• Inicio
  • Cuentos
  • Minimanual
  • Agenda Cultural
  • Música
    • Boleros que curan el alma
    • Bitácora sonora
    • Música en acción
  • Caracas
    • Almanimal
    • Caminándola
    • Ciudad
    • En foco
    • Laguna de babel
    • La vida es juego
    • Pichones de Sibarita
    • Trama cotidiana
    • Trota CCS
  • Soberanías Sexuales
  • Miradas
    • Bajo la lupa
    • Crónicas gráficas del patrimonio
    • Envejecer y seguir siendo
    • Falsas Memorias
    • Miradas
    • Séptima morada
    • Visiones Liberadoras
  • Entrevistas
    • Antroponautas
    • Entrevistas
  • Mitos
  • Literato
    • Mejor ni te cuento
    • Préstamo circulante
    • Son tres párrafos
  • La Revista
    • Somos
    • Columnistas
Puedes buscar por Título de la noticia
Inserte el Título

Un Viaje Cultural en el Festival Matsuri

Desde un portal japonés, que enmarcó la vista hacia el sagrado Warairarepano, comenzó mi recorrido por el evento, donde descubrí un umbral abierto hacia Japón en Caracas.

29/11/24. El torii que, en los templos sintoístas japoneses, simboliza la entrada a lugares sagrados y a otro estado de conciencia, fue escenario para que el público del evento, capturara las mejores fotografías entre sus columnas rojo carmín, y para “ñapa” con vista hacia la montaña caraqueña.

 

Matsuri fue el escenario para entregar un pedacito de la cultura de nuestros países.

 

La plaza Altamira Sur se convirtió en la plataforma de la interculturalidad, entre una mezcla de risas, música, bailes, y otras expresiones artísticas que envolvieron la zona en una atmósfera festiva.

 

La apertura del festival estuvo marcada por la presencia de Keito Homma, un apasionado promotor cultural japonés que organizó el Matsuri junto a la alcaldía del municipio Chacao del estado Miranda. Y, donde se abrió una puerta hacia el intercambio cultural que trascendió más de 14 mil 600 kilómetros y océanos de distancia existentes entre Venezuela y Japón.

 

El Torii fue una de las atracciones más buscadas del festival.

 

Matsuri: Agradecimiento a dios

 

Uno de los aspectos más destacados del Matsuri fue la presencia de 25 emprendedores y emprendedoras, que ofrecieron al público caraqueño desde deliciosa gastronomía, como sushi, mochi y takoyakis, hasta vestimenta y calzado tradicionales.

 

Además, stands dedicados a la venta de libros y mangas, artículos representativos de la cultura nipona y juegos de teteras japonesas artesanales. De este último stand estuvo encargado Hiroyuki Takeuchi, quien me explicó que el evento es una tradición japonesa que se efectúa cada año para agradecer a dios por la agricultura y la cosecha.

 

Para la comunidad japonesa, es importante celebrarlo en compañía de las y los venezolanos con la finalidad de mostrarnos todas esas bondades que son fruto de su trabajo. Hiroyuki, detrás de una mesa en la que exhibía tacitas para el té y el sake, me contó que estaba allí agradeciendo a dios “para que le concediera cada vez más”.

 

 

Hiroyuki Takeuchi: "Estamos para agradecer a dios".

 

 

Café, cacao y ron

 

Otro logro del festival, fue la participación de la Cámara Venezolano-japonesa (Caveja) que mostró tres productos emblemáticos de Venezuela que se exportan a Japón: el exquisito cacao Chuao, uno de los mejores cafés de especialidad del país de la Hacienda El Recreo y el renombrado ron Carúpano.

 

Los asistentes pudieron degustar estos productos y conocer más sobre su proceso de elaboración, lo que generó un gran interés y aprecio por lo que tiene nuestro país para ofrecer al mundo.

 

Erwin Miyasaka, presidente de Caveja, lo dijo bien claro: “Los aspectos culinarios y gastronómicos son de los principales aspectos de la cultura, y en los sabores está la esencia de un país… Nosotros traemos la expresión de sabores de Japón, y también llevamos los sabores de Venezuela tan apreciados en Japón”.

 

 

Erwin Miyasaka: "Caveja lleva a Japón los sabores de Venezuela"

 

 

Cultura otaku dijo presente

 

Los cosplayers dieron el toque fantástico a la celebración, ataviados con los vestuarios de sus personajes favoritos de anime. En el espacio me topé con Gokú, Vegeta y Bulman de Dragon Ball Z; con Mazinger Z, y parte del elenco de Demon Slayer.

 

Anaísa Segovia, quien asumió con destreza el rol de Himiko Toga de My Hero Academia, destacó de la cultura japonesa aspectos como el orden y el amor, así como la importancia que dan los japoneses a la conservación de sus tradiciones, “tal como la hacen en muchas partes de Venezuela”, consideró.

 

Entretanto, Rafael Figuera, representando a Boothil de Star Rail, me dijo que muchos otakus se refugian en los cosplays para huir de problemas como una familia disfuncional o la falta de afecto, enfocándose en cultivar la amistad y el amor entre los seguidores de esta cultura.

 

 

El público asistente reivindicó los valores de la cultura otaku.

 

 

Los haoris y kimonos también protagonizaron los pasillos entre los stands. Personas ataviadas con estas vestimentas tradicionales, recorrieron la plaza para disfrutar del festival que no sólo atrajo a fanáticos del anime, sino también a aquellos interesados en explorar las tradiciones y costumbres japonesas.

 

Un pedacito de Japón en Venezuela

 

A medida que avanzaba el día, los asistentes también se sumergieron en diversas actividades que incluían exhibiciones de artes marciales, talleres de origami y degustaciones de comida típica japonesa.

 

Fredes de Paz, quien forma parte de la Asociación de Origami de Venezuela desde hace quince años, estuvo encargada, junto a su compañero, de la elaboración de las mil grullas de papel. En cada una, las personas colocaron sus deseos y al alcanzar los miles, estos deberían cumplirse según la tradición del país asiático.

 

 

Anfiteatro de la plaza Altamira se llenó de alegría en el festival.

 

 

En otro espacio se podía aprender sobre caligrafía japonesa y participar en juegos tradicionales. Uno de estos se me pareció muchísimo a la perinola y, en efecto, un chamo llamado Eliel Pérez, miembro de la Fundación ZenGaku, me dijo que el kendama o perinola japonesa es muy parecida a la nuestra, con algunas variaciones que lo hacen más complicado.

 

Otra característica que armoniza entre ambas culturas es el tambor. Si bien el toque puede ser distinto, para los dos países representa un elemento importante en ritos y celebraciones. Fredes me habló de Eliazar Yánez, el “samurái” de los percusionistas venezolanos.

 

“El sensei, era un hombre afrovenezolano, condecorado por un emperador de Japón porque tocaba los rituales de tambores japoneses como si fuese de ese país”, dijo mi interlocutora, para más adelante rematar diciendo: “pero, también era buenísimo tocando tambores venezolanos”.

 

Matsuri fue el escenario para entregar un pedacito de la cultura de nuestros países. Despúes de disfrutar durante el día y la tarde, de manifestaciones artísticas del país asiático, ya casi al cierre del festival, Keito Homma, junto a los presentes, bailó salsa y tambores venezolanos, bajo una noche de cielo estrellado.

 

 

El Festival Matsuri nos permitió conocer más sobre la cultura del Japón. 

 


POR SARAH ESPINOZA • @sarah.spnz 

 

FOTOGRAFÍAS NATHAEL RAMÍREZ • @naragu.foto

#FestivalMatsuri #Japón #Venezuela #Interculturalidad

Compartir

Noticias Relacionadas

Los jóvenes barberos también hacen la ciudad

  • 04/04/2024

Fest Rock Anime 2025 celebró la creatividad

  • 03/06/2025

Salud, paz y conciencia principales deseos en estas navidades

  • 14/12/2023

El San Juan de La Vega: 50 años de milagros, resistencia y fervor

  • 05/05/2023
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Ubicación
  • Esquina de San Jacinto, Edificio Gradillas “C”, piso 1, Caracas 1010, Distrito Capital
  • 0212-3268703
Enlaces
  • Cuentos
  • Minimanual
  • Agenda Cultural
  • Boleros que curan el alma
  • Bitácora sonora
  • Música en acción
  • Ciudad
Enlaces
  • Soberanías Sexuales
  • Bajo la lupa
  • Antroponautas
  • Entrevistas
  • Mitos
  • Mejor ni te cuento
  • Préstamo circulante
Galería ¡CARACAS VIVA!
© 2022 ÉPALECCS | al ritmo de la ciudad