14/09/23.
Ante la justicia del soberano,
todas las voces deben callar.
Focault
Las Luces, que han descubierto
las libertades,
inventaron también las disciplinas.
Focault
Un drama arrancado de la vida real:
Primer acto
A mediados de la década de los ochenta, apareció un nuevo ritmo cuyo mensaje era igual que el de las baladas, la música pop, la salsa erótica y casi todo lo que se escucha en la radio, en tanto banalización del amor, el sexo y la denigración de la mujer, pero más grosero y con menos complejidad en los arreglos. Había penetrado las escuelas. Los niños y adolescentes eran los principales consumidores. ¡Algo había que hacer!... Terminó generalizándose un acuerdo tácito que todavía está vigente: aceptar piezas que se consideran “menos nocivas”, condenando las “más nocivas” a ser escuchadas por el alumnado fuera de la vigilancia de docentes y de una minoría de representantes, ya que la mayoría de ellos las escuchan y las bailan en sus casas a mucho volumen. Además, suena reguetón en todas las camionetas de pasajeros, autobuses, bodegas, automercados, centros comerciales, carros particulares, en las ferias y fiestas colectivas a lo largo y ancho del país.
Segundo acto
Entre siete y nueve de la mañana en plaza Venezuela y sus alrededores, Coche y sus alrededores se ve en algunas aceras y rincones a niños durmiendo sobre cartones o trapos. Es abismal el deterioro que sufren en dos o tres días. Pareciera, erróneamente, que no son vigilados ni controlados… castigados, sí.
El fiscal general hace equipo con un connotado grupo de artistas para hacer algo en contra del reguetón en las escuelas. Ya sabemos, hay que vigilar, regular, controlar.
En Las Mercedes sacan a un venezolano de la plaza, porque ¡¿qué coño haces aquí si tú eres de San Martin?!”. El polizón fue descubierto porque alguien le brindó a su hijo un perro caliente al escuchar que le había manifestado a su papá que tenía hambre. El polizón, el indeseable, estuvo a punto de ir preso, pero felizmente sólo fue humillado y expulsado de la plaza. Vigilar, castigar, controlar.
Tercer acto
Gracias a la sensibilidad del Fiscal, y de unos doscientos firmantes, es posible que un enorme número de niños que viven en zonas reguetoneras por excelencia, digamos un 80% de las zonas habitadas en el país, tendrá que conformarse con oír eso en sus casas, sus calles, en autobuses, etcétera. Por lo menos durante unos meses, mientras el episodio se olvida.
Otros niños, diríase que demasiados, se están salvando de la posible medida escolar, a cambio de pasar hambre, dormir a la intemperie, ser maltratados, violados, ser obligadamente delincuentes y morir antes de los veinte. Vigilar, castigar, controlar.
POR RODOLFO PORRAS • porras.rodolfo@gmail.com
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ • (0424)-2826098