativa que prácticamente dio a entender que lo mejor estaba por venir. Aunque su aparición en los medios fue breve, el impacto de sus palabras fue tan profundo que se instauró eternamente en el imaginario del pueblo chavista.
Rojo-Rojito: El color de todos los colores. El más profundo y visible, el que identifica al más chavista, o su remedo, pues la expresión ha sido usada para bien y para mal con la idea de identificar a los que están más conectados con la causa revolucionaria, pero también a los que se conforman con la exhibición superficial de un color suficientemente llamativo, pero siguen siendo blancos por dentro.
Socialismo del siglo XXI: Propuesta ideológica que nace a partir de la conjunción con el bolivarianismo y que Chávez capitalizó como su principal oferta de gestión a partir del cambio radical de rumbo del país.
Vergatario: Localismo que hace referencia a algo extraordinario, salido de lo normal por bueno, y que Chávez aplicó para describir a un dispositivo telefónico celular que inauguró una etapa de avances técnologicos.
Yo, ya no soy yo: El absoluto desprendimiento de la identidad propia como un acto heroico y hasta mesiánico. La manera en que Chávez anunció su propagación espiritual y práctica en cada venezolano o venezolana que haya sido tocado por la acción de gobierno y los grandes propósitos libertarios del chavismo.
POR MARLON ZAMBRANO • @zar_lon