05/12/24. Me entero por Lucy Araújo Pérez en su trabajo La poética musical de Barbarito Diez, que como dice Loyola, además de ser el gran cantante del danzón, el bolero y el son, también fue compositor, de un solo tema, ¡Qué Noche Tan Linda!, a cuatro manos con Antonio María Romeu, director de la orquesta que le acompañó durante mucho tiempo y que incluso heredó junto a su hijo homónimo, a la muerte del maestro. La investigadora reseña en su sesudo trabajo una declaración de su hijo Pablo Diez, y dice: “Papá se distinguió como cantante y no como compositor, no obstante, hay un número que es de él en coautoría con Antonio María Romeu hijo, (¡epa, ese detalle no lo había percibido!, con razón no lo encontré en la obra de Romeu padre, puedo imaginar que fue después de la muerte del maestro), no sé cuál fue el peso específico del aporte de cada uno a esta canción, pero lo cierto es que aparece registrada así. El número en cuestión es: ¡Qué Noche Tan Linda! grabado por Barbarito con la orquesta de Romeu”.
...el amor es el vaso comunicante de la poesía y el bolero...
Es un canto poético de alabanza a la mujer, tu boca es preciosa, tu aliento es de rosa, y tu esbelto cuerpo es como de Diosa… bailando contigo de ti me enamoré, ¡qué noche tan linda, nunca la olvidaré!... El tema amoroso es la poesía misma, el amor es el vaso comunicante de la poesía y el bolero, sino que lo diga Manuel Raimundo Corona con sus versos a Longina O'Farrill, la musa de Manuel que a mi modo de ver podría haber sido motivo de inspiración de ambos compositores (de Bárbaro y Antonio María, digo). “En el lenguaje misterioso de tus ojos, hay un tema que destaca: sensibilidad… En las sensuales líneas de tu cuerpo hermoso, las curvas que se admiran despiertan ilusión”. O más adelante: “Por ese cuerpo orlado de belleza/ tus ojos soñadores y tu rostro angelical/ por esa boca de concha nacarada/ tu mirada imperiosa y tu andar señorial/ Te comparo con una santa diosa/ Longina seductora cual flor primaveral”… en la primera mitad del siglo pasado todos los cuerpos femeninos eran de diosas, y lo siguen siendo, al menos los que yo vi, antes de este retiro involuntario, jajaja. No les echo el cuento para no alargar este texto, pero resultó ser un encargo, según cuentan los cronistas, que todo ocurrió en El solar de Las Maravillas, casa de María Teresa Vera, trovadora insigne, donde se reunían buenos músicos, hasta que el 15 de octubre de 1918 en su onomástico, al que asistió Longina, y María Teresa los presentó, Corona se deslumbró tanto, que le ofreció escribirle una canción. Eso nos cuenta María Teresa Villaverde. Pero el cuento de Bianchi, es que el 8 de octubre de 1918, llegó a la peña, “el ya célebre periodista Armando André. Lo acompañaba una negra deslumbrante por su personalidad y belleza. Una mujer vistosa, distinguida, a la que era imposible dejar de mirar, siquiera de soslayo”. ¡Allá rodó Manuel Corona!”.
André le pidió al maestro que compusiese una canción inspirada en su amiga y a la semana, Corona entregó a su musa la canción, todos celebraron tremendo temazo, que cantó por primera vez la anfitriona y la mantuvo en su repertorio. El cuento está en Longina, uno de mis artículos en algún lugar de Epale Ccs. Esa Longina fue por supuesto cantada por Barbarito, y Lucy recalca la constante adjetivación que es una característica común en todos los textos que cantaba Barbarito Diez.
Pablo Diez, su hijo, en una entrevista concedida a la autora de este trabajo afirma: “Creo que independientemente de sus cualidades vocales, papá supo escoger muy bien los textos de los temas que él interpretó, y de esta forma seleccionó a grandes compositores de la época cuyos nombres tú bien conoces, “grandes poetas” que basaron sus obras en esas temáticas a las que tu hacías referencia. Fíjate que el amor de una u otra forma siempre está presente en las piezas que él cantó. Además, él se metía tanto en el texto, lo digería tanto que expresaba de forma magistral, lo que el autor quería decir. Conseguía una perfecta simbiosis autor-intérprete.”
Lucy Araújo es de la misma opinión: “Barbarito Diez poseía una inteligencia natural y aunque no era un gran lector, la fina sensibilidad poética que le era innata, lo conllevó a elegir textos con calidad e inmortalizarlos. Por el modo en que usaba su registro de voz para poetizar, recibió el epíteto de "sinsonte”, que no por casualidad es el mismo ruiseñor en Puerto Rico, y que cuenta con un canto primario que utilizan los machos para atraer a las hembras en primavera y comienzos del verano.
Los remito al ensayo de Lucy, La poética musical de Barbarito Diez, que también se refiere al tema Ausencia de Jaime Prats, que tampoco por casualidad dice: “Ausencia quiere decir olvido/ decir tinieblas, decir jamás/ las aves pueden volver al nido/ pero las almas que se han querido/ cuando se alejan no vuelven más”.
Me encantó descubrir ese bolero danzoneado de Barbarito con Romeu. ¡Llévatela Erasmo!
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ