07/11/24. En el verano del 2003, Bertrand, un cantante, ocasionó la muerte de su novia, la actriz Marie Trintignant, hija de conocidos artistas, madre de varios hijos y en la flor de su carrera. La asesinó procurándole una golpiza de la que no pudo recuperarse. El caso tuvo un gran impacto, de esos que hacen que las cosas comiencen a cambiar. Por ejemplo, que se comenzara a rechazar en Francia que estos asesinatos se narren empezando por juzgar qué hizo la víctima. En el caso de Marie, la prensa se centraba en contar que todo empezó por un mensaje que Marie recibió de su exmarido y que Bertrand no pudo soportar.
....el femicidio rara vez es un hecho espontáneo, generalmente es el final de un ciclo que debe contenerse desde sus inicios.
Desde entonces, Marie es una de las imágenes de la lucha contra el femicidio en el territorio galo y cada tanto tiempo hay manifestaciones en su memoria. El tema que fue muy mediático está en la memoria de muchos franceses que ven la debilidad un sistema de justicia, que a un hombre que admitió el asesinato e intentó culpar a su víctima, diciendo, por ejemplo, que fue ella la que comenzó a discutir, se le dejase libre en un par de años.
Bertrand es músico y luego de pagar su pena ha vuelto a los escenarios, un hecho que activistas rechazan, mostrando cómo, asesinar a una mujer, a su compañera, todavía puede salir “barato” y considerando injusto, que tras hacerlo y admitirlo, pueda seguir su carrera. Un argumento se les opone es que, a los efectos de las leyes, al haber cumplido el tiempo de pena que le fue impuesto, es un ciudadano libre de seguir con su vida.
Este asunto es una de esas historias donde hay dos líneas que mirar. Por un lado, en el Derecho Penal es indiscutible que nadie debe nada más que aquello a lo que le condena un juez y en materia penal, el único derecho que se pierde es la libertad, la cual recuperan cuando han cumplido su proceso. Sin embargo, socialmente no es así. Pese a que una persona salga de la cárcel, con todas sus cuentas pagas, queda un estigma que les persigue.
Un segundo asunto es la evidencia de la debilidad legal en la prevención, castigo y reparación de los femicidios. Ahora que hemos entrado a noviembre y se acercan los días por el activismo, este tema vendrá a las portadas y tertulias. Las mujeres siguen teniendo el riesgo de ser víctimas de crímenes horrendos, que acaban con su vida por su condición de ser mujeres, incluso a mano de las personas más cercanas a ellas.
En Venezuela, la conmoción causada por el femicidio de la joven bailarina Mayell Hernández impulsó en 2014 una reforma legislativa que llevó este delito al tope del castigo que en el país se permite. Sin embargo, falta mucho trecho por recorrer. Lo sabe todo el que ha acompañado a una mujer en un proceso de género. En este tema hay que recordar que el femicidio rara vez es un hecho espontáneo, generalmente es el final de un ciclo que debe contenerse desde sus inicios.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta