16/02/24. Pocos autores pensaron más sobre la dignidad que el idealista Emmanuel Kant. De su trabajo se agarraron casi todos los documentos que hoy nos permiten afirmar que tenemos derechos humanos. Los antecede la razón por las cuales las leyes lo reconocen y es que, somos todos, algo más que una cosa, algo que jamás será un objeto, ni se puede picar en pedacitos, ni formará parte del comercio y hace que cada humano, sea como una gota de agua de ese infinito mar que es la humanidad.
Ahora que las cosas han cambiado y que estamos en estos tiempos raros, en vez de tener absoluta certeza de esto y corregir aquellas normas o costumbres que fraccionan la igualdad en dignidad y derecho, se ponen de moda expresiones, afirmaciones y frases que quieren hacernos creer que los seres humanos no tenemos la misma valía.
Una de ellas es la expresión -muy usada en redes y en revistas de moda- de mujeres de alta valía. Estas serían sólo algunas de las hembras de la especie humana. Aquellas que tienen una apariencia privilegiada, dedican tiempo y dinero a su imagen, siguen las filosofías de la prosperidad, del éxito o del amor que estén de moda en ese trimestre.
La condición de mujer de alta valía les permite -según las revistas- aspirar a un hombre de esa misma logia, lo que evidentemente, les dará familias e hijos del clan. La aspiración, un tanto ridícula, se inserta en la mente de mujeres y adolescentes que ya viven en la tiranía de la era del rendimiento que impone la explotación de ellas mismas. Si le aplicamos las reglas de la lógica, la existencia de mujeres de alta valía implicaría que no todas importamos lo mismo, aquellas que no tienen esa apariencia, modales, hábitos o viven de otro modo serían de una categoría inferior.
Una de las claves del patriarcado es enseñar a las mujeres a mantener entre ellas relaciones de competencia y no de complementariedad o solidaridad. A ir la una por la otra. A juzgar sin empatía, a celar, a pelear, a excluir. Tan superficial como parece, todas las gotas de veneno están regadas en la pradera a ver quién, sabiéndolo o no, se las toma.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta