31/08/23. A finales de la década de los noventa y principios del 2000 el uso del Internet comenzó a minar el mundo. En otras oportunidades he hablado aquí de los primeros intentos de redes sociales, este fenómeno que permite conectar a personas de forma remota y crear comunidades de usuarios y por el cual se promueve una segunda realidad digital de la que somos parte.
En el año 2007 se empezó a diseñar la idea de los likes, el botón de la manito que esconde una reacción y por el cual a través de él, muchos se sienten aprobados, y que en la actualidad ha sido desarrollado con un conjunto de otras reacciones dependiendo de cada red social, hasta el punto de convertirse en una manera de contabilizar las interacciones para lograr monetizar con los contenidos generados.
El informe Global Digital Trends elaborado por MeltWater y We Are Social muestra que para enero de 2023, el número total de usuarios de plataformas sociales en el planeta es superior a 4.760 millones de personas. Esto supone un 59,4% de la población mundial total. Y resulta más absurdo sacar la cuenta de cuántas horas al día pasamos delante de las pantallas y cuantos likes disparamos de manera ingenua. Detrás de cada like se haya una intención, genera una reacción en quien lo recibe, y pasó a formar parte de nuestro día a día aunque poco reflexionemos sobre los estragos que esto ha venido causando en el estilo de vida de las últimas décadas.
Hay quien hace todo por un like, hay quien se molesta si compartes su contenido sin dar like antes; es gracioso que un elemento tan superficial de nuestras vidas sea tomado tan en serio y estudiosos de las nuevas generaciones alertan de los estragos que la dichosa manito vienen produciendo en los adolescentes. Es la manera de sentirse aprobados y tras la reacción reside la angustia, la depresión y compromiso con quien publica. Las reacciones mutan y cada día es más relevante para la nueva manera de vender y venderse generando contenido, entiéndase aunque suene repetitivo que la interacción monetiza.
Para quienes vivimos lo analógico y lo digital, nos sentimos quizás enmantillados y no es tan relevante un like para nuestras vidas, pero esto no nos hace exentos de riesgos asociados a la adicción por las pantallas. Es en las nuevas generaciones donde la dependencia a estas maneras de interactuar causa mella en la salud mental.
Según el estudio de UNICEF Impacto de la tecnología en la adolescencia. Relaciones, riesgos y oportunidades, de los adolescentes encuestados que cursan la escolaridad, 94,8% dispone de teléfono móvil con conexión a Internet y el 31,6% invierte más de cinco horas diarias en el uso de Internet y las redes sociales, porcentaje que asciende hasta un 49,6% el fin de semana.
Las maneras de comunicarnos irán transformándose en cada generación y para las generaciones más recientes es importante tener presencia en la realidad virtual. Es necesario ejercitar la comunicación asertiva sobre el uso adecuado de los aparatos ya que detrás de los likes se esconde ansiedad, problemas de autoestima y adicción a las pantallas.
La adicción del like no se presenta sólo en los adolescentes, la necesidad de validación del género femenino debido a los estereotipos de belleza que consumimos se hace notar en la realidad virtual y un ejemplo podría ser aquella chica que a través de la exhibición de su cuerpo se siente empoderada por el número de interacciones que genera, hoy en día casi todo el mundo mantiene esta relación con los likes y la necesidad de ser "likeados" en esta nueva era digital.
POR MARÍA ALEJANDRA MARTÍN • @maylaroja
ILUTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta