13/04/2023. Cuando la llamaron para avisarle que acababan de anunciar públicamente su reconocimiento como Premio Nacional de Cultura 2021-2022 mención artesanía, estaba fabricando muñequitas. Porque el oficio del artesano es un apostolado.
Rosa Córdova (Petare, 1947) no descansa, y algo tuvieron que intuir sus padres cuando le enseñaron a leer y a escribir con cuatro añitos de vida, por lo que sus capacidades intelectuales y creadoras están activas desde la más tierna edad.
Aún recuerda con claridad los regaños y las caricias iniciales, como la vez en que su padre la ensilló sobre la loma de un mirador a los siete años, a ver lo que serían sus predios para toda una vida: una casita humilde con patio y muchos árboles frutales, desde donde se veía un valle multicolor de flores y caña dulce, y al final esa imponente montaña que se extiende con señorío de parque nacional hasta desembocar muy al oriente del estado Miranda, en Carenero. Las Barrancas, se llama ese sitio que ha sido su aposento, refugio, taller, lugar encantado y colmado de memoria donde descubrió que en cualquier momento la vida te coloca frente al dilema de escoger entre varios caminos.
A ella la puso a decidir entre una vida mecánica y sin alma como la de muchos profesionales de la administración, y ese universo multiforme de telas, retazos, bordados, sonrisas y ojos asombrados que se cosen para ofrecer felicidad.
A ella la puso a decidir entre una vida mecánica y sin alma como la de muchos profesionales de la administración, y ese universo multiforme de telas, retazos, bordados, sonrisas y ojos asombrados que se cosen para ofrecer felicidad.
He aquí que Rosita es heredera de una bella tradición. Como Zobeida Jiménez, la muñequera a la que le cantara Alí Primera, sabe que en el fondo de los trapos arrinconados existe vida orgánica. Lo distinguieron Reverón y su Juanita, lo intuyó Aquiles Nazoa, y lo saben con toda seguridad los niños y niñas yermos que no cuentan con Ipod ni tablet ni celular.
– ¿Qué representa este reconocimiento?
– En primer lugar la sorpresa, no imaginaba llegar a este escenario. En segundo lugar un logro, no solo para mi sino para todos los hacedores y hacedoras de muñecas del país, pues nunca antes se pensó en la posibilidad de que una muñequera accediera a estos reconocimientos. Esto nos hace pensar que el trabajo que hemos venido realizando desde hace tres años con el grupo de muñequeros y muñequeras amorosos de Venezuela ha dado sus frutos. Estamos visibilizando a esos hombres y mujeres que a lo largo del país han mantenido la tradición.
– ¿Cuándo decides hacerte muñequera?
– Vengo de trabajar en la administración, pero mi hija muy jovencita se inició en las artes manuales y mi hijo y yo empezamos a ayudarla. Eso terminó haciendo que me involucrara cada vez más y en el año 92 dejo mi trabajo en la empresa privada para dedicarme de lleno, total y absolutamente a la artesanía. Ella se quedó trabajando con la madera y yo con la muñequería.
Rosa pasó a formar parte de un ejército de poetas, artesanos y trovadores que hacían vida en la biblioteca pública de Guatire donde comenzó su preocupación por agrupar gente con los mismos intereses. Así crea el Movimiento de Artesanos Guatireños (Artegua).
Rosa pasó a formar parte de un ejército de poetas, artesanos y trovadores que hacían vida en la biblioteca pública de Guatire donde comenzó su preocupación por agrupar gente con los mismos intereses. Así crea el Movimiento de Artesanos Guatireños (Artegua).
Aunque nunca ha dejado de ser reconocida por la calidad de su obra y la disciplina de su trabajo, desde 2022 viene siendo acariciada por la admiración generalizada de quienes la catalogan de maestra y siguen paso a paso su trayectoria, que además abarca su empeño gremialista en favor del movimiento artesanal con apoyo irrestricto de la Fundación Red de Arte bajo la conducción de Aracelis García, cuyos méritos al frente de esta institución son incuestionables a la hora de evaluar el estatus que han alcanzado los artesanos en este tramo de la historia del país.
Patrimonio del municipio Zamora y del estado Miranda, y nombrada el año pasado Patrimonio Cultural Viviente de la Nación, a sus niñas de trapo no las frena la envestidura y se le cuelgan encima y a los lados: Hipólita y el niño Simón, ganadores del premio de artesanía Pedro Reyes Millán en 2020; Rosa Ignacia, la hija de María Ignacia según la leyenda de la Parranda de San Pedro de Guatire; Hipólita chiquita; madamas del Callao y una chica de retazos para homenajear a las víctimas del cáncer, le hacen ronda y la asfixian en un tierno abrazo de hijas ruidosas.
– ¿Cómo lograste transitar de los números a la costura?
– Para mí ha sido una tabla de salvación. Las personas que me conocen saben todas las pérdidas que tuve que sufrir: padre, madre, esposo, y cuando menos lo esperaba, la pérdida de un hijo. De no haber tenido esta herramienta no sé qué habría sido de mí. Se lo agradezco a mi hija Sandra, siempre digo que le dio interés a mi vejez. Nunca imaginé tener una vejez tan enriquecedora, tan hermosa, que jamás hubiese tenido en el mundo de las finanzas pues es un territorio muy frío y mecánico, donde no creas vínculos con nadie, donde me gané el tener vitíligo porque era mucha la presión y el estrés que vivía. Aunque yo ya hacía muñecas en mi casa, desde el 92 empiezo a renacer, no solamente por hacer muñecas sino por conocer la realidad de mi país, visitar estado por estado, ver los trabajos de los artesanos, hasta ver el nacimiento de la Asociación Nacional de Artesanos y Artesanas Jugueteros de Venezuela (Aveja) que permitió que muñequeras y jugueteros pudiéramos recorrer el país con nuestra artesanía.
En esa relación dialéctica entre la cotidianidad y las grandes causas, a Rosa Córdova se le viene la casa encima. Poco a poco ha ido cerrando puertas y ventanas, colocado paños y sábanas sobre los muebles vencidos por el polvo y el moho de las filtraciones, como en el cuento Casa tomada de Julio Cortázar, mientras crece su renombre. Es una tarea pendiente de los organismos públicos, atenderla en su realidad pragmática, recuperando su casa-taller, aunque advierte que se trata de un mundo muy hermoso donde es más lo que se gana de los afectos que del dinero. “Yo creo que esa es la gran ganancia, quizás tengo problemas económicos fuertes que enfrentar, pero el hecho de tener amigos y amigas a lo largo de todo el país y que sea un afecto sincero, vale más que cualquier cantidad de dinero que uno pueda tener”.
– ¿Cómo asumes la responsabilidad de semejante reconocimiento?
– Con proyectos, como este que tengo con la Asociación de muñequeras y muñequeros de Venezuela, con la que queremos visibilizar a ese enjambre de hombres y mujeres que están haciendo patria con su trabajo artesanal. Gente muy humilde como en mi caso, con grandes problemas sociales por enfrentar. Ya obtuvimos a través del Ministerio de la Cultural y del Instituto de Patrimonio Cultual (IPC) considerar el hacer muñecas y muñecos en la categoría de un bien de interés cultural para la nación, pero vamos por más, y queremos la declaratoria nacional y reivindicar a la gente que tiene problemas de salud, vivienda, materia prima, espacios para la comercialización, además del censo nacional.
TEXTO Y FOTOS MARLON ZAMBRANO • @zar_lon