12/10/23.
1
Alrededor de las 3am escuchas un estruendo en medio de la oscuridad. Alarmado, agitado, sorprendido, prendes luces, buscas el origen del desacomodo. Nada caído, nada descolocado, nada fuera de lugar. Ni dentro ni fuera de la casa. El silencio reina. Los edificios duermen en Caracas. Te vuelves a acostar y deduces lo fácilmente deducible: el caído eres tú, el descolocado eres tú, el que está fuera de lugar eres tú.
2
Mientras buscas el silencio lo que te alcanza es el estruendo. Vive, vivimos, en él. No hay nada ni nadie que lo calle. Tú te callas.
3
Conociste el estruendo ya adulto gracias a un trágico accidente. El ruido quedó grabado en tu piel y tardaste años en aceptar que el silencio en ti es ya un imposible. Piensas, con tu costado judío, en las explosiones en Gaza. En los estruendos que se escuchan en los videos escuchas el tuyo, escuchamos el nuestro. “Oye el latido de los otros. Están tan lejos”, dijo Elías Canetti. Pero eran estruendos, maestro Elías.
POR RUBÉN WISOTZKI
ILUTRACIÓN ENGELS MARCANO • cdiscreaengmar@gmail.com