15/11/24. Quedó en la tubería, la historia que esbozamos de José Jacinto Milanés, pero hagamos una reflexión introductoria.
...navegó en la tristeza de la locura por un amor no cumplido, ese dolor del alma que no se cura con nada.
Desde el ostinato del Bolero de Ravel, esa repetición obsesiva al borde de la locura, pudo ser una manifestación de su temprana demencia senil, inspirada en una danza española llamada Bolero que era más bien un fandango, hasta el Corazón Loco, aquel de: “La otra es el amor prohibido/ Complemento de mis ansias/ Y a quien no renunciaré/ Y ahora puedes tú saber/ Cómo se pueden querer/Dos mujeres a la vez/ Y no estar loco”, en esa suerte de locura que su compositor sea el estadounidense Richard Dannenberg, pasando por Balada para un loco que más que tango, es un poema de Horacio Ferrer musicalizado por el polémico, pero extraordinario músico argentino Astor Piazzolla, cuentan en La Viola, sección del portal Todo noticias que “Astor y Horacio Ferrer se juntaron varios días en el departamento que el músico tenía sobre la avenida del Libertador. Uno en el piano, y el otro con la pluma y el papel, le dieron forma a esa locura”. El cuento es que la locura y el bolero, (y el tango), siempre han estado emparentados por culpa del amor.
Todo viene al caso porque Marta Valdés, nos sorprende una vez más con la letra de José Jacinto, cuya reseña entraña la de volverse loco por un amor: “José Jacinto que suerte tuvo usted que perdió la razón/ Clamando a gritos por el amor único/ Antes de haber conocido/ Que ningún amor/ Absolutamente ningún amor es infinito/ José Jacinto Milanés/ Permítame poner/ Este galán de noche/ En la Ciudad de Matanzas/ A los catorce días del mes/ De noviembre junto a su nombre”.
Pero donde la gata se sube a la batea, es cuando descubre que el tal Jacinto, en realidad José Jacinto Milanés, es cuando quedo herido de muerte sentimental porque Marta escribió del poeta, “que navegó en la tristeza de la locura por un amor no cumplido, ese dolor del alma que no se cura con nada”. Con esos indicios llegamos con la lupa de Internet al principio de la historia en Ecured: “Se inició niño en el conocimiento del teatro clásico español a través del Tesoro del teatro español de Quintana, regalo de su padre. Comenzó a escribir desde muy joven ensayos dramáticos y a trabajar en Matanzas con su tío político Don Simón de Ximeno, casado con una hermana de su madre, el cual en 1832 le consiguió un empleo en el escritorio de una ferretería en La Habana en la cual le habían dado trabajo 'por su bella forma de letra'". Valga decir que había nacido el día 16 de agosto de 1814, en la antigua calle Gelabert de la ciudad de Matanzas, es decir que nace en la época de independencia de varios países suramericanos.
El drama de amor de José Jacinto de Jesús Milanés y Fuentes comienza con su prima Isabel Ximeno, que podemos presumir hija de su tío político Don Simón de Ximeno, quien fungió de iniciador de sus inquietudes literarias. Ya venía picado de culebra porque fue de los primeros cultivadores del drama romántico en lengua española.
En noviembre de 1839 sufrió un ataque cerebral y estuvo inválido durante más de dos meses. Poco después obtuvo el cargo de secretario en la Compañía del Ferrocarril de Matanzas a Sabanilla, pero abandonó ese puesto en 1843 debido a su precaria salud y estuvo recluido en su casa, al cuidado de su hermana Carlota. Hacía diez años que había establecido un compromiso matrimonial que abandonó fascinado por su prima Isabel Ximeno. Rechazado por la familia de esta mostró los primeros síntomas del desequilibrio mental que padeció hasta su muerte.
Cuentan en Cubanet que: “Enamorado impenitente de la ciudad de Matanzas y de su prima Isabel Ximeno, mucho más joven que él, trató de asentarse en La Habana motivado por las favorables condiciones económicas de la capital. Sin embargo, no soportó la lejanía de su cuna y de su amada, a la que idolatró siempre en la distancia, observándola desde su ventana. Fue quizás el desamor lo que nubló el juicio de un José Jacinto que a los 28 años comenzó a dar tempranas muestras de desvarío. El autor de versos de fuerte arraigo popular, donde hubo cabida para los más profundos sentimientos del ser humano, y también para la defensa de los ideales independentistas, pasó casi la mitad de su vida hundiéndose lentamente en la más triste locura”.
Eso de volverse loco por amor, e incluso morir de amor, como diría Charles Azanavour, es como dicen en el homenaje de la Orquesta Failde, “generalmente es un eufemismo, una exageración para expresar un enamoramiento de esos por los que somos capaces de poner el mundo al revés". Pero el mérito de nuestra querida Marta Valdés, fue sacar de aquel pasado siglo, un héroe de la locura por un amor, un poeta hecho dolor que nuestra querida Marta reivindicó con honores.
José Jacinto falleció el 14 de noviembre de 1863.
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ