11/04/24. Los antropólogos descubrieron que según las características de los pueblos hay modos diferentes de construir la armazón histórica. Aunque disímiles, todas las culturas tienen hitos que le dan contorno al devenir de su memoria.
En el mundo occidental, incluyendo también a las culturas que sufren su enorme influencia, los hitos históricos suelen ser guerras, invasiones y catástrofes. Es natural que sea así porque Occidente está sementado en el poder, el sometimiento del otro, la acumulación de bienes, el privilegio como manera de alcanzar la plenitud del ser. Entiende la Historia como un recorrido lineal que se dirige siempre a un punto superior.
Otras culturas estructuran el ordenamiento cotidiano y marcan su historia y su memoria con los ciclos de la naturaleza, por ello existen fiestas que celebran el advenimiento de estos periodos. Los hitos de la memoria suelen ser festivos y no de guerra. La Historia, por ende, no es lineal: traza círculos, espirales con curvas que se deslizan hacia abismos de los que se regresa como solución de continuidad. Es una Historia que entiende los procesos humanos no como una tarea para alcanzar una meta, sino como un hacer, percibir y consustanciarse con una vida que se ofrece en múltiples direcciones.
Los venezolanos y muchos otros pueblos de nuestro continente conformamos un mestizaje que implica la fusión de cuerpos, pigmentos, estructuras óseas, culturas, formas de concepción y percepción del devenir del planeta y de lo humano.
Creemos en un mundo que va derecho y con pocas sinuosidades hacia una concreción (que puede ser su destrucción o el advenimiento de un mundo feliz). Simultáneamente, sin excluir lo primero, creemos que al igual que ciclos de la naturaleza, hay un carácter circular de la Historia. Siempre sabemos de la siguiente fiesta que vendrá. ¿Cuántas veces no hemos elogiado y lamentado en un solo gesto porque nos encontramos con los amigos solamente en fiestas o en funerales -esa otra forma de celebrar la vida- dando por sentado que nos volveremos a ver?
Nos marcan las guerras y las fiestas con una intensidad similar. Tenemos la sensación de ir derecho por un camino irrevocable. Pero nos permitimos olvidar el horror de toda esa cosa del poder y la muerte que pretende llegar a un cielo imposible, para sumergirnos en una temporalidad en la que todo eso que somos se conjuga y es repitencia eterna.
Acabamos de celebrar el tercer Festival Internacional de Teatro Progresista, al que llegó gente de muchas partes de ese planeta del que estamos hechos. Todos sabemos que es una fiesta que volverá, que nos encontraremos con esas culturas distintas y que aun así son nuestras. Cuando regrese, reincidiremos en el convencimiento de que sí puede ser humana la humanidad, amén de que se avance o no en línea recta.
POR RODOLFO PORRAS • porras.rodolfo@gmail.com
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ • (0424)-2826098