16/05/24. Llegó mayo, quienes tienen o tuvieron a su lado una madre, las celebran recordando que son sus dadoras de vida, sus cuidadoras, sus protectoras, las que hacen las mejores arepas o hallacas, las que dan el abrazo más cálido, las que dan el regaño y la palabra oportunos.
Y ¡zas!, les llevan de regalo una rosa, un sartén, una escoba o un coleto de última tecnología, una cocina de seis hornillas para que cocine más rápido, una lavadora para que no lave la ropa de ocho personas a mano, y así un largo y ocurrente listado de obsequios.
Ante todo, las madres son MUJERES que sufrieron al parir (no todo es color de rosa como lo quieren pintar) y sufren, SÍ, MUCHAS SUFREN, también al criar, sobre todo, si les toca criar solas. Algunas cumplen con esta ardua tarea, aunque estén casadas o vivan en concubinato.
Las mujeres, así como ejercen su rol maternal con amor por los suyos, se cansan, lloran, se debilitan y se pierden a ellas mismas al cuidar, al proteger, al regañar, al dar la palabra oportuna. Esas labores que agradecemos y creemos que las hacen como si tuvieran una fortaleza venida del más allá para dedicar, incluso, en algunos casos, la vida entera, son, simplemente, AGOTADORAS.
Las mujeres madres, que se dedican al hogar y al cuidado de los hijos, lo hacen por amor. Sin embargo, hay un momento en el que este trabajo requiere más esfuerzo del que podrían requerir para ejercer labores en una oficina durante ocho horas al día.
Muchos y muchas creerán que no. Que las labores del hogar y cuidado de los hijos e hijas son nada en comparación con salir todos los días a poner en orden las tareas de una empresa. Pero, gran parte de las personas que piensan así, tienen una madre o una esposa o compañera de vida, que les hace todo y jamás se han preguntado si ella está cómoda con eso.
Hay mujeres que, simplemente, se sienten bien asumiendo el papel de la madre que cuida a los niños y las niñas, mantenido la casa limpia, haciendo la comida a la hora para servirla calientita a los miembros de la familia, preparando todo para que los hijos e hijas o el esposo, tengan a la mano lo primordial para el día siguiente. De hecho, son las que se levantan, en muchos casos, antes que los demás para que no haya contratiempos.
No obstante, hay quienes no reconocen esa larga lista de responsabilidades que acumula varios etcéteras, como un trabajo que DEBE SER REMUNERADO. Por esta razón, muchas madres han dependido económicamente de sus esposos, llegando a ser adultas mayores sin una jubilación que dignifique sus vidas. Este hecho, también ha estado relacionado con todo tipo de violencia machista contra las mujeres.
Las trabajadoras del hogar son víctimas del sistema capitalista y patriarcal que, mediante diversos métodos de manipulación, estableció la higiene del hogar y el cuidado de los hijos e hijas como un rol netamente de la mujer. Y sobre lo que pocos hemos podido reflexionar es que las “ama de casa”, como se les denomina a las mujeres que dedican su vida a esta responsabilidad, sostienen a los países.
Sin esa madre, el hijo no habría podido estudiar para convertirse en un profesional, el esposo no podría salir cada día a trabajar para que sus patrones permanezcan contentos y así mantener en pie el sistema; tampoco, sin esa madre, la hija no habría podido educarse para ocupar el mismo rol que su progenitora cuando tuvo su propia familia.
Abnegación, amor, dedicación, compromiso, son palabras con las que se ha querido identificar la razón por la cual las mujeres madres deben dedicarse al trabajo del hogar. Lo cierto es que lo hacen, muchas veces, porque no tienen opciones, porque les enseñaron que esa labor es enteramente su responsabilidad y que no cumplir con ella, se puede traducir como falta de amor y descuido.
Pero, jamás les contaron que está bien sentir flojera, como la sienten sus maridos, que está bien sentir agotamiento, como lo sienten sus maridos, que está bien no levantarse temprano, como lo hacen los maridos.
Lo cierto es que tampoco les dijeron que deben exigir remuneración por todo ese amor, esa abnegación, o mejor dicho, por un trabajo que inicia al amanecer y termina, a veces, cuando todos en la casa se duermen.
POR SARAH ESPINOZA • @sarah.spnz
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ