TRIGORIN- No tengo voluntad propia...
Nunca he tenido propia voluntad.. .
Blando, flojo, siempre obediente,
Anton Chejov (La gaviota)
16/12/2022. José Ignacio Cabrujas insiste en toda su producción artística, telenovelesca y reflexiva en escudriñar sobre la venezolanidad, sobre lo que somos. Con admirable habilidad trata lo trascendente con un lenguaje, un humor y un tono que nos remite a la cotidianidad. Uno de los temas que aborda de manera insistente es el de la mendacidad, no como mentira sino como un ropaje con el que nos cubrimos día a día, y con el que pretende disimular lo erróneo, falaz o aberrante
Cabrujas suele arremeter contra esa recurrencia de cobijarmos en “el dejar hacer y dejar pasar” -esa visión tan francesa- no solamente en el libre comercio sino en el uso de la cosa pública. Aunque es una presencia en todo su trabajo creativo y ensayístico, en “El Estado del disimulo” describe explícitamente el uso de la “mamadera de gallo”, de cierta y deplorable ingenuidad que es asumida como ingenio, cuando no es otra cosa que complicidad en los desmanes gubernamentales y sociales.
Todo esto teje una triste máscara en la cual un elefante en la sala pasa hipócritamente desapercibido. El día que me quieras, Acto cultural y El Americano Ilustrado son tres piezas teatrales que abordan el asunto de manera feroz, seguramente como un llamado perentorio contra una dinámica social o como el desahogo de sus angustias.
Este discurso de José Ignacio Cabrujas se inserta en una larga tradición que podemos rastrear desde de la antigua Grecia, hasta llegar a dramaturgos como William Shakespeare, Henry Ibsen, Anton Chejov, Tennessee Willians, Federico García Lorca, Cesar Rengifo, Gilberto Pinto por nombrar a algunos. Escritores que construyeron personajes trágicos no por haber perdido su nobleza sino por vivir atados a un sistema innoble. Agamenón, Creonte, Ricardo tercero, Yago, Hjalmar, Helmer, Liubov Andréievna, Blanche DuBois, Bernarda Alba, Jabino Buenaventura, José Antonio.
Personajes que perdieron su esperanza después de haber enfocado su vida y su quehacer fundado en un proyecto que parecía consolidar una manera de vivir. Personajes que no hicieron sino hablar, esperar, desear, creer en un mundo que le ofrecieron. Aceptaron la oferta como si fuera una verdad natural y que funcionaba de facto. Cuando dicha oferta no era más que otra quimera, que sólo era posible si participaba activamente en construirla. Personajes icónicos que no entendieron que no se trataba de gozarla con una sonrisa bobalicona y un aplauso estéril y dadivoso, sino haciendo de verdad lo que aparentaban hacer.
POR RODOLFO PORRAS
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ