15/06/2023. A lo largo de muchos números ya hemos visto cómo las mujeres, en una lucha que ya lleva casi un siglo, se hicieron de los espacios donde no habían sido invitadas. Su incorporación cambió todo. Hoy, las casas son -y deben ser cada vez- espacios con nuevas reglas, donde a los niños y niñas se les trata desde el respeto, donde al padre se le exige ser parte de su crianza y con la madre pueden dividirse las tareas de acuerdo a sus propios proyectos. Sin embargo, esto a veces es un espejismo y como tal es peligroso.
Un día, a la icónica jueza estadounidense Ruth Bader Ginsburg, le preguntaron cuántas mujeres eran necesarias en la Corte Suprema de Justicia y contestó que nueve, el total de los cupos que existen. La situación resultó para quienes lo oyeron entre disparatada y pretenciosa, como omitiendo que estamos acostumbrados a mayorías arrasadoras de hombres sin que a nadie esto le resulte un problema.
La manera en la que se mira la máxima jurisdicción, en un país tan distinto al nuestro, es muy diferente. Allá, los perfiles de los jueces son más públicos. Son nominados por el presidente cuando se libera una silla. Se les permite a los magistrados, sin ningún sonrojo, tener una postura propia y desde ese rol, defenderla. Por eso, es usual leer pronósticos de hacia dónde avanzará el derecho dependiendo de quién sube a juez.
Aquí, todavía nos queda un poco del mito del juez de palo, montado en un escritorio debajo de una burbuja de cristal, por eso todavía le borramos un poco sus propios rasgos y no les dejamos decir en voz alta hacia dónde les late el corazón. Por poder decirlo, Bader se convirtió en una famosa jueza-feminista.
Ella que escribió, por ejemplo, en el caso United States vs. Virginia, que “las generalizaciones sobre 'la forma de ser de las mujeres', estimaciones de qué es apropiado para la mayoría de las mujeres, ya no justifican negarles oportunidades a las mujeres cuyo talento y capacidad las colocan fuera de la descripción promedio”, favoreciendo así su inclusión universitaria. Impulsando así que desde los tribunales cambie el Derecho para proteger a los sujetos concretos.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta