26/08/24. Primero, por favor, cuéntanos un poco de ti, de tu formación e inicios como periodista…
Nací en Caracas, el 1 de diciembre de 1961, en la Maternidad Concepción Palacios. Me crié en la calle Cruz Verde de Antímano. Estudié allí, en la Escuela Municipal José Antonio Villavicencio, el ciclo básico en el liceo Felipe Fermín Paul, y luego el ciclo diversificado en el liceo Caracas en El Paraíso. Estudié en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela, en los años ochenta, en una época maravillosa, en la que esa escuela contaba con una constelación de profesores de primera línea, me gradué en 1986. Luego estudié en esta misma universidad una especialización en Información Internacional, y más adelante, las materias de una maestría en Ciencias Políticas, en la universidad Simón Bolívar.
...hay que hacer un profundo trabajo de sanación ... porque creo que es un gran riesgo que en cualquier momento ocurra una especie de guerra civil en el país, que haya sido instigada desde afuera y por sectores internos...
He tenido la gran suerte de tener una hermosa familia, yo fui criado, al igual que mi hermano mayor, sólo por mi madre, una trabajadora insigne, fue lavandera, planchadora, costurera, señora de servicio, para criarnos a nosotros dos. Mi hermano, a pesar de que solamente me lleva cuatro años, se convirtió en una especie de padre, en una especie de sostén de hogar y se fajó a trabajar para que yo siguiera estudiando.
Tengo treinta y seis años de matrimonio, dos hijos grandes, ambos son ilustradores y animadores digitales, tengo una hermosa familia.
¿Cuándo empiezas a interesarte por la escritura, y por el periodismo en sí?
Comencé a escribir desde muy niño, tenía siempre la intuición de que eso era un talento que tenía… recuerdo que mi maestro de sexto grado, Alberto Merlo, publicaba en la cartelera del salón los artículos de opinión que yo escribía en ese tiempo. Comencé desde muy temprano a sentirme impresionado por la literatura, después que leí Lanzas coloradas, un libro de lectura obligatoria en la escuela. Empecé a sentir que yo tenía que hacer algo como eso, escribir historias, mucho más fuerte después fue la impresión con Cien años de soledad, cuando estaba en segundo año…
Cuando tenía como trece años escribí lo que podría ser un relato… una sátira de las cosas que pasaban en mi mundo, en el liceo y en la parroquia… hice un segundo intento después como a los dieciséis, lo que pudiéramos llamar una novela corta… Cuando estaba en el liceo Caracas, escribí un par de trabajos en tono de sátira, uno se llamó: Genio y figura de las chancletas de plástico, hablaba del símbolo de la pobreza…, y otro que se llamaba El discreto encanto de la clase media…
A mí me impresionaba mucho cuando pasaba por Montalbán, por El Paraíso, zonas de clase media, ese cartelito que ponen en los estacionamientos que dice: “Exclusivo para residentes, visitantes estacionar afuera”, me parecía que era una cosa muy descortés, de la gente de la clase media hacia sus visitantes. Esos dos artículos los perdí, nunca los he podido recuperar…
Comencé a estudiar en la Universidad Central y tuve la gran suerte de que un compañero de mis clases del taller de redacción, Rafael Tayupe, que es actualmente corresponsal de Radio Nacional de Venezuela en Guárico, tenía un trabajo como redactor de una revista llamada Actualidad Automotriz, una revista especializada en temas de automovilismo, y por alguna razón él se estaba retirando, y el dueño de la revista le dijo: bueno, recomiéndame a alguien, y a Rafael se le ocurrió recomendarme a mí. De modo que comencé a ejercer el periodismo con apenas veinte años, así que bueno, como tengo 62, puedo decir que tengo 42 años en el ejercicio del periodismo, viviendo del periodismo, recibiendo un salario.
En esa trayectoria he podido hacer de todo un poco en el mundo del periodismo, tanto impreso como en los primeros tiempos radiofónico, y en los últimos tiempos en el campo del periodismo digital.
Has probado otros géneros literarios…
Siempre me sentí atraído por el género narrativo, pero también he escrito bastante poesía. Tengo un poemario publicado, en el año 2016, se llama Reinventario, y fue una recopilación de toda una cantidad de materiales que escribí de adolescente hasta más o menos los cincuenta años de edad. Tengo una novela que se llama Esa larga infinita distancia, que se publicó en el año 2022, donde abordo el tema de la muerte, de lo que puede pasar o no después de la muerte, y digamos que además, envuelto en una trama que tiene mucho que ver con el deporte del trote.
Más reciente, con respecto al artículo que has escrito en el diario Correo del Orinoco: “¿Quiénes son los emisores principales del discurso de odio?”…
Una de mis grandes preocupaciones como venezolano, yo diría como ser humano, porque creo que la inoculación del odio no es algo exclusivo de la sociedad venezolana que tiene unas características muy específicas, pero en cada uno de los países se aprecia esto, hay odios sembrados por motivos nacionales, religiosos, políticos, raciales, y creo que el mundo en general es una especie de polvorín en ese sentido… Lo estamos viendo en diversos países donde ocurren estos tipos de estallidos.
En el caso venezolano es evidente que hay una situación muy crítica que aflora cuando ocurren episodios políticos como fueron las elecciones del 28 de julio… al escritor, al periodista y al comunicador en general, le corresponde tratar de poner la paz en estas circunstancias, de analizar esto muy a fondo, de exponerle a las personas, hacerles ver lo que está pasando, los comportamientos en que a veces se incurren por la presión social y de esa manera que la gente tome conciencia de los delitos que a veces se están cometiendo, de lo grave que es la difusión de los mensajes de violencia que circulan en las redes sociales, incluso en los medios de comunicación formal… cuando uno aprecia, uno oye a la persona, que además son personas con una formación familiar, religiosa, académica, decir barbaridades como hay que matar a todos… hay motivos para alarmarse… hay algo que debe ser sanado en toda nuestra sociedad.
En el caso específico de Venezuela, hay que hacer un profundo trabajo de sanación en este sentido, con la ayuda de personas especializadas en salud mental, y en los temas espirituales, porque creo que es un gran riesgo que en cualquier momento ocurra una especie de guerra civil en el país, que haya sido instigada desde afuera y por sectores internos, pero que están vinculados a nivel imperial y que puede ocasionar un daño irreversible para la sociedad.
Así es, ahora, ¿qué nos puedes decir de esa afinidad tuya por el trote…
Ha estado presente en mi vida a lo largo de muchos años… desde la universidad, tenía dieciocho años cuando empecé... he tenido altibajos, épocas en que lo he abandonado por completo, épocas en que he estado cerca de un nivel de participar en competencias… he sido un trotador solitario, no me he integrado a grupos, no he competido nunca, ha sido para mí una forma de relajación, de meditación…
Y escribiste sobre eso…
Cuando le propuse a la gente de Épale Ccs hacer esta columna, muchas personas se extrañaron, porque no tengo ni la apariencia ni las características generales de un deportista… lo que yo quise fue plasmar la vivencia de un ciudadano común y corriente que trota, se pone una indumentaria y sale a correr a un parque, a una calle cercana como parte de su vida, no con pretensiones olímpicas, ni pretensiones de ganar dinero con eso, sino como parte de la vida…
Quise llevar un poco de la cultura, de ese fenómeno mundial que es el running a la gente que tiene contacto con la revista. Fue una experiencia muy interesante, la declaré recientemente en suspenso, porque he tenido poca actividad como trotador en estos tiempos, y me parece que no es muy auténtico disertar sobre algo que uno no practica…
Para mí fue también una reivindicación hacia mi propio cuerpo, hacia mis propias capacidades físicas, porque quizás durante la etapa de mi infancia, de mi adolescencia, estuve signado por esa señal de los buenos estudiantes que son malos en el campo, son malos en la cancha, y también quizás haya influido un poco en eso mi condición de miope, de tener lentes desde muy temprano en la vida. En ese tiempo limitaba mucho a los muchachos en la práctica deportiva, de pronto con el trote, me sentí redimido, sentí que había encontrado algo en lo que podía desarrollar trabajo físico, sin ningún tipo de complejo.
Yo recomiendo ampliamente a todo aquel que pueda sentirse interesado, que realmente lo practique porque es una actividad que reconforta física, mental y espiritualmente.
Y de tu experiencia como docente…
Estuve durante diez años en el Programa de Formación de Comunicación Social en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) como profesor, años de mucho crecimiento personal y profesional, y una experiencia muy rica al lado de jóvenes y no tan jóvenes estudiantes, quienes son además muchos de ellos, mi orgullo, al verlos por allí en el ejercicio del periodismo. Sin embargo, a partir del momento en que dejé de ejercer como profesor en el año 2015, entré en una especie de crisis, porque tengo serias dudas acerca de la utilidad que pueda tener para un joven o para cualquier persona de cualquier edad en este tiempo, estudiar periodismo tal como están planteados los programas de las universidades, tanto de la UBV como de las otras universidades…
Sentí en algún momento que estaba participando de un gran engaño de gente que se está preparando para una profesión que en alguna medida ya no existe, una profesión que en cierto modo desapareció.
He pasado varios años en esa crisis, y no quise volver a las aulas universitarias como profesor durante todo este tiempo… quizás ahorita estoy un poco menos dudoso pensando que el periodismo obligatoriamente tendrá que resucitar, porque este desastre causado por las redes sociales lo va a hacer necesario…
En este momento las comunicaciones públicas están dominadas por gente que no tiene nada que ver con el ejercicio del periodismo, que carece de la formación técnica y de la formación ética, y por eso se genera toda esta situación de incertidumbre en la que estamos envueltos, esta especie de marea permanente de información no filtrada, no regulada, no curada en el sentido en que lo hacíamos antes los periodistas en los medios de comunicación.
Muchas gracias hermano, por tu ejemplo y honestidad.
Siempre a la orden.
POR BENJAMÍN MARTÍNEZ • @pasajero_2
FOTOGRAFÍA ALEXIS DENIZ • @denizfotografia