02/10/24. Hace apenas unos días se efectuó la décimo quinta edición de la Feria del Libro de Caracas, donde todas y todos quienes amamos los libros tuvimos la oportunidad de encontrarnos en la Galería de Arte Nacional (GAN) con la maravilla que significa la palabra escrita.
...un homenaje a todas esas mujeres que guardan una sabiduría, aunque sean de la ciudad o que vivan en un apartamento, pero guardan una sabiduría que una no sabe de dónde viene.
Parte de mi experiencia en el evento al que asistieron al menos cien mil personas desde el 21 hasta el 30 de septiembre, fue estar presente en el bautizo del poemario Traspatio de Penélope Claret Toro León, a quien considero una amiga y compañera de militancia.
Penélope es editora, investigadora en feminismo. Licenciada en Pedagogías Alternativas de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez y columnista digital La Inventadera. Ambas compartimos espacio en la comunidad de escritoras Tejer con la palabra, de la cual ella es coordinadora.
El poemario presentado en formato de plaquette es parte de la colección Yo misma fui mi ruta del Fondo Editorial Fundarte, a cargo de la editora Giordana García, una mujer comprometida con el proceso escritural de sus congéneres.
Para conocer más de Traspatio , conversé con Penélope, que, además, me habló de su militancia a favor de otras compañeras escritoras que aún no han sido publicadas.
Sabemos que, además de poeta, eres cronista y descubres en Traspatio una historia narrada por ti desde la poesía, ¿hay mucho de crónica en este poemario?
Justamente estaba pensando en eso. Porque estaba leyendo a otros poetas que presentaron su poemario conmigo y tienen un estilo muy distinto. Es una poesía con una búsqueda distinta del lenguaje, con un uso más profundo de repente de la metáfora. Y justamente pensé que mi trabajo es como una crónica poética.
Porque se refiere a las percepciones, a lo cotidiano que viví, y que todavía mantengo en relación con mi abuela, que para mí fue una madre porque ella me crió. Tengo mi madre, mi relación con ella es como distinta a la que tuve con mi abuela. Mi abuela falleció y yo creo que, con este libro, de alguna manera yo me permito elaborar un duelo. No solamente personal, sino familiar. Pero sí, hay mucho de cómo recojo cosas que en la familia guardamos y comentamos habitualmente. Frases de ella, enseñanzas de ella.
Entonces sí, hay mucho de la crónica. Aunque a mí llegó primero la poesía, leyendo poesía.
¿Cómo empezó tu pasión por la lectura?
Yo soy una lectora como mañosa. No fui lectora de grandes clásicos. Fui rebelde en mi ser lector. Si un libro no me atrapa, no lo leo. Yo leía lo que estaba en la biblioteca de mi mamá, que es profesora de Literatura. Y, además, mi abuelo también era profesor de Literatura.
Leía lo que me atraía. En el bachillerato lo hacía era por cumplir. Me gustaban los cuentos cortos. Había un libro de cuentos rusos, de cuentos orientales, japoneses, aforismos y poesía.
¿Quiénes influyeron en la construcción de esta obra poética?
Debo decir que algunos trabajos de otras compañeras, como Frutos Extraños de Indira Carpio, como Casa de Viaje de Deisa Tremarias, y más recientemente, Costuras de Familia de Ximena Benítez, influenciaron en mi trabajo para lograr Traspatio. Son trabajos que refieren a la casa, al encuentro y desencuentro con la madre, con las tías.
Entendiendo que eres una mujer feminista, ¿es tu libro una forma de visibilizar a las mujeres desde los roles que le impusieron?
Totalmente. Todo mi trabajo va a estar atravesado por el feminismo. Ya no hay manera de desligarme de eso. Pero, este trabajo, aunque es muy breve, es enteramente un homenaje a esa persona que fue Nina María Matute, mi abuela, y a las mujeres humildes, trabajadoras, que, como muchas otras, fueron secuestradas por la ciudad, por la vorágine de la ciudad. Pues en esa época, llamadas por el progreso, sus familias emigraron a Caracas y se deslindaron del campo; de las costumbres, de la siembra y de la relación del ser humano con la naturaleza, algo que nos determina.
Era una mujer a la que casaron muy joven, vivió una vida sujeta a las necesidades de otros y otras, al cuidado de otros y otras y no una vida propia. Al final de su vida cumplió algunos de sus sueños, pero se quedó con mucho pendiente, yo creo que yo vengo a resarcir eso como una extensión de ella.
Toda su vida la vive en Caracas. Un poema dice, “naciste en la ciudad de un Guaire limpio”, pero igual su vida fue urbana, y ella siempre anheló tener una casa para sembrar, porque su afición por las plantas era de tal magnitud. Eso me lo transmitió a mí.
Este libro es, entonces, un homenaje a todas esas mujeres que guardan una sabiduría, aunque sean de la ciudad o que vivan en un apartamento, pero guardan una sabiduría que una no sabe de dónde viene. Porque por lo menos mi abuela conocía las matas y las agarraba en el monte para consumo. Una no sabe de dónde salían esos saberes que misteriosamente tenía. Son esos saberes de los cuales nuestras abuelas no hacían alarde, porque de repente incluso eran hasta motivos de burla. De manera que nos corresponde a nosotras rescatarlos, valorarlos, visibilizarlos, como formas misteriosas de brujitas.
¿Heredaste de tu abuela ese espíritu de conexión con las flores, con las plantas, con lo natural?
Sí, y yo realmente no sé vivir sin las matas. Tengo que tener contacto con las plantas, con la montaña o con cualquier clase de naturaleza.
Preservo no sólo sus costumbres sino algunas de sus pertenencias. Creo en su legado.
En Traspatio hay un poema que dice: “no pude verte / estaba imbuida de inmadurez”, ¿con eso te refieres a que llegaste tarde para aprender de su sabiduría?
Sí, se trata de esa inmadurez que hizo que no la escuchara lo suficiente. Sin embargo, una es capaz de ir hacia atrás y recordar algunas cosas y transmitirlas.
¿Este poemario es un mensaje para las mujeres o las chamas que tienen a sus abuelas y que, por estar sumergidas en la vorágine de las redes sociales, el trabajo o la cotidianidad, no la escuchan?
No lo hice con ese objetivo, pero ahora que lo dices, pues sí. Estoy superando el defecto de la juventud, que suele estar, a veces, imbuida en el egocentrismo o en una intimidad que no nos permite vincularnos con las personas que tenemos cerca y reconocer esa sabiduría.
Entonces, sí, está enfocado en reconocer el linaje de mujer. En el hecho de que escuchemos a nuestras madres, y que las madres entiendan la importancia de darle consejos a sus hijos e hijas. Porque la vida femenina es muy particular y el mundo está construido para la vida masculina, para la vida “en masculino”.
Si nosotras no nos apoyamos, y no tenemos esa visión de que incluso debemos protegernos entre nosotras, andamos perdidas. Es importante que se estrechen los lazos de comunicación entre las mujeres.
¿Qué es para ti haber sido publicada por la colección Yo misma fui mi ruta de Fundarte?
Se siente una felicidad muy grande. Es una colección muy cuidada, es también una referencia en el país. Giordana García Sojo, quien es la promotora de esta colección, acoge con mucha generosidad las distintas voces. Es una apertura inusual, pero guardando mucha la calidad.
Allí nos reconocemos en la obra de la otra. Son búsquedas distintas, y hay un manejo distinto de los recursos literarios, pero hay una conexión, una búsqueda de lo ancestral, desde el linaje femenino. Se relaciona con la casa, con el vientre, con el agua, con la raíz, y bueno, con la feminidad, pero con formas distintas de abordarlo, de decirlo.
¿Cuál será tu próximo paso desde Tejer con la palabra?
Desde Tejer con la palabra sigo apostando por la unión. Soy como una vendedora de aspiradoras, como una vendedora a domicilio, que todo el tiempo toca puertas por las demás. Tejer con la palabra me llevó a la ruta. Tengo mucho que agradecer a todas las compañeras porque yo me reconozco en la otra y me reafirmo como escritora en la otra.
POR SARAH ESPINOZA • @sarah.spnz
FOTOGRAFÍA ALEXIS DENIZ • @denizfotografia