18/04/24. Valentina creció bajo el amparo de sus madres y sus tías. En casa aprendió "la que se enamora pierde, mija". "Aproveche y sáqueles a los tipos todo lo que pueda y bótelos". "A los hombres se les usa y se les bota". Así, la niña pasó a convertirse en una muy atractiva joven con numerosos enamorados y admiradores a los que les sacó el jugo tal y como aprendió en casa. A punta de totona, la niña viajó por Venezuela, sacó ropa, perfumes y maquillaje.
Sueños de superación
Cuando llegó a la universidad, Valentina tenía claros sus planes: coronar un sugar que la sacara de la miseria. El título universitario solo iba a ser una excusa para pescar peces más gordos, ya que si se quedaba en el barrio, no iba a salir de conquistar a los malandros de la zona.
Fue cuando conoció a Juan Clemente. Un viudo que decidió meterse a estudiar para superar su duelo. Juan se sentía raro en el salón de clases junto a ese montón de muchachitos, pero necesitaba ocupar su tiempo y su mente. Poco a poco empezó a agarrarle el gusto a la carrera universitaria, y se fue integrando a las clases y sus compañeros. Fue cuando en una materia optativa se topó por primera vez con Valentina.
El encuentro
Todo comenzó con un trabajo en equipo. Valentina se fijó en que Juan tenía una camioneta. Ahí le brillaron los ojos. Empezó a llegar a clase con minifaldas y ropa muy ceñida. Juan no tardó en advertir a la más bella de la clase. Cuando les tocó hacer un trabajo juntos, la niña no paraba de sonreírle y guiñarle el ojo. Juan le ofreció la cola hasta su casa.
Valentina no dudó en activar la artillería pesada con Juan, quien llevaba más de un año sin tocar a una mujer. Juan mordió rápido el anzuelo, y luego de unos besos trancados en la camioneta, desvió el camino para llevar a Valentina a su casa. Al ver Valentina ese caserón para un hombre solo, sacó las cuentas de inmediato.
El botín
Luego de unos meses de romance apasionado, Valentina logró su cometido: salió embarazada. Juan decidió apoyar a la muchacha, que ya se había instalado en la casa de su novio. Como la casa era grande, la niña metió a la mamá y a las tías, quienes también terminaron siendo mantenidas por el marido de Valentina. Valentina al final dejó los estudios, puso a su madre a cuidar a su niña, y de vez en cuando se escapa con el malandro de la cuadra cuando su marido se va a la universidad.
Así, Valentina cumplió su sueño de superación.
¿Final feliz?
Así como la protagonista de nuestro cuento, hoy en día muchas mujeres jóvenes han asumido una forma sutil de prostitución para ascender en la vida. También existen muchas otras que se han erigido en victimarias asumiendo juegos de seducción y poder. Esto nos pone a reflexionar, que el patriarcado no solo perjudica a las mujeres sino a los hombres también. En el juego perverso de este sistema, los buenos sentimientos son los que salen más afectados cuando las relaciones se vuelven utilitarias.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
ILUTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta