05/07/24. ¿Somos las escritoras de temas sobre mujeres una amenaza? Al parecer nunca se detendrán en sugerirnos que volvamos a los “temas serios”, que debemos causarles terror a nuestras parejas o que nos estamos volviendo molestas. Sólo un hecho terrible como el femicidio de alguien relativamente conocido parece hacer el tema tolerable, incluso algunos van a poner en las redes sociales algún cartelito y Dios salve que usted oiga declamaciones sobre que “a la mujer ni con el pétalo de una rosa”.
Yo siempre me he sentido un poco sola y rara en ese tema. Quizás porque como la soviética Krupskaya siento lejanas las agendas que se ponen de moda y se llaman feministas. Me preocupa más la realidad en sus manifestaciones concretas: la dificultad del acceso a la atención médica, la costumbre de una subordinación que se entiende natural o cómo si quieres tener una carrera te exigirán que no tengas vida privada, mientras que tus colegas se buscarán parejas que no tengan vida pública.
Tras haberme metido en este asunto puedo decir con toda claridad que las venezolanas están urgidas de historias, de ideas y de debates. Cansadas de ser sólo la cuota rosa de un partido o de la soledad que causa que de las “cosas de mujeres” no se hable. Ni siquiera, para develar cómo toda la vida se ha conversado de esto a través de un universo profundo y simbólico, como el que encuentran los psicoanalistas cuando leen Caperucita Roja y ven en ella una fábula para las adolescentes que, con su nuevo período, llevan encima una capa que les expone a los lobos que andan por el bosque.
¿Necesitamos seguir encriptando lo que tenga que ver con las niñas? ¿Está bien vivir en un mundo donde las adolescentes enfrentan solas la sexualidad y la violencia en el noviazgo? ¿Pensarán lo mismo quienes reclaman dedicarte a esto si esa mujer, esa joven genérica, es su propia hija?
Por estos días, miro con agrado cómo surgen muchas causas de militancia. Hoy, algunos preferirían decir, de activismo. Así, veo organizaciones de padres de niños autistas, de familiares de enfermos crónicos e incluso de animalistas. Nadie parece sentirse preocupado por eso, pero las causas de las mujeres son distintas, asustan.
¿Cuál es esa profunda subversión que una protagoniza? ¿Cuál es el miedo que se despierta? ¿Cuál es la consigna que se rompe? Por aquí, soporten, seguiremos escribiendo.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta