18/01/24. Esta fue la cuarta (y definitiva) excusa para entrevistarlo. Primero fue Carrao, su documental del año 98 sobre el Carrao de Palmarito; luego María Lionza, Aliento de Orquídeas, del año 2007; el año pasado por la presentación en Caracas de su libro El conjuro de los cardos y la 12° edición del Ciclo de Cine de la Diversidad. Hace unos días se volvió imposible resistirse: de un tirón y casi a la media noche vimos Ti@s, su documental de 2015, y se nos quebró el corazón, pero reímos de felicidad al comprobar -una vez más- que la sensibilidad de una persona puede convertir la tragedia humana en arte, y ese es un don de pocos elegidos. Por mensaje de Whatsapp le dimos las gracias.
Una serie de eventos desafortunados convirtieron históricamente en remota la posibilidad de dialogar con este creador. John Petrizzelli Font (director de cine, periodista, fotógrafo y guionista nacido en Caracas en 1956) había gravitado siempre en nuestra más profunda pasión por el llamado séptimo arte, por encontrar en él una manera de narrar que no se limita a la epidermis sino que se adentra en las profundidades humanas más oscuras o luminosas, sin dejar rastros de imposturas. Tenemos la creencia de que difícilmente al venezolano promedio le guste ser visto a trasluz.
Ti@s llegó como un accidente inexplicable: apareció en una carpeta aleatoria de pelis “descargadas” por ver con un nombre cualquiera (Ties), que me dispuse a descorrer una noche de insomnio sin saber que se trataba del documental que venía posponiendo desde hace casi nueve años, más por razones enigmáticas que concretas.
Me dejó abatido pero en medio de una epifanía, tuve la tentación de escribirle a las tres de la madrugada persuadido por mi necesidad de saber los porqués (maldito y sagrado vicio de periodista) sin medir en qué lugar del mundo interrumpiría el sagrado sueño de un “maestro cansado”, “genio atormentado”, “poeta delirante” o cualquiera de esas ecuaciones retóricas que parecen infalibles para describir a una persona que se nos antoja mitológica, o por lo menos atravesado por ese “poder misterioso” que García Lorca figuró como duende.
Su biografía menciona al menos quince producciones audiovisuales, desde Mediodía lineal del año 81 hasta El pozo, del año 2022, todas como guionista y director; los libros Negro Lógico (1978), Historias para las posibilidades del músculo (2018) y El Conjuro de los cardos (2022), varios premios cinematográficos (por cortos, documentales y largometrajes) y literarios dentro y fuera del país, una amplia militancia en favor de la causa LGBTI y una vida de artista cosmopolita nacido en el seno de una familia acomodada, un abuelo productor de cine, una madre fanática de filmar todos los encuentros familiares en súper ocho, formado en la Universidad Católica Andrés Bello hasta que, instigado por el escritor Oswaldo Trejo y su recomendación de estudiar algo que se vinculara más con su prosa “tan visual”, inició en la ciudad de Nueva York un largo y denodado periplo de estudios y creación.
¿Percibes ese don -el del “duende” de Lorca- en ti?
- Gracias por tus comentarios pero no creo que tengo un duende sino, quizás, un ojo observador de la realidad y sus fenómenos que todos tenemos pero que debemos desarrollar.
Tu documental, Ti@as, no hace sino desmenuzar varias realidades complejas que la sociedad se ha encargado con celo de convertir en tabú: la homosexualidad, el familiar “maricón” (porque así se le llama en la domesticidad del escarnio), el diferente, la vejez homosexual y travesti, la soledad y la muerte, todo en un sólo coctel. ¿Fue duro para ti acercarte documentalmente a esa complejidad existencial, retratarla y luego narrarla?
Evidentemente que fue duro acercarse a los personajes de Tí@s y a las temáticas de vejez, soledad y muerte por dos razones: una, la cercanía a muchos de los personajes a los cuales conocí y de los cuales quedan muy pocos vivos. Y segundo, porque cuando la hice ya rozaba los sesenta años de edad y un poco sentía que la vida de esos personajes podría llegar a ser la mía en un futuro.
Ti@s, además, tiene largos tramos autobiográficos, existe como hilo conductor la referencia a tu tío Ramón mientras tu propia voz en off va tejiendo las historias de Félix, Celia, Orlando, Edgar, Alfredo y Armando (el poeta Rojas Guardia). Cada quien, testimoniando sus conmovedoras -por no decir devastadoras- historias de vida, desde el homosexual casi aristocrático hasta el de la periferia barrial, sus amores, desamores, el entorno familiar, el rechazo y la vejez que atraviesan frente al abismo de la muerte. ¿Te conmoviste armando ese inmenso rompecabezas humano, al punto de llorar?
Si. El proceso de montaje fue bastante emotivo pero también nos dio muchas alegrías las salidas humorísticas y geniales de algunos de estos personajes, sobre todo el tío Félix, el costurero del barrio que nos hizo reír muchísimo en la sala de montaje con sus ocurrencias. Pero todas esas conexiones a través de los temas no fue fácil lograrlas. Había muchísimo material y había que hilar fino para encadenar de un personaje al otro como si se conociesen y hubiesen estado hablando del mismo tema.
¿Qué hay de ti en esta especie de ensayo audiovisual sobre el destino del homosexual llegado a anciano, haciendo balance sobre su propia vida?
Creo que ya te contesté un poco en una respuesta anterior, pero por supuesto que mi personalidad como individuo marca mucho el documental porque es un tema que me atañe en lo personal. Pero el detonante para la historia fue la trágica historia de mi tío y cómo fue abandonado por familiares y amigos hasta morir en la soledad más absoluta y ser víctima del robo de sus pertenencias sin ni siquiera haberse enfriado su cuerpo. En ese momento pensé que eso podría suceder conmigo en un futuro y es algo a lo cual todavía temo.
El movimiento LGBTI venezolano tiene en ti un aliado importante. No sólo la inclusión de la temática homosexual como argumento de mucho de tu trabajo audiovisual (Bárbara, María Lionza, Aliento de Orquídeas, Ti@s) desde la ficción hasta lo documental, sino que además organizas el Ciclo de Cine de la Diversidad de Caracas que ya va por su 12° edición, intervienes como forista en encuentros que organizan grupos LGBTI. ¿Cuál es tu compromiso con esta cruzada, qué pretendes aportar y cómo crees que incide en la mirada de la sociedad hacia este asunto?
El compromiso con la temática LGBTI es vital para mí. Más que como activista, como promotor de temas y discusiones relacionadas. Creo que en Venezuela hace mucha falta la reflexión sobre estos asuntos y que ésta nos lleve a obtener victorias políticas y sociales como comunidad. Lo veo como una obligación ciudadana.
Ahora bien, en una curiosa vuelta de tuerca temática, diriges Anselmo, la trampa en la uña (retrato de uno de los más importantes bandolistas venezolanos) y Carrao (el Diablo en la leyenda musical Florentino y el diablo, basada en el extenso poema de Alberto Arvelo Torrealba). Ahí dibujas una mirada intimista del hombre recio del llano venezolano, artistas que si bien expresan sensibilidad en su arte y sus relaciones emocionales con familiares y amigos, forman parte de un entorno agreste, de “machos vernáculos” cuya holgura sexual queda expresa en el diálogo del Carrao de Palmarito cuando admite su prodigalidad amorosa con muchas damas incluso con algunas en la “retaguardia”. ¿También te interesa contrastar el estereotipo del macho cabrío del imaginario venezolano?
Es que no veo contradicción entre lo macho y lo gay. He conocido coleadores venezolanos, gauchos en la pampa argentina y vaqueros norteamericanos homosexuales. Pero en todo caso, cuando hablo del llano hablo de esa cultura de la cual se origina mi familia materna y que está muy ligada a mi niñez y a mis recuerdos. Yo diría que el llano fue mi primer imaginario cultural.
Hay una dimensión espiritual y supersticiosa en algunas de tus obras. En Carrao, evidentemente todo ese mundo imaginario de lloronas y aparecidos que persiguen al personaje después de su participación en Florentino y el diablo. Y en María Lionza, Aliento de Orquídeas, donde te adentras en ese universo de religiosidad popular, tan inclusivo que admite a todos los tipos sociales imaginables, desde el homosexual hasta el malandro, en esa ruta de fe que implica la diosa del espiritismo. ¿Te preocupa particularmente desgranar la venezolanidad, adentrarte en las claves de su constitución? ¿Qué rasgos consideras significativos y unificadores de esa venezolanidad?
Nuestro imaginario popular está lleno de lo místico, lo espiritual, lo sobrenatural. No se puede entender a Venezuela sin esos elementos. Lo mágico religioso es fundamental en nuestro pensamiento y eso nos hace únicos dentro de un mundo cada vez más materialista dominado por la cultura occidental. Para mí lo mágico y lo espiritual es una de las maravillas de nuestra cultura y la de muchos otros países de los cuales occidente se puede burlar por considerarlos primitivos, pero yo creo que las sociedades materialistas son realmente las primitivas.
¿Qué te lleva a vivir fuera de Venezuela, siendo alguien tan comprometido con lo identitario venezolano?
Salí de Venezuela por unos años para tomar distancia de una realidad que se me antojaba muy conflictiva y también con la esperanza de poder realizar cine y escribir literatura en otros contextos. Lo he logrado en cierto modo haciendo varios trabajos de cine en España y publicando un libro de prosa narrativa, entre otros logros. Sin embargo he vuelto al país y ahora pretendo cabalgar entre dos continentes y retomar el oficio fílmico en Venezuela.
Aun así, en tu cine no hay atisbos de estereotipos, lugares comunes, fórmulas fáciles o retratos de figuras heroicas que jamás sonríen, por ejemplo. ¿En qué falla el cine venezolano? Y si por el contrario, lo sientes consolidado, ¿a qué hacedores del cine venezolano tienes como referencia?
Yo no creo que el cine venezolano falle en nada. Como en toda cinematografía hay piezas maravillosas y otras no tanto. Creo que cada día se logran mejores películas a pesar de no tener los presupuestos ideales como otras cinematografías. Joaquín Cortés es para mí una referencia fundamental en el documental y me influyó mucho la película La escalinata, de César Enríquez, de hace más de medio siglo. Por supuesto que Diego Rísquez, aparte de gran amigo fue una importante referencia cinematográfica. Además que estoy seguro, porque lo he visto en festivales donde he estado de jurado fuera de Venezuela y en ella, que está surgiendo una generación maravillosa y creativa tanto fuera como dentro del país y ellos serán los herederos de nuestro cine y de nuestra cultura.
POR MARLON ZAMBRANO • @zar_lon
FOTOGRAFÍAS CORTESÍA / ARCHIVO