30/03/23. La lucha por los derechos de las mujeres no pasa por su mejor momento. Cada día siguen llegando noticias de situaciones que parecen ser femicidios. La migración rompe el tejido de las familias y hiere con saña la vida de las mujeres, de las que se van y de las que se quedan. Por los hijos que no están, se sufre en primer lugar en femenino y hace años que los catálogos de derechos no dan saltos contundentes capaces de definir una nueva era para las venezolanas.
En medio de esto, puede que sea tiempo de colgar las banderas. Pensar, por ejemplo, que hasta aquí nos trajo el río y que más adelante solo hay piedras; que el cielo no es más alto que esto y que mejor vale dedicarse a otro oficio, pero están ellas: las niñas que una quisiera sepan que amar no es depender, que su cuerpo y su voz les pertenecen, que está bien si les gusta la ropa rosa o los oversize negros, que la ciencia o la política, los números o las artes también son para ellas.
Esas niñas a las que hay que entregarles un país, una razón por la cual levantarse de la cama, una ley que no se convierta en mercancía. Esas niñas que no merecen fiscales sordos o comerciantes; jueces cansados o prejuiciados; médicos que las reciban agriamente ni novios que las usen y las dejen o que se crean con derecho a maltratarlas.
Cada semana un escándalo de acoso o de abuso se abre. Un periodista que se sobrepasa en un estacionamiento, un jefe que busca a ver si una se resbala, un locutor que a cambio de favores promete una promoción. ¿Cómo pararlo si no cuestionamos aquello de lo que no se habla? ¿Cómo cambiamos el esquema de enseñarle a la niña que evite y no al niño que respete? ¿Cómo saltamos a ese mundo de verdaderos iguales, de amor sentido y sexo consentido?
Si esto no nos mueve, no nos cuestiona si pensamos que está bien que la tecnología avance y las ideas se estanquen, soltemos la tarea, pero si miramos a los ojos a cualquiera de estas, niñas e hijas nuestras, tengamos el amor de intentar darles un mundo donde vivir sin las dolencias que nosotras ya conocimos.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta