Iba saliendo de dar una clase de inglés, cuando de pronto unos cartelitos a un lado de la calle capturaron mi atención. Eran ofertas de talleres solo para mujeres: emprendimiento, autoestima, computación. El sitio parecía estar escondido en plena avenida: una especie de casa pequeña, oculta tras unas rejas grises. Aunque yo no conocía a nadie ahí, la curiosidad pudo más que la vergüenza y me metí a preguntar: el taller de empoderamiento me hizo clic.