14/11/24. Durante las últimas semanas, las redes se han visto llenas de comentarios por una canción que se refiere a las venezolanas como “venecas”; el asunto es quizás más profundo porque quienes la presentan son una banda nacional que, de hecho, en su letra indican que por estas mujeres “juegan local”.
El discurso sobre las “venecas” no sólo es un desprecio general sino uno específico donde suele acentuarse que las venezolanas son tan sólo seres sexuales y encasillarlas diciendo que son inmorales o “rompehogares”...
Esta es una de esas polémicas que no tiene nada nuevo. Canciones llenas de misoginia están incluso en los catálogos de la música más popular o la más culta. Seria mentir decir que no encontraremos cosas más que espantosas en el tango, en el bolero, en el vallenato, en la salsa, en el rock o en el merengue, y, esta lista es sólo por mencionar algunos. Sin embargo, el tema central no es la misoginia habitual y especialmente presente en la música urbana sino la asunción de un término que tiene una naturaleza despreciativa.
Según Wikipedia, “veneco es un término despectivo para referirse a los venezolanos surgidos alrededor de la década de 1970” que se ha popularizado para denominar a los migrantes de la última década. Es una palabra mala, fea y ofensiva, que, a través de acciones como esta canción se intenta blanquear. Estos ejercicios de resignificación tampoco son una novedad. Si ustedes se ponen quisquillosos podrán conseguir una enorme cantidad de análisis sobre ciertos movimientos, en especial, de personas angloparlantes que asumen que ser una “perra” o una “zorra” es prueba de empoderamiento. Con esto vemos que de esta agua está llena más de un río, pero siempre es necesario intentar ver más allá.
En general, en el mundo hasta hace poco la migración era un asunto de hombres. Eventualmente, una vez establecidos llamaron a sus esposas y familia. Hoy, las mujeres emigran mucho más, acompañadas o solas y especialmente en América Latina. En el caso de las venezolanas, cada tanto, sale un escándalo de las horribles situaciones en las que han sido encontradas algunas compatriotas víctimas de una red de trata, donde muchas veces terminan severamente lastimadas o muertas. Sólo en México ocurrieron tantos feminicidios de venezolanas que hasta Netflix lo ha contado.
Esto es un asunto que merece muchísima atención porque la migración es un derecho, por lo que las personas deben tener en su maleta el corazón de sus derechos humanos. Una situación que no siempre es así. Incluso vivimos en tiempos en los que se intenta arrancarle a la Declaración Universal de Derechos Humanos el derecho al libre tránsito y criminalizar una práctica tan esencial para los seres vivos que hasta los pájaros la practican.
Sobre la migración venezolana se ha hablado mucho en los últimos años. Venezuela intenta abordarla desde mantener claro el derecho al retorno y facilitarlo, creando incluso instancias especiales para ello, pero la mirada sobre las mujeres migrantes y su protección debe reforzarse. La trata es un delito trasnacional que ha tocado la puerta en este contexto; la violencia requiere para existir estar naturalizada. El discurso sobre las “venecas” no sólo es un desprecio general sino uno específico donde suele acentuarse que las venezolanas son tan sólo seres sexuales y encasillarlas diciendo que son inmorales o “rompehogares” como cada tanto trasciende de alguna noticia en Perú, Ecuador y otras partes.
Frente a esta matriz y esas canciones, debe siempre defenderse la identidad, la dignidad y el valor de las venezolanas que, migrando o sin migrar, son mujeres que construyen hogares y países, que no se rinden y que tienen derecho a que no se normalice ninguna forma de violencia en su contra, ni la mediática ni la simbólica con la que esto tiene bastante relación.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta