"Ojalá la risa del amor llegue a mi boca, salgan palabras bonitas, brillen las estrellas y los zamuros me encuentren satisfecha".
Sonia Pirona
25/09/24. Sonia Pirona es una mujer que irradia al mismo tiempo vida y serenidad: la vida que brilla y desborda de ganas de comerse el mundo y la serenidad de quien se siente satisfecho. Esta periodista, investigadora, actriz de teatro, poeta e instructora de biodanza, hizo de la exploración personal su camino profesional cultivando grandes satisfacciones. Como periodista, ha desarrollado una trayectoria bien consolidada. El teatro, la poesía y la sanación llegaron a ella para expandirse más allá de sus posibilidades.
El oficio de periodista es una ética de la verdad. El periodista es un servidor público hacia miles o millones de personas que confían en que uno les está diciendo la verdad.
Viajera, sibarita, pícara, Sonia también profundizó el amor por la cultura, especialmente a través de la comida. Esta pasión por el conocimiento gastronómico se ha hecho tangible en sus publicaciones. Su más reciente libro se titula El cocuy: símbolo colonial de nuestra cuestionada alma. Se pudiera decir que este libro retrata el tránsito de Sonia a través de sus saberes, pues combina investigación, espiritualidad, gastronomía y militancia política a través del desmontaje del colonialismo en nuestro país. Sonia indaga en la identidad nuestra a partir de la comida y lo que significa en nuestra cultura e identidad.
Conozcamos más del fascinante mundo interno de la hermosa Sonia Pirona.
¿Cómo se define Sonia Pirona?
Soy una mujer agradecida y afortunada. Provengo de una familia amorosa, responsable, solidaria y permisiva. He seguido la senda de mi alma familiar con mi hija y mis nietos. Amo escribir, leer, conversar, danzar, cocinar y reír. Vivo desde siempre dejándome guiar por mis intuiciones, que han traído hasta aquí ahora respondiendo esta pregunta.
¿Por qué el periodismo?
Porque se parece a mí. Cuando entré a estudiar en la Universidad Central de Venezuela, la escuela de Periodismo estaba recién cambiada a Comunicación Social y aun ahora este término me parece tan amplio que se pierde y se enreda en un todo o una nada definitoria. Con el reporterismo conocí una de mis pasiones. La pasión es un ingrediente que me levanta del hastío.
¿Cuáles han sido las lecciones más valiosas que has aprendido como periodista?
La pasión por el oficio, como te dije antes. Tuve la buena fortuna de recibir clases con los grandes del periodismo como Eleazar Díaz Rangel, Earle Herrera, Antonio Almeida, Olga Álvarez, Yolanda Osuna, entre tantos valiosos, quienes inculcaron el honor por la verdad. Recuerdo que Eleazar decía que lo único y mejor que teníamos los periodistas era nuestra firma. Si uno firmaba una nota de prensa con su nombre era porque uno estaba seguro que eso había sido investigado y era verdad. El oficio de periodista es una ética de la verdad. El periodista es un servidor público hacia miles o millones de personas que confían en que uno les está diciendo la verdad. Y eso tiene una gran importancia que va más con la humildad que con el ego.
¿Por qué te llamaban Madame Kalalu?
Ah, esa es una historia muy divertida e importante en mi vida. El grupo de El Nacional sacó un periódico “popular” para competir con Ultimas Noticias y El Mundo, ambos de la Cadena Capriles. En ese momento yo estaba iniciando un cambio fundamental en mi vida pues estaba iniciando un mirar hacia mí misma en una búsqueda espiritualista que sigo indagando como formación de vida. Bueno, una amiga me invitó a escribir sobre crecimiento personal en una columna que ya tenía el nombre de Madame Kalalú, gracias a una canción de Rubén Blades muy famosa en ese momento. Estuve muchos años escribiendo esa columna de 1.500 caracteres todos los días, lo cual me dio el apresto de la síntesis y de lograr que temas complejos pudieran ser tratados con la sencillez del habla cotidiana del pueblo de a pie. Tuve mucho éxito, me leían bastante.
¿Cómo ve la evolución del periodismo en Venezuela?
Esta es una pregunta difícil. Creo que el vedetismo alrededor del oficio del periodismo alimenta a un ego come alma. Ese vedetismo acompañado por una visión económica tarifada hace que muchos periodistas caigan en un pozo con un fondo muy profundo, es como vender el alma por unas cuantas monedas de oro. Pero también me alegra comprobar que hay una gran propuesta en marcha y activa de periodismo comunitario que está más cercana al concepto de servidor público, del deber hacia las personas y el medio ambiente. Eso es muy favorable y es una tendencia que va creciendo contra tantos vientos y mareas institucionales, gubernamentales.
¿Cuál consideras que es tu aporte?
Bueno, mi aporte es ser yo misma, andar con fe y confiar en la vida como lo más importante. Yo soy un grano de arroz que puede ser alimento para mí misma y para otros también.
Háblanos de tu experiencia en la poesía.
La poesía es mi voz más honesta conmigo misma. En muchísimas ocasiones ha sido mi salvadora. Es una voz que sale de mi cuerpo y muchas veces no pasa por mi cerebro neocórtex sino que se zumba sobre el papel y me habla. La poesía me sorprende.
¿Por qué la Biodanza?
La Biodanza es un disfrute celular porque trabaja con la música, el movimiento y el encuentro en grupo tal y como lo hacen nuestras células cuando están felices y sanas. Uno de los postulados más importante del sistema biodanza es el Principio Biocéntrico cuyo enfoque es hacia toda forma de vida, lo cual es un paradigma diferente al antropocéntrico que conocemos en nuestra cultura eurocéntrica occidental, que considera que la especie humana está por encima de las demás formas de vida de la naturaleza. Creo que el cambio cultural tiene ese tinte espiritual del respeto hacia la vida toda.
¿El proceso de escribir el libro sobre el cocuy?
Fue un proceso de feliz existencia. Hice algunas materias del doctorado de Arte y Culturas del Sur que imparte la Universidad Experimental de las Artes, Unearte, que me abrió un mundo de conocimientos especialmente sobre lo colonial y lo descolonial, así que tomé a nuestra bebida originaria como símbolo colonial del sistema mundo que nos cayó encima desde 1492. Parafraseando a la figura literaria de “Con la iglesia hemos topado”, mi colisión primera fue con el concepto de prehispánico, con el “pre” a más de cuarenta mil años a.C., de historias incluyendo a los primeros habitantes del nuestro continente; mientras con lo “hispánico” a un poco más de quinientos años que conforma lo más resaltante de nuestra relatoría histórica. Hace cinco mil años a.C., existió en Perú la civilización Caral, tan importante como la civilización de la antigua China o la de los sumerios, pero nosotros lo ignoramos. Seguimos, lamentablemente, con los estereotipos hacia los nativos americanos y los negros como seres inferiores y flojos que necesitan de los occidentales ilustrados para que nos guíen hacia el buen camino. Mi libro se llama El Cocuy: símbolo colonial de nuestra cuestionada alma.
Mensaje del libro
Bueno, mientras más no conozcamos, más posibilidades tenemos de amarnos y respetarnos tal como somos. La ignorancia de nuestra estirpe es, además de doloroso, el arma con la que nos tienen atrapados en esta ambigüedad civilizatoria de países subdesarrollados. La llegada del occidente a través de los españoles fue un momento devastador que los estudiosos del tema decolonial como Ramón Grosfoguel llaman epistemicidio que fue la destrucción con la cruz y la espada de la gran cultura nuestroamericana de la cual apenas tenemos registro académico.
¿Qué más te falta por hacer?
Bueno hija querida, lo que Dios quiera, yo estoy abierta y dispuesta a vivir lo que me toque. En este momento de mi vida me doy por bien servida amar y ser amada.
¿Estás satisfecha?
Si.
¿Alguna recomendación para las mujeres?
Que sigamos explorando nuestras voces femeninas. Que estuvo bien el inicio del feminismo radical, pero que ahora nos corresponde incorporar a la energía masculina, al hombre, en nuestras vidas de igual a igual. Ya no como el contrario o el enemigo. Ya no como ser más que ellos, de llevar pantalones y maletines como ellos, sino ser mujeres empoderadas siendo femeninas, honrando eso.
Los medios de comunicación tarifados enfatizan el machismo solapadamente y eso es peligroso porque perpetúa la violencia contra las mujeres. Muchas jóvenes creen que es normal la violencia de género. Hay tanto que decir al respecto y poco espacio.
Mensaje a la comunidad de Épale CCS
Ah, que sigan con ese tratamiento tan espiritual y bondadoso de los temas. Me gusta mucho leerlos.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
FOTOGRAFÍA DENNYS GONZÁLEZ • @dennysjosegonzalez