16/05/24.
Usó todas sus voces, todos sus registros; en cierta forma se extralimitó; quedó afónica quién sabe por cuánto tiempo.
Las otras pronto se dieron cuenta de que era poco lo que podían hacer, de que el aburridor y astuto Ulises había empleado una vez más su ingenio, y con cierto alivio se resignaron a dejarlo pasar.
Ésta no; ésta luchó hasta el fin, incluso después de que aquel hombre tan amado y deseado desapareció definitivamente.
Pero el tiempo es terco y pasa y todo vuelve.
Al regreso del héroe, cuando sus compañeras, aleccionadas por la experiencia, ni siquiera tratan de repetir sus vanas insinuaciones, sumisa, con la voz apagada, y persuadida de la inutilidad de su intento, sigue cantando.
Por su parte, más seguro de sí mismo, como quien había viajado tanto, esta vez Ulises se detuvo, desembarcó, le estrechó la mano, escuchó el canto solitario durante un tiempo según él más o menos discreto, y cuando lo consideró oportuno la poseyó ingeniosamente; poco después, de acuerdo con su costumbre, huyó.
De esta unión nació el fabuloso Hygrós, o sea “el Húmedo” en nuestro seco español, posteriormente proclamado patrón de las vírgenes solitarias, las pálidas prostitutas que las compañías navieras contratan para entretener a los pasajeros tímidos que en las noches deambulan por las cubiertas de sus vastos trasatlánticos, los pobres, los ricos, y otras causas perdidas.
1969
Augusto Monterroso Bonilla (Tegucigalpa, 1921- México, 2003)
Conocido como Tito Monterroso, fue un escritor hondureño, nacionalizado guatemalteco y exiliado en México. Es considerado uno de los maestros de la minificción y, de forma breve, abordó temáticas complejas y fascinantes con un magistral manejo de la parodia y el humor negro. Comenzó a publicar sus textos a partir de 1959, con la primera edición de su primer libro de cuentos: Obras completas y otros cuentos; luego publica su libro más reconocido La oveja negra y demás fábulas (1969), La palabra mágica y El grillo maestro (ambas en 1983) y Literatura y vida (2003). Obtuvo, entre otros reconocimientos, el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (1996), el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias (1997) y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (2000).
ILUSTRACIÓN: CLEMENTINA CORTÉS