04/10/24. Esa será tu asignación, te corresponde, me dijo ella o algo así entendí, solemos rotar secciones, un ejercicio de adiestramiento, supongo, lo hacemos quién sabe por qué, quizás así fue desde el principio y yo lo asumo, lo asumo como quien llegó a la redacción hace once meses y dos días, ahora, cuando empiezo este ejercicio, después de lo que han llamado “la pachanga”, encuentro festivo donde la solemnidad es precisamente este culto a la palabra que día a día me mantiene alerta, escuchando la calle, sintiéndola con este y demás sentidos.
....estaba lleno incluso de curiosos transeúntes que también brindaron por la salud especialmente de la crónica y por, no podía ser menos, nuestra Caracas de siempre.
Imposible no tener presente un pasaje del viejo Mankell, autor recién conocido por mí, del cual le voy comentando a Romer, nuestro editor, mientras llevamos la torta que nos ha preparado Adriana Malpica de @mimasbakeryy para la ocasión. El pasaje en cuestión dice así:
Son costuras lo que une todas las cosas. Hay costuras invisibles entre las personas. Nuestros sueños nos cosen la mente a los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos. Si uno quiere volverse inteligente y aprender a querer a las personas, debe coser. Puedes bordar tu añoranza y tu tristeza en un trozo de tela, y entonces descubres que todo resulta más fácil.
La imagen, al leerla, me lleva a la jefa, nuestra querida Nied, porque sé que borda, que hace unas pulseras bellísimas, primera impresión al momento de la entrevista pre ingreso para formar parte de esta experiencia que tanto me ha enseñado, ser redactor de tan maravillosa revista, donde no hubiese estado sin atender el llamado compartido por Maru, una experimentada traductora y poeta que compartió un mensaje por si alguien estaba interesado en escribir para la misma. Gracias nuevamente mi estimada.
Llueve, pero leve, una garúa como dicen los conocidos de estos fenómenos climáticos típicos de un país bendecido, indudablemente, sobre todo por Caracas, a quien le escribimos desde ella misma, como si ella también nos leyera desde dentro. Bordeamos el Teatro Teresa Carreño, atravesamos la avenida Bolívar con la convicción de que llegaremos sin ninguna gota agua sobre nuestros cuerpos y por supuesto, de la torta.
Descendemos del vehículo agradeciendo al chofer, estamos en Gradillas, dónde es, pregunta Adri, allá, al lado de la zapatería y vemos los globos azules que las muchachas han colocado desde temprano, lo sé porque las vi, conversábamos de qué hacía falta y otros detalles.
Al colocar la torta en la mesa me di cuenta de cuánto pesaba, seguramente siete kilos, ¡Qué bella la cayena y las guacamayas! Expresa Nied detrás de mí, justo cuando me preguntaba dónde estaba para ver qué le parecía, al girarme me encontré con esa sonrisa que lo dijo todo, algo dentro de mí se expandía, una dicha indescriptible como si te abrazaran por dentro. Te dije que te iba a gustar, fueron las palabras que lograron salir por mi boca aún sonriente. Vayan para que reserven sus asientos, me dijo después.
Colocando los bolsos en uno de los banquitos dispuestos a ambos lados de las mesas, vimos las revistas que fueron colocando, varias ediciones, las bellas portadas me hicieron recordar algunas de las que conservo en casa, con el cariño que me impulsó a participar ahora dentro del corazón mismo de Épale CCS.
Las palabras de inicio, como suele suceder en estas ceremonias, fueron las de la querida y admirada Meche, seguidas de Nied, entonces teníamos ya nuestras bebidas en la mano y todo el recinto estaba lleno incluso de curiosos transeúntes que también brindaron por la salud especialmente de la crónica y por, no podía ser menos, nuestra Caracas de siempre.
Una de las que se acercó fue una mulata que bien podría haber salido de una novela de Maryse Condé, bastón en mano se abrió paso entre los vigilantes, dejó sus cosas sobre un banco y siguió su marcha buscando su sopita, regresó, pidió permiso y se sentó. Nos contó que se llamaba Carmen, como mi abuela, nombre que proviene del latín y significa poesía, no bastaba más, Carmen nos dice que la sopa estaba bien buena porque no tenía sal, que se estaba cuidando, que vive en la iglesia cerca del Fermín Toro, que sus hijos se fueron, que por ingenua firmó un papel que le dio su marido que se debe estar quemando en la quinta paila… Al ratico sacó una caja grande de plástico, mostró sus chucherías, señaló los caramelos, estos de café son a dos bolívares, estos otros a uno, le compré veinte bolívares en caramelos, sin pensar si me quedaba o no para el pasaje en la camionetica.
No pasó mucho tiempo cuando ya estaba en el bulevar el sofá frente a una mesita con el muñequito afro con su traje de pregonero, junto a las maticas suculenta y jade, una maravilla que después nos obsequiaron junto a las bellísimas franelas diseñadas por nuestra querida Isa.
Llegado el momento, todo aquel que quiso se paró frente a la audiencia micrófono en mano, ahí estuvo Marlon, a quien admiro por esa escritura que tanto motiva a saber más, él habló sobre otro maestro, el gran cronista de Catia y de Caracas toda, Francisco Aguana que no hace mucho se fue a otra pachanga en el cielo, rápidamente caí en cuenta de que tenía que escribir sobre el acontecimiento, tomé el teléfono intentando copiar el homenaje, creo haber captado la esencia de su alocución:
…recordando a Borges, porque he estado recientemente revisando su obra, debo recordar también el legado de otro cronista de Catia, Pedro Delgado… Al hablar sobre el legado de Francisco Aguana, resulta inevitable recordar cómo inspiraba, era uno de los seres más sensibles… una especie de ogro en la redacción, pero eso era puro montaje porque se trata de un personaje muy humano, un hombre capaz de llorar mientras contaba sus vivencias en Catia… una memoria prodigiosa de toda la ciudad…. Mi tesis es, siguiendo a Borges, que Pedro y Francisco eran el mismo personaje… la crónica es un recuerdo inventado, uno no sabe si es verdad o mentira… son circunstancias posibles… y es que al final uno escribe para que lo quieran, eso no lo digo yo, lo dijo García Márquez… lo hacemos para trascender la estupidez, cosa que es algo muy complejo…
Es cuando me acuerdo del pregonero parado junto a la torta, lo veo creciendo delante de mí, veo que es el mismísimo Aguana, sonriente, diciéndonos: lleve su revista, la revista Épale, lo mejor del habla caraqueña, las crónicas que usted debe leer, lea, lea, lea para encontrarse, lea para amarse… léase…
Maru fue otra que se paró, compartió su poesía, esa que sabe llegar enalteciendo el amor por esa cotidianidad que somos.
Nathan, quien nos tiene acostumbrados a sus icónicas tomas fotográficas, a cada instante nos tomaba por sorpresa, lo recordé anoche, cuando compartió algunas de las muchas imágenes de esa tarde extraordinaria.
Un momento cumbre fue cuando entraron los músicos que venían tocando desde la misma esquina de Gradillas quizás más lejos, entre ellos llegó mi estimado colega Daniel Mora con su inigualable trompeta –la estoy escuchando desde hace varias décadas-, unos minutos después, la foto respectiva de la familia Épale en el sofá en pleno bulevar ante la mirada de la gente que entonces nos rodeaba, seguramente contagiados por la alegría que se nos salía por los poros.
Cantamos cumpleaños, los doce de Épale CCS, como lo difundió la también músico y poeta, nuestra querida Rocío, chama tú si eres fiel, le dijo Nied cuando le entregó su franela con su detallito, los doce de ÉpaleCCS, escribió Rocío por uno de los grupos en la red social que habitamos desde un poco antes de la cuarentena. Leo la frase y veo la imagen, exactamente somos doce, no sé si lo dijo por eso o por los años, pero sin duda fue una coincidencia de esas que hacen que el momento se fije como aquellas sonrisas que aún se mantienen, llenándonos de un desafío que ha crecido más y así lo siento, esta mañana, cuando sé que estas líneas no terminan aquí.
POR BENJAMÍN MARTÍNEZ • @pasajero_2
FOTOGRAFÍA NATHAN RAMÍREZ •@nathanfoto_art / CORTESÍA