29/04/2023. Hace una semana, para ser exacta el 22 de abril -Día de la Tierra-, dábamos la buena noticia en un espacio digital para la visibilidad afro, de que San Juan Congo nos visitaba desde Curiepe a Caracas para pagar la promesa que le hicimos desde Herencia. Allí una persona nos dijo: “este grupo es para cosas serias, no para la diversión”.
Allí una vez más el disco rayado retorna sobre la misma frase. Esto se ve reflejado en este espacio y en otros tantos que equivalen al menosprecio por el quehacer base de toda existencia: la espiritualidad que nos lleva a la creación de nuestras realidades. Necesario es insistir en la cultura como motor de desarrollo.
Según datos de la Unesco, el sector cultural y creativo es uno de los motores de desarrollo más potentes del mundo. Supone más de cuarenta y ocho millones de puestos de trabajo en todo el mundo -casi la mitad de los cuales están ocupados por mujeres-, lo que representa el 6,2% de todos los empleos existentes y el 3,1% del PIB mundial. También es el sector que emplea y da oportunidades al mayor número de jóvenes menores de treinta años.
En este entorno global, en la Carta Magna de nuestra República Bolivariana nos declaramos como Estado multiétnico y pluricultural, en el que se garantiza el pleno ejercicio de nuestros derechos culturales, expresión que se ve reflejada gracias a los artículos 98 al 101. Este paragua que protege los derechos culturales nos permite tejer un marco legal e institucional para el impulso y desarrollo de políticas públicas a fin de salvaguardar, valorar y visibilizar la diversidad cultural del país.
De este conjunto de artículos, el 99 expresa que los valores de la cultura constituyen un bien irrenunciable del pueblo venezolano; así como el artículo 100 da cuenta del valor y lugar de las culturas populares son constitutivas de la venezolanidad, en tanto, deben gozar de atención especial, reconociéndose y respetándose la interculturalidad bajo el principio de igualdad de culturas.
Este principio constitutivo nos cohesiona y da cuenta del horizonte de nuestra columna de deberes y derechos. En ese sentido, es un deber nuestro sostener, seguir dando vida a nuestra cultura, es decir, de nuestras creaciones humanas. Somos corresponsables como comunidad de velar por nuestras culturas de la cual la herencia afrovenezolana forma parte fundamental. El respeto pasa por tomarnos en serio, en el territorio venezolano que sea, cada aspecto de nuestras expresiones culturales en que el goce, la devoción, la alegría, son inherentes, porque son la vida misma.
POR MÓNICA MANCERA-PÉREZ • @mujer_tambor
ILUSTRACIÓN JADE MACEDO • @jadegeas